Sesión 4: Dando el beneficio de la duda

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PROPÓSITO Que busquen ser magnánimos en circunstancias cotidianas de la vida.

Introducción

Pregúnteles a los alumnos a cuántos de ellos alguna vez les ha costado lidiar con la rabia.

Andrés les está contando a todos cómo se hizo la herida en la mejilla. Sonia le pide que le dé al Sr. Pérez una segunda oportunidad.

Lectura

Andrés tenía su mejilla alzada hacia la luz y mostraba ufanamente su herida a un grupo de estudiantes, mientras componía un SMS a sus mejores amigos para decirles que el director había casi tumbado el colegio con una explosión y que él había escapado con vida. –¿Cómo te hiciste eso? –le estaban preguntando los presentes Andrés estaba disfrutando de toda la atención. Estaba particularmente contento de ver la solícita actitud de Sofía, la chica que muchos consideraban la más linda de la escuela. –Oh, sobreviví a una explosión –dijo–. ¡Como en las películas de acción! –¡Una explosión! –dijo Sofía dando un grito ahogado–. ¿Qué tipo de explosión?

–Bueno…–se preparó para relatar Andrés pero antes de que pudiera lanzarse a contar la anécdota, Sonia lo llamó con el dedo y dulcemente le dijo: –Andrés, ¿puedo verte en mi clase por favor? –Eh, sí, seguro –respondió Andrés vacilante–. Creo que tendré que terminar mi cuento después –le dijo al grupo. –¡Una explosión! –Sofía comentaba maravillada mientras el grupo se dispersaba lentamente. Sonia hizo sentar a Andrés, se cruzó de brazos y lo miró. –Andrés, ¿qué fin tiene contar todo el incidente de la explosión del laboratorio a otros alumnos? –Es divertido –dijo Andrés encogiendo los hombros–. Es gracioso. Hace que el señor Pérez parezca un tonto. –Precisamente –respondió Sonia frunciendo la boca–. En su rol de nuevo director, no nos conviene hacerlo parecer un tonto. –Pero él se lo buscó solito –objetó Andrés–. Él no sabe nada de química. ¡Como si yo hubiera querido estar en ese estúpido laboratorio con él después de clases! Sólo quería irme a casa y estar tranquilo. Me alegro de que haya causado ese alboroto. –Él actuó de manera prematura y tonta –aceptó Sonia–. Pero creo que este incidente tiene el potencial de arruinar todo el año escolar si dejamos que se nos vaya de las manos. –El año escolar ya está arruinado con él a cargo –replicó Andrés–. Es un idiota. –Un tonto incidente no significa que sea un idiota –lo reprendió Sonia–. Creo que deberíamos darle el beneficio de la duda. Te voy a pedir que no difundas el cuento del experimento de laboratorio. –¡Pero es gracioso! –protestó Andrés. –Lo sé. Tiene su lado cómico, pero en realidad es más grave de lo que piensas. Te estoy pidiendo que le des otra oportunidad al señor Pérez. ¿Nunca cometiste una equivocación, Andrés, que te avergonzara y deseaste que nunca hubiera pasado? ¿Algo vergonzoso, frente a los demás, que hizo que parecieras y te sintieras como un tonto? Estoy segura de que el señor Pérez se siente muy tonto por el incidente. No debemos restregárselo, contándolo por todas partes. –Nunca he cometido un error tan grande –se quejó Andrés. –Andrés, te estoy pidiendo en serio que no difundas ese cuento – insistió Sonia. –¡Pero tengo que contárselo a alguien! Me ayuda a calmarme –dijo Andrés a Sonia–. ¿No cree que me enoja haber resultado herido? –¿Llamaste a tus padres? –preguntó Sonia–. Con ellos tienes que hablar antes de tomar otra medida.

