Sesión 4: Asunto de hombres

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PROPÓSITO El estudiante comprende que los homosexuales tienen los mismos derechos que los demás, más allá de su condición

Introducción

Preguntar qué piensan de la homosexualidad. Álvaro y Carlos ayudan a Adam quien es acosado por un grupo de muchachos que lo atacan por su condición de homosexual.


Lectura

Había otra persona en su clase además de Pinky cuya experiencia en la escuela secundaria era una pesadilla día tras día: Adam. Adam era “gay”. –Qué lástima –decían algunas de las chicas–. Es tan lindo. Y tan comprensivo… Adam era buen conocedor de la moda y podía relacionarse bien con las emociones de las chicas. A menudo exclamaba: “¡Chica!” cuando reconocía un bonito vestido a la moda o cuando entendía cómo se sentía alguna chica. Su propia apariencia era tradicionalmente masculina, a diferencia de la mayoría de sus gestos. Particularmente no le interesaban los deportes aunque sí se ejercitaba y tenía una estatura, físicamente imponente. Aunque era atractivo, de ninguna manera se acercaba románticamente a los hombres. En realidad, hacía todo lo que podía para parecer y actuar como todo el mundo. Sin embargo, era una de las cosas que todos “sabían” y Adam nunca lo negaba cuando se lo preguntaban. Soportaba con paciencia cuando algunos estudiantes, e incluso maestros, hacían bromas en contra de los homosexuales. Una vez, un chico abiertamente gay fue asaltado en los pasillos a causa de su “orientación sexual”. Los profesores no habían intervenido hasta que Sonia llegó y paró la bronca con la ayuda del señor Pérez. Debido a este incidente, la vida de Adam estaba llena de ansiedad, aunque trataba de parecer controlado. En ocasiones, como Pinky, Adam faltaba a la escuela para alejarse de toda la presión que sentía. Tenía que alejarse de vez en cuando de la sensación de ser un desadaptado. No sabía que algunos de los atletas planeaban embestirlo. Estaba en demasiada buena condición física como para ser intimidado, pero habían pensado que en grupo, combinado con la cobardía y delicadeza, que asumían que eran innatas en un gay, podrían darle una buena paliza y tal vez «despertarlo a ser más hombre».

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Los grandes debatieron si incluir a Carlos y Álvaro en el arremetida. Álvaro era tan impredecible que igual podría rebelarse contra el grupo como unírseles. Carlos, como su prima Alicia, era uno de los chicos «buenos» de la escuela. Nunca sabías cuando tomarían una posición, y por o general la que tomaba la terminaban tomando todos. El grupo de chicos intimidadores decidieron excluir a Álvaro y a Carlos. Rodearon a Adam en el vestuario, cercándolo. Al principio él trato de actuar con normalidad, haciendo bromas y tratando de distraerlos y desviar su hostilidad pero pronto se hizo obvio que iban en serio. Adam estaba entrando en pánico. Lo superaban en número, cinco a uno. Uno de ellos lo empujó de manera estrepitosa contra un casillero, lastimándole el hombro. Otro comenzó a insultarlo, abofeteándole la cara. Los otros tres comenzaron a golpearlo con sus puños en sus palmas (con las que él se protegía el rostro), como si estuvieran a punto de golpearlo en la cara. Álvaro y Carlos, en otra parte del vestuario, escucharon el alboroto y se miraron el uno al otro. Habían escuchado rumores de que esto sucedería y la voz suplicante de Adam junto con los insultos de los otros chicos dejó bastante en claro lo que estaba pasando. Ellos silenciosamente se vieron los ojos y entendieron la intención del otro. Ambos hubiesen afirmado que sentían una visceral repulsión a la idea de unas relaciones homosexuales pero, al mismo tiempo, Adam era un amigo. Alicia siempre decía “Nunca he conocido a un gay que no me agrade” y eso incluía a las lesbianas. Ella sentía que ellos eran personas muy sensibles que reaccionaban, en parte, contra la vulgaridad de algunas personas heterosexuales acerca del sexo. Al mismo tiempo, la idea de besar o tocar a alguien del mismo sexo en forma romántica hacía que su estómago literalmente se retorciera. –Son cinco –señaló Carlos a Álvaro. –Con Adam, somos tres –le recordó Álvaro–. Además, ellos no pelearán contra nosotros. Tan pronto les demos cara, se retirarán. –Eso espero –dijo Carlos. Él no estaba buscando pelea. Tenía claro que estar físicamente fuerte y grande, como de hecho lo estaba, significaba que uno tenía que ser más gentil con la gente. Muchos chicos querrían desafiarlo, pero él se mantenía bastante pacífico. Carlos y Álvaro se acercaron al grupo. Adam no se sintió aliviado al verlos, ya que no sabía si estaban viniendo para unirse a la paliza, a observarla o a detenerla. La tensión y miedo en su rostro fortaleció a los amigos en su decisión de ayudarlo. –Está bien chicos –entonó Álvaro–. Cálmense. –Sabes lo que es, Álvaro –protestó Ricardo, un jugador de fútbol. Álvaro encogió sus hombros. –Es un ser humano. Tiene derechos –se apresuró a contestar Carlos. –¿Qué derechos tiene un gay? ¿Crees en los derechos gay o qué? ¿Crees que deberían casarse? –desafió uno de los atacantes. –No, no creo –dijo Álvaro–. Sabes que el matrimonio es imposible entre dos personas del mismo sexo. Pero hay una gran distancia entre eso y golpearlos en un vestuario, ¿no? Un poco de respeto –les dijo y el grupo comenzó a sentirse incómodo. Cuando Álvaro habló de respeto, la mayoría de chicos sintieron que era mejor escuchar. Había pocos que se atrevían a faltarle el respeto a Álvaro y ahora estaba lanzando su poder social sobre Adam, como una capa, para protegerlo. Un par de miembros del equipo de básquet miraron a Carlos, buscando liderazgo. Carlos estaba muy calmado. –Sí, denle al chico un descanso –dijo para calmar la situación. Y continuó: –Él no les está haciendo ningún daño. –¡Es gay! –¿Si? Pues golpearlo no va a cambiar eso. Y no es precisamente un crimen –argumentó Carlos.

Los jugadores de básquet se acercaron a Carlos mientras hablaba. Él era su líder. –Vamos, Adam –señaló Álvaro, con un movimiento de su cabeza, sintiendo que el momento había pasado–. Vámonos. Adam se desprendió del grupo y con Carlos y Álvaro a sus costados, se retiró del vestuario con poco más que unas cuantas observaciones indistinguibles murmuradas y unas cuantas miradas del grupo que había ido a intimidarlo. –Eso fue intenso –suspiró Adam una vez que la puerta del vestuario se cerró detrás de ellos–. Gracias, chicos. Creo que debería reportar esto al señor Pérez. –Haz lo que quieras –dijo Álvaro, distante. –Cuida tus espaldas –le aconsejó Carlos. Luego, Álvaro y Carlos caminaron juntos a casa. –Eso fue intenso –dijo Álvaro–. No me siento tan bien con eso de haber ido a socorrer a Adam. –Yo sí –dijo Carlos firmemente–. Nunca es justo que cinco chicos vayan en contra de alguien. Creo que hicimos lo correcto. –Bueno, no quiero que Adam se me acerque –dijo Álvaro a la defensiva–. No quiero ser su héroe o algo por el estilo. –Él no te molestará –dijo Carlos muy seguro–. Adam no hace alarde de eso y parece que sabe lo suficiente para no acercarse a alguien así porque sí. En fin, lo justo es justo. Todos tienen derechos, incluyéndolo a él. Cinco contra uno es injusto, sin importar la forma en que lo veas. Álvaro se sintió aliviado por las firmes palabras de su amigo. –Tienes razón –asintió–. Hicimos lo correcto. –El dúo dinámico –se rió Carlos y Álvaro se rió también. Ellos tenían una notable amistad. Carlos se sentía más cercano a Álvaro que a cualquier otro hombre en la tierra, aparte de su propio padre: tanto o más que con un hermano. Él sabía que Álvaro sentía lo mismo. Era genial sentirse tan cercano a alguien que con sólo decir una palabra te entendía y seguía el juego a todo lo que tuvieras en mente. Tener un amigo como Álvaro había hecho que estar en la escuela fuera mucho más sencillo para Carlos y sabía que Álvaro sentía lo mismo. El vínculo del auténtico compañerismo. Carlos se preguntaba si Adam habría experimentado una amistad masculina como ésta, con la sensación de seguridad y confianza que sientes por alguien que sabes que recibiría una bala por ti y viceversa. Carlos y Álvaro estaban totalmente locos por el sexo opuesto y dinámicamente interesados en dos chicas geniales aprobadas por ambos. “¿Y si nunca había conocido a un amigo hombre como él…?”, sintió pena por Adam. Se estaba perdiendo de una de las cosas más grandiosas de la vida.

Escucha ahora la explicación del profesor

A. Homosexualidad

Los homosexuales tienen los mismos derechos y privilegios que cualquier otra persona en una sociedad democrática. Tal vez existan ciertos trabajos donde se presente mucha tensión como para que sea oportuno plantearse la conveniencia de que laboren en tales lugares, como por ejemplo empleos donde están expuestos continuamente a personas que encuentran atractivas, como varones jóvenes vulnerables. Dichas situaciones requieren una evaluación cuidadosa con el fin de ser justos con la población más vulnerable sin afectar estos derechos de la persona con homosexualidad. Y obviamente esto no está en contra de lo que esa persona, como todas las demás, pueda ofrecer a la sociedad.

Al mismo tiempo, la homosexualidad es definida médicamente como un trastorno de la identidad sexual6 . Muchos son homosexuales en respuesta a una experiencia traumática o confusa a edad temprana, que los apuntó hacia la homosexualidad7 . Muchos argumentarán que no tienen opción acerca de sus inclinaciones, nacieron sintiendo atracción hacia las personas de su mismo sexo, pero hace tiempo esta tesis viene demostrándose como falsa8 . Por otro lado es necesario decir que todos tienen una opción en las acciones que toman en la vida. Una cosa es sentir una inclinación y otra llevar a cabo acciones que pueden confirmar esa orientación. Un homosexual puede sentir la inclinación pero decidir no comprometerse en esas relaciones sexuales problemáticas.9

Es también cierto que las inclinaciones que pueden sentirse a veces en la adolescencia, con la edad, el deporte y el desarrollo de la personalidad y del carácter, desaparecen en la