Sesión 4: Llegando a los límites
PROPÓSITO Con un discurso claro, los alumnos aceptan que las buenas formas permiten expresar mejor las correcciones.
Introducción
Pregunte a los estudiantes si alguna vez se han sentido abrumados, como Alicia en la historia, por todo lo que están tratando de lograr y todo lo que requiere para hacerlo. Alicia está demasiado cansada con tanto trabajo voluntario además del colegio y sus notas decaen. Su madre resuelve hablar con el director
Lectura
–Es una líder nato –dijo el señor Pérez a Sonia, hablando de Alicia.
–Sí, pero ella ya está asumiendo mucho –señaló Sonia preocupada–. Recuerde que no sólo se está encargando del patio de recreo después de la escuela y en los fines de semana, también ha iniciado una campaña de recolección de alimentos para los pobres.
–La gente trae el alimento al patio de recreo y allí lo recogen –dijo el señor Pérez–. Es un esfuerzo en conjunto.
–Sí pero Alicia aún se encarga de la mayoría de la coordinación –e insistió Sonia–, creo que tal vez ella esté haciendo demasiado.
–Tonterías. Hay otros motivos para estas notas –sospechaba el señor Pérez. Luego ordenó con firmeza–. Quiero que convoques una reunión con su mamá, después de que se publiquen los informes de progreso de mitad de semestre.
Las notas de Alicia habían bajado, de manera casi alarmante. Ella era consciente del problema pero en las noches, cuando trataba de estudiar, se derrumbaba apoyando su cabeza en la mesa. Se sentía cansadísima todo el tiempo.
Al entrar en la habitación de Alicia su madre la encontró con su mejilla
sobre un grueso texto escolar suspirando y dejándose llevar por el sueño.
Su mamá suavemente le sacudió los hombros.
–¡Ay! –saltó Alicia–. ¡Y aún me falta leer un pasaje de El Quijote!
–¿Todo? –preguntó su mamá.
–No, sólo unas cuantas escenas –dijo mientras bostezaba Alicia–. Gracias por despertarme.
Con aire de culpabilidad, abrió su libro. Estaba consciente de que el reporte de su progreso, que llegaría a casa en cualquier momento, sería peor que el de Elena. No perdía la esperanza de mejorar sus notas a tiempo para el fin de semestre a fin de no afectar severamente su promedio.
Su mamá no necesitaba un informe de progreso que le dijera que Alicia estaba fallando. Sus ojeras, la irritabilidad de Alicia en la casa y con su primo Carlos, y su palidez advirtieron a una mamá alerta que Alicia estaba que no podía más.
–¿Quieres que te prepare una rica taza de té de hierbas con miel? –la tentó su mamá.
Alicia casi rompió a llorar. El amor y consuelo en la voz de su mamá hicieron que su auto-disciplina se quebrara. Había estado tratando de ocultar a todos lo estresada y abrumada que se sentía. ¿Por qué no podía lograr cumplir con todo? Y con sus amigos, y con Álvaro, con los que no tenía tiempo para socializar más. Aún, las cosas divertidas sonaban como una carga para ella porque requerían tiempo y esa era una de las cosas con las que Alicia ya no contaba, el tiempo. Cuando Álvaro le pidió que lo acompañara a una fiesta, se quejó tanto de su horario tan copado, que ella pensó que seguramente le había resultado pesado haberla invitado.
Luego lo dejaron sin decidir. No sabía si él estaba esperando ir con ella o no, o si estaba molesto con ella o no. Esa situación ambivalente era otra fuente de culpa y estrés para ella y ya no le quedaba tiempo ni energía para aclararla. Su mamá apareció con dos tazas de té, una era para Alicia y otra para ella. Había puesto además una galleta en el platillo de las tazas.
–Estas galletas sólo tienen setenta calorías cada una –señaló su mamá. El té y la galleta refrescaron a Alicia, así como también el silencio comprensivo de su mamá.
–Gracias, mamá –dijo Alicia.
–De nada. Sólo me pregunto, cariño ¿no estarás haciendo demasiadas cosas?
Alicia suspiró. Si no se encargaba del patio de recreo, ella temía que todo se derrumbara. Las actividades de donaciones extracurriculares del patio de recreo a los estudiantes y a la comunidad eran un éxito rotundo.
Los lazos entre el vecindario y la escuela habían crecido y se habían vuelto más profundos. El vandalismo y el crimen disminuyeron y las actividades eran auténticamente estimulantes y útiles para los miembros mayores de la comunidad y para para los niños. Cuando Alicia pensaba en los ancianos del vecindario, quienes podrían perder sus torneos de ajedrez, o en las ancianas y sus reuniones en círculos para tejer, sin mencionar a los niñitos que amaban estar en el patio de recreo con sus padres, jugando o realizando manualidades y merendando, o cuando pensaba en la cantidad de adolescentes que entraban y salían, no, no podía abandonar todo eso.