–Mis papás–dijo Andrés desconsoladamente–. No, no le he dicho. Vivo con mi mamá y mi tío, el hermano de mi papá. Mi papá se fue hace años. –Ay, Andrés. No sabía –exclamó Sonia apenada. –Sí, ellos también metieron la pata–dijo él molesto–. Estoy harto de que los adultos se equivoquen. ¡Se supone que deberían ser líderes! –Los padres se equivocan, los líderes se equivocan –le explicó Sonia–. Los adultos se equivocan. Todos nos equivocamos, Andrés. Siento mucho lo que te pasó, pero a pesar de eso tengo que pedirte que no digas nada por unos días. ¿Estás de acuerdo? Me comunicaré con tu mamá, ¿cierto?, y veré qué piensa. ¿Puedes esperar sólo unos días hasta que los adultos tengan tiempo de pensar que pasará a continuación, en caso de que deba pasar algo? Andrés aceptó de mala gana. Pero una parte de su corazón quería cobrarle al señor Pérez por las enormes equivocaciones que habían cometido los adultos en su vida. Por una vez, le hubiera gustado ver que un adulto pagara por sus estúpidas equivocaciones, en vez de que los niños tuvieran que sufrir a causa de ellas. Casi como si le leyera los pensamientos, Sonia murmuró: –Estoy segura de que el señor Pérez está pagando más de la cuenta por esta equivocación, sintiéndose avergonzado e inseguro de sus habilidades como líder. La conciencia humana funciona de tal forma que rara vez nos “equivocamos” sin sentir mucha vergüenza y humillación. La mirada cariñosa que le dio tranquilizó el corazón de Andrés. No quería que ella sintiera pena por él, pero no podía evitar preguntarse si su padre había sufrido ese tipo de sentimientos por abandonarlo a él y a sus hermanos. Entre el amor natural y el resentimiento que sentía hacia él, nació una nueva emoción. Le dio lastima. Era una emoción nueva y madura. Hizo que se sintiera alto y adulto. –No se lo diré a nadie –le prometió a Sonia lentamente–. Supongo que el viejo Pérez merece una segunda oportunidad. –Gracias, Andrés –dijo Sonia–. Estas demostrando mucha madurez. Sus palabras fueron como una palmadita en la espalda.


Escucha ahora la explicación del profesor

A. Renunciar a tu derecho a tomar represalias

Algunos han dicho que perdonar significa renunciar al derecho de represalias. Pregúnteles a los alumnos: ¿Tiene derecho Andrés a estar enojado con el Sr. Pérez? Conceda que sí lo tiene. Señale que el Sr. Pérez se comportó de manera interesada e irreflexiva, poniendo en peligro a Andrés y a sí mismo y causando una lesión. Mencione que en los antiguos códigos de justicia se consideraba correcto sacar “ojo por ojo y diente por diente”. En otras palabras, se consideraba bien tomar represalias en la medida exacta de lo que se había hecho a la persona, estaba bien “quedar a mano”. En este caso, Andrés habría tenido el derecho a herir al Sr. Pérez de una manera similar: podría haberlo rasguñado en la mejilla con un vidrio. ¿Alguno de los alumnos cree que ésta sería la manera correcta de manejar la situación? Los sistemas de justicia más avanzados han instado a la gente a no tomar represalias por lo que se les hizo. Deben recurrir a los tribunales y obtener compensaciones legales. Es posible que alguien a quien le robaron no recupere todo su dinero, pero el ladrón sufrirá una condena en la cárcel y otras consecuencias legales por sus actos. Fue Mohandas K. Gandhi, un gran pacifista, quien dijo: “Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego”. Escriba este dicho en el pizarrón y pida a los alumnos que reflexionen al respecto. Renunciar al derecho a tomar represalias no significa que una persona no haya sido víctima de una equivocación. Sólo significa que la persona cree en una forma superior de justicia y está dispuesta a renunciar a su derecho a tomar represalias para que esa forma de justicia superior se pueda ejercer. Una persona que renuncia a su derecho a represalias es un líder en el más estricto sentido de la palabra.

B. Tienes razón, entonces ¿por qué te enojas?

Buda dijo una vez: “Tienes razón, entonces ¿por qué te enojas?” cuando le preguntaron cómo manejar las ofensas y agravios de los demás. A veces, cuando hay que enfrentar sentimientos de rabia es útil repetirse este dicho a uno mismo: “Tienes razón, entonces ¿por qué te enojas?” Señale que algunas veces nos enojamos, porque la otra persona no cede y no quiere admitir que tenemos razón. No obstante, podemos decírnoslo a nosotros mismos. En cualquier conflicto, hay dos versiones del cuento. Normalmente no nos enojamos sin razón, a menos que tengamos graves problemas sicológicos. A veces, nos ayuda a calmarnos el damos cuenta de que tenemos una razón válida para estar enojados, aunque la otra persona no lo entienda o no lo admita. Pregúnteles a los alumnos cómo bregan con sus propios sentimientos de enojo. ¿Qué hacen para calmarse? Cuénteles que se dice que guardar resentimiento a una persona es como tomar veneno y esperar que la otra persona muera por eso. Pídales a los alumnos que expliquen esta idea y opinen al respecto.

Actividades de refuerzo

Resumen

Duda razonable

Si es posible, sería interesante mostrar la película “Doce hombres sin piedad” en clase. Existen varias versiones de esta película. La trama básica es que se le presenta a un jurado de doce personas lo que parece evidencia sólida de que un joven cometió un asesinato. Una de las personas en el jurado cree que es razonable dudar que el joven no cometió el asesinato. Lentamente, esta persona convence al resto del jurado que el joven puede ser inocente. Es un estudio fascinante de cuán rápido la gente quiere condenar a otro sin darle el beneficio de la duda. También muestra el gran liderazgo del hombre que convenció a los otros once para que cambiaran su punto de vista.


Actividad para la casa