Sesión 1: Los santos héroes de Fe

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Propósito

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El propósito de esta sesión emular la vida de las personas que llevaron una vida heroica en favor de los demás.

Introducción

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En Hebreos capítulo 11, encontramos una especie de salón de la fama de grandes creyentes de todos los tiempos. La principal cualidad que los une es justamente que pusieron, a lo largo de su vida terrenal, toda su confianza en el Señor, y por eso fueron capaces de hacer grandes hazañas. Hoy en día, la gente considera como héroes a personas famosas o que tengan alguna capacidad sobresaliente, por ejemplo: Dora Quiroz, Noah Centineo, Lana Condor, Alejandro Speitzer , Estér Expósito, Hunter Schafer , Timothée Chalamet, Zendaya, Jacob Elordi, Joey King, Danna Paola, Nicola porchela, Anyi Arizaga, tictokers e influencers.

Sin embargo, en la Biblia, se les otorga este título a aquellos que dedicaron su vida para servir a Dios. Es decir, lo que los hizo sobresalir no fue una característica que ellos tuvieran, ni una capacidad, ni un talento, ni nada de eso; lo que los hizo sobresalir fue haber el hecho de que pusieron su fe en el Señor más allá de toda circunstancia. Es por ello que son destacados y sus vidas sirven de ejemplo para todos los creyentes.

Lectura

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Dios quiere hacernos partícipes de su santidad

El Antiguo Testamento nos dice que esta vocación a la santidad brota del hecho que hemos sido creados por Dios, “el único Santo”, el “totalmente otro” de cualquier creatura. Pero Dios, en su plan de salvación, no nos ha dejado súcubos de nuestras limitaciones y del pecado, por el contrario, ha querido hacernos partícipes de su santidad: “Sean santos, porque yo el Señor, su Dios, soy santo”, (Lev. 19,2). Y Jesús reafirma este mandato: “Sean perfectos, como el Padre del cielo es Perfecto” (Mt 5,48). Esta es nuestra vocación recibida en el bautismo al ser sumergidos en el misterio de santidad de la Santísima Trinidad: «En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo «.

Los Santos son personas de carne y hueso que cumplen la voluntad del Señor

Este llamado de Jesús nos puede parecer como una meta lejana y difícil, que no está a nuestro alcance. Esto se debe a que, en nuestro imaginario, el santo es aquel que tiene poderes sobrenaturales y que hace prodigios y milagros. Este criterio priva a los santos de su condición y de sus valores humanos, para presentarlos llenos de virtudes recibidas desde la cuna, como si fueran personas de otro mundo, dignas de admirar más que imitar. Los santos son personas de carne y hueso como todos, hermanos y hermanas que viven como verdaderos cristianos en la historia cotidiana, que cumplen la voluntad del Señor, que entregan su existencia por el reino de los cielos, que aman a Dios y al prójimo y que viven con sencillez y humildad conforme a su propia vocación y condición de vida.

Hay santos anónimos que viven su santidad en el silencio y humildad de la cotidianidad

La santidad es un don de la gracia de Dios en la vita de la Iglesia, por eso, a lo largo del año litúrgico, se celebran las fiestas o las memorias de los santos, como ejemplos de fe y testigos de vida cristiana. Sin embargo, el texto del libro de Apocalipsis que acabamos de escuchar, nos dice que, a parte de estos santos canonizados por la Iglesia, hay muchos más que gozan de la gloria del Señor: “una multitud inmensa que nadie puede contar”, “santos anónimos«, que han vivido la santidad del pueblo de Dios, en el silencio y humildad de los quehaceres cotidianos.

Para el Papa Francisco los “santos de la puerta de al Lado” son personas conocidas que dan testimonio de fe y vida cristiana

El Papa Francisco los define “los santos de la puerta al lado, de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios”, personas conocidas de toda edad y profesión, papás y mamás, familiares y amigos, que dan o han dado un claro testimonio de fe y de vida cristiana, entregada por la familia, la Iglesia y la sociedad.

Jesucristo nos enseña lo que significa ser santo a través de las Bienaventuranzas Esos hermanosnuestros hoy nos invitan a ser santos, a seguir sus pasos y a centrar nuestra existenciaen la única y auténtica Esperanza: Jesucristo, camino, verdad y vida. Él nos ha enseñado lo que significa ser santo a través de las Bienaventuranzas, el carnet de identidad de todo cristiano y el camino a la verdadera felicidad. Por eso, vale la pena releerlos y meditarlos brevemente.