Después de todo, ella lo había iniciado cuando las pandillas del vecindario habían estado destrozando el patio de recreo por las noches después de la escuela. Las actividades en el patio de recreo los habían alejado, o les habían dado un proyecto positivo al que sumarse
¡Y la campaña de recolección de alimentos! Es cierto que el funcionamiento de este proyecto no le demandaba tanto trabajo. Ella había entrenado a los donantes para dejar la comida en el patio de recreo y a los necesitados para recogerla en el mismo. Sin embargo, alguien tenía que hacer un seguimiento de todo y asegurarse de que no se arruinara la comida y que los sobrantes fueran sacados cada noche, etc., etc. Estaba cansaba de solo pensar en todo eso.
–Alicia –dijo su mamá–.Todas tus actividades por el bien de los demás son admirables. No puedo creer cuántos amigos has hecho gracias a esto. Muchos adultos te respetan y me felicitan por ti. Tu papá y yo estamos muy orgullosos de ti, pero estamos preocupados de que te estés excediendo.
–Mis notas están bajas –le informó Alicia–. Cuando llegue el informe de progreso a casa, te darás cuenta.
–Eso sólo demuestra que estás haciendo demasiadas cosas, Alicia – señaló su mamá comprensiva.
–Mis notas están muy bajas –le advirtió Alicia.
–Bueno, es importante obtener buenas notas –reconoció su mamá–, pero es igualmente importante no tener ojeras y sonreír de vez en cuando. Alicia bostezó.
–¡Oh! Lo siento –dijo Su mamá tenía un video de Quijote, interpretado por un expresivo actor de mirada bondadosa, y ellas vieron las escenas que supuestamente Alicia debía leer, sentadas en el sillón juntas y comiendo palomitas de maíz. Alicia consiguió mantenerse despierta porque su libro estuvo abierto en su regazo y comparó el guión de la película con la obra real de forma interactiva. Cuando Alicia comenzó a dormirse, su mamá le dio un masaje vigoroso en los hombros.
–Gracias Mamá. No podría haberlo logrado sin ti. –Ahora, a la cama. Nada de llamadas telefónicas. Te haré un buen desayuno en la mañana. Pero ¿Alicia? –le comunicó su madre–. Voy a ir a hablar con el director acerca de tu horario.
–¡Oh no, Mamá, por favor! –le suplicó Alicia–. El señor Pérez no entiende bien las cosas. Y yo no debería hacer que mi mamá venga a defenderme. –Por lo que entiendo por tus notas –dijo su mamá–, voy a tener que ir a una reunión de representantes de todos modos, así que sería mejor ser proactivo y tomar al toro por las astas.
–Está bien –concedió Alicia a regañadientes. Alicia se sintió más descansada al día siguiente gracias al apoyo y ternura de su mamá. Fue capaz de sonreírle débilmente a Álvaro quien había ido a buscarla a su casillero. –No sé si estás enojado conmigo o no –dijo Alicia–. Sé que últimamente he estado fuera de mí.
–Mmm –respondió, observando las ojeras debajo de sus ojos–. Siempre estás cansada, es verdad, pero no voy a quejarme por eso. Si no quieres salir el viernes por la noche, lo entenderé.
–¿Lo harás? –preguntó Alicia sorprendida–. ¿No estarás molesto conmigo?
–No –le aseguró Álvaro.
–¿No pensarás que es porque no quiero salir contigo? –dijo Alicia, chirriando como un ratoncito. Álvaro se rió.
–Supongo que soy creído, pero no me preocupé por eso –dijo con seguridad–. Yo sé que quieres salir conmigo.
–¿Así que lo sabes? –dijo Alicia con una sonrisa fantasmal en sus labios–. ¿Y cómo es que lo sabes?
–Todas las chicas quieren –sonrió Álvaro–. No. Tendría que estar ciego para no percatarme de cuán cansada estás. Generalmente no tomo las cosas tan personalmente. Usualmente me hago a la idea de que es problema de la otra persona, no mío. Alicia rió. Eso era, como un buen salvaje. Él realmente era el hombre de teflón cuando se trataba de las opiniones de otras personas, y siempre lo había sido.
Alicia agachó su cabeza y se tambaleó un poco. Álvaro se acercó y colocó su brazo alrededor para sostener sus hombros.
–¿Necesitas ir a la enfermería? –le preguntó.
–No. Yo sólo… –titubeó Alicia.
Se sentía tan bien recostada en Álvaro. Él era fuerte y confiable, y su admiración por ella era palpable. Alicia se sentía agradecida por la vida que tenía. Tenía una bonita familia y buenos amigos. El apoyo y amor de todos ellos la ayudaban a soportar su carga. Sin embargo, ella sabía que algo tenía que cambiar. Su mamá estaba en lo cierto. Era necesario hablar sobre sus horarios con el director.
–Mi mamá vendrá a hablar con el señor Pérez sobre el patio de recreo, la campaña de recolección de alimentos, y demás –resolló Alicia –. Él le dijo a Sonia que piensa que hay algo más que me sucede, que no se trata sólo de mucho trabajo y que no quiere que detenga ninguna de mis actividades.
–Ah, él está loco –opinó Álvaro.