Dichosos los que tienen espíritu de pobre, los que tienen corazón de pobre y han hecho de Dios su único recurso y sustento, que son conscientes de los límites de creaturas, ricos no de las riquezas, el poder y la fama del mundo, sino de los bienes que no perecen. Para ellos les es reservado el plan de vida y de amor preparado por Dios desde la creación.

Dichosos los afligidos, los que lloran y sufren por los males de este mundo, por las injusticias, la violencia, los conflictos y las guerras, los que trabajan por un nuevo orden de cosas según el plan de Dios. Para ellos está asegurado el consuelo de ver surgir la luz que es Cristo, luz que sostiene la esperanza de un mundo de solidaridad, de justicia y de fraternidad universal.

Dichosos los mansos, los que vencen al mal con el bien, a la violencia con la no violencia activa, a la injusticia con la honestidad y que, al igual que Jesús, actúan como corderos en medio de lobos. A ellos y no a los violentos, los intrigantes y prepotentes será reservada la tierra como don y herencia, no esta tierra en el que todos estamos de paso, sino Dios mismo, la tierra que ningún avasallador podrá quitarnos.

Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia de Dios. Hambre de ser justos como el Padre, de reponer la justicia en las situaciones concretas de injusticia y de defender los derechos violados e ignorados, en especial de los pobres, los indefensos y los excluidos, para que la sociedad sea espacio de fraternidad, de dignidad y de equidad para todos. Cada uno de nosotros será saciado de lo que ha tenido hambre y sed.

Dichosos los misericordiosos. Lo que harás con el mendigo que llega a tu puerta o que tú cruzas por la calle, Dios lo hará contigo. Ser misericordiosos como Dios, es decir sin límites, porque nosotros somos fruto de su amor ilimitado y gratuito. Esto implica también perdonar y reconciliarnos con los que nos han ofendido, condición indispensable para que Dios nos perdone y recompense.

Dichosos los limpios de corazón. Dios habita en los puros de corazón, en las personas trasparentes y sinceras, donde no hay doblez ni hipocresía, que escuchan el grito de dolor de los pobres, que hacen fructificar la Palabra de Dios y que viven el mandamiento del amor. Ellos conocerán el misterio de Dios y disfrutarán de su plan de salvación.

Dichosos los que trabajan por la paz, los operadores de paz, los que buscan lo que une y no lo que divide, los que creen en la fuerza de los medios pacíficos, en el diálogo, en el respeto y en la escucha del otro y no en los conflictos, los bloqueos, los vandalismos y las medidas de fuerza. Ellos serán llamados hijos de Dios y lo son en realidad.

“Dichosos los perseguidos por vivir el plan de Dios… Dichosos Uds. cuando sean insultados y perseguidos”. Perseguidos no por cualquier motivo, sino a causa de la justicia del Reino, a causa de la fe en Jesús, del evangelio y del compromiso por los pobres y marginados. Los cristianos hoy somos más perseguidos que los hermanos de la Iglesia primitiva por nuestra fe en Dios, muchos han derramado y derraman su sangre y tantos otros son denigrados por la tiranía de una cultura laicista e intolerante que “no nos reconoce porque no ha reconocido a Dios”. Para todos ellos, está prometida la perla preciosa del Reino de Dios.

Las Bienaventuranzas son el camino que Jesús nos propone para ser santos y dichosos; una propuesta ardua, sin embargo, no estamos solos, contamos con la asistencia de muchísimos hermanos y hermanas que ya han llegado a la meta y, sobre todo, confiamos en la promesa del Señor: “Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo”.

https://www.iglesiaviva.net/2020/11/01/homilia-mons-sergio-gualberti-2/

Escucha ahora la explicación del profesor

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Los Santos son personas de carne y hueso que cumplen la voluntad del Señor

Cada 1º de noviembre, celebramos la solemnidad de Todos los Santos En nuestra Iglesia Peruana acomunamos las dos fiestas bajo la única denominación de “Todos Santos”, expresión del sentir de fe del pueblo de Dios que reconoce un vínculo tan fuerte entre vivos y difuntos que ni la muerte puede romper. Es lo que profesamos en el credo: creo “la comunión de los santos”, todos unidos en Cristo y en la esperanza de la vida eterna en Dios. Muchas veces cuando pensamos en los santos nos imaginamos a seres extraordinariamente poderosos y con poderes especiales, es decir a superhombres o súpermujeres, inalcanzables en nuestros propósitos de alcanzar la santidad. Sí, la santidad, ya que todos estamos llamados a la santidad.

Puede que nos imaginemos a personas que no tuvieron dificultades en su vida o que nunca pecaron. Pues no, fueron personas con dificultades propias de su época, recordemos las dificultades que le hizo pasar la princesa de Éboli, y que sí pecaron, pero que descubrieron la manera de levantarse y de buscar a Dios, a sus distracciones en la oración se refería a la cabeza como la loca de la casa, o San Pablo de matar Cristianos a amar a Cristo. Puede que nos imaginemos a personas que vivieron en épocas muy favorables para sus creencias y vemos que creer en aquella época podía ser incluso más complicado que hoy en día debido a la relajación, fruto de los pontificados o también la reforma protestante que estaba surgiendo.

Es decir, los santos no son de una época concreta ni de una pasta concreta, sino personas que encontraron a Dios en las circunstancias personales que les tocó vivir cada cual, es decir, a lo que debemos aspirar.

Sin ánimo de hacer un estudio sobre la santidad, recojo los textos del Vaticano II sobre la santidad, por la importancia que tiene que la Iglesia haya hecho oficialmente esta llamada y por la utilidad que puede reportar el hallar los textos resumidos. La Iglesia extiende a todos el concepto de santidad y el deber de ser santos que parece quedaba para quienes militaban en los estados de consagrados (Obispos, curas, monjas...)

1. Llamada universal a la santidad

«Todos los fieles cristianos, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre» («Lumen gentium» 11. c).

«El Divino Maestro y Modelo de toda perfección, el Señor Jesús, predicó a todos ya cada uno de sus discípulos, cualquiera que fuese su condición, la santidad de vida, de la que Él es iniciador y consumador. «Sed pues, vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5,48. (Ibid. 40, a).

Actividades de refuerzo

https://www.youtube.com/watch?v=8GoV_qe3UzQ (Santos de la puerta de al lado)

¿Qué significa la fiesta de todos los santos y el día de los difuntos?

¿Qué significa ser santos de la puerta de lado?

¿Los santos son personas de carne y hueso?

¿Los santos tuvieron días buenos y días malos? Explica en grupo

¿De qué fueron capaces los santos en su época?

¿Cómo es amar a la manera de Dios?

Resumen

Cuando vemos a los jóvenes seguir a personas en el Instagram o tiktokers, habría que preguntarse si estos personajes hicieron algo por la humanidad, ayudan a los pobres o tienen su vida ordenada y digna de ser imitados (as) o simplemente nos dejamos llevar por una moda o por el momento.

El ser santos no es un mérito personal, Dios regala a cada persona una Gracia especial, recuerden que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, él nos regala la inteligencia, voluntad y libertad que nos hace capaces de corresponder al amor de Dios y es por eso desde mi pequeñez y mis límites humanos nace del corazón decirle esta oración. Lo hacemos juntos de manera concentrada y conscientes de lo que pedimos y decimos:

¡Señor, que alegría pensar en este día! ¡Tú me invitas a la santidad, ¡Señor, y aquí me tienes con mi miseria y mi pequeñez dispuesto a seguir tu invitación! ¡Padre bueno, ser santo exige esfuerzo y con la ayuda de tu gracia y de la fuerza de Tu Espíritu sé que es posible lograrlo porque no es una obra mía sino una obra tuya! ¡Señor, gracias, porque en mi vida todo es un don de Tu amor y yo no quiero permanecer indiferente ante él! ¡Ayúdame a renunciar a mi soberbia, a mi orgullo, a mis dependencias, a mi pecado… para perderme a mí mismo y unirme más a ti! ¡Señor, tu exclamas que bienaventurados sean los pobres de espíritu, los que lloran, los mansos, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los puros de corazón, los artífices de la paz, los perseguidos por causa de la justicia! ¡Hago mío este mensaje, Señor, pero me resulta tantas veces seguirlo por mi autosuficiencia y mi orgullo, ¡por mi dureza de corazón y mi insensibilidad antes las necesidades ajenas que te pido ayuda e imploro tu misericordia! ¡Dame el valor de vivir tus mensajes e imitar a los santos que te dan gloria! ¡Que el ejemplo de los santos, Señor, me inspiren hoy para cambiar de vida de modo que el amor, ¡la paz y la justicia sean los valores que impregnen mi actuar cotidiano! ¡Gracias, ¡Señor, por tu amor y misericordia!

Actividad para la casa

Después de esta clase ¿Te animas buscar la santidad?

Busca tu santo preferido a quien deseas imitar y concreta en que aspectos de tu vida quisieras imitar cotidianamente. ¿Porqué?