–No deberías hablar de él a sus espaldas –lo reprendió Alicia.
–Se lo diría en su cara –dijo Álvaro con resolución.
–Lo harías –sonrió Alicia, disfrutando que él aún tenía su brazo alrededor de sus hombros–. Y te meterías en un gran problema. Deja que mi mamá hable con él. Un padre siempre tiene más poder en la escuela que un chico.
No había dudas sobre este punto. Tenían que prepararse para ir a su siguiente clase, así que Álvaro se fue hacia su casillero. Alicia soltó un profundo suspiro de alivio. Álvaro no estaba enojado con ella. Es más, su mamá vendría a la escuela en la tarde para hablar con el señor Pérez; eso le dio a Alicia un sentimiento cálido y seguro. El sentimiento aumentó cuando su primo Carlos le guiñó un ojo en el pasadizo y le pasó una barra de chocolate.
–Me parece que necesitas esto –le dijo. Alicia sonrió. ¡Qué bueno es tener familia y amigos alrededor!
Escucha ahora la explicación del profesor
A. Saber priorizar
En ocasiones, cuando las cosas se escapan de nuestro control, es bueno recordar que no estamos solos, que contamos con una comunidad de amigos, familiares y profesionales dispuestos a ayudarnos cuando lo necesitemos. Es cuestión de saber pedir ayuda.
La etapa de la adolescencia es un tiempo para desplegar el potencial contenido en el joven, es natural que las actividades extracurriculares llamen su atención, en particular cuando tiene preferencias definidas, y abarquen parte de su tiempo.
Las actividades extracurriculares bien organizadas brindan toda clase de beneficios en la vida de los adolescentes. Es importante, sin embargo, no exagerar con ello: menos de veinte horas a la semana de actividades extracurriculares brindan beneficios; más de eso, se ha comprobado que el desempeño académico decae.
Algunos beneficios de las actividades extra-curriculares:
• Permiten aprender nuevas habilidades.
• Elevan la autoestima
• Brindan oportunidades para establecer nuevos lazos sociales, amigos y relaciones
• De sentido de propósito
• Puede ser fuente de seguridad física y psicológica
• Mejora (o estabiliza) las habilidades matemáticas y verbales.
La clave para aprovechar los beneficios de este tipo de actividades está en el orden de las prioridades. El estudio es la principal tarea y responsabilidad de todo joven en edad escolar por lo que si cualquier actividad extracurricular afecta esta tarea no se debe dudar en dejar de dedicar algunas horas a esa actividad para estudiar. Priorizar ordena mentalmente las actividades que tenemos y nos permite tanto elegir bien como saber renunciar sin pesar.
B. Saber delegar
Además de pedir ayuda y apoyo a la familia, otra lección que debemos sacar de este tema es que hay que saber delegar. El delegar implica enseñar a otros lo que uno hace y confiar en que la actividad realizada puede seguir adelante porque se cuenta con un equipo de trabajo.
Es el inicio de un buen líder: potenciar a los que se tiene alrededor para que puedan continuar con la tarea que uno inicia. El contar con personas que nos apoyen en el trabajo que hacemos permite equilibrar las fuerzas y no dejar de lado lo que es verdaderamente prioritario.
Así las delegadas o delegados de clase, los capitanes o capitanas de un deporte o el encargado de un curso o proyecto no sólo tienen la oportunidad de hacer algo que les gusta sino también de potenciar el trabajo en equipo al delegar parte de las actividades que le toca sin dejar de ser, por supuesto, el responsable final de todo. Pero es distinto hacerlo todo uno solo que supervisar el trabajo de un grupo de trabajo.
Actividades de refuerzo
Somos un grupo excursionista y nos hemos propuesto realizar una aventura extrema para conmemorar 4 años de esta iniciativa juntos. Necesitamos organizarnos para hacer de ésta una experiencia inolvidable. Tenemos muy poco tiempo para prepararnos por lo que solamente contaremos con cinco actividades antes de partir de viaje. En nuestra última reunión se extrajo de una lluvia de ideas las actividades que debemos realizar, sabiendo que todas son importantes:
- Elaborar un mapa del lugar
- Comprar los equipos y ornamentos adecuados a las actividades extremas
- Preparar los equipajes
- Comprar los boletos
- Elegir a donde vamos a elegir
- Comprar los trajes térmicos e impermeables
- Hacer el menú de alimentación diaria
- Distribuir funciones en cada miembro del grupo
- Comprar baterías para linternas
- Comprar gafas (anteojos) solares
- Actualizar los ordenadores y equipos electrónicos
- Comprar brújula
- Entrenamiento físico
- Armar la caja de primeros auxilios
- Elegir el medio de transporte que usaremos
- ¿Dónde nos hospedaremos?
- Permisos requeridos por las autoridades ambientales
Resumen
Actividad para la casa
Responder las siguientes preguntas
1. De las preguntas que antes hemos analizado, ¿cuáles serían las cinco de mayor urgencia?
2. Enumerarlas según el orden de prioridades
3. ¿Cuáles actividades decidimos en consenso ejecutar y por qué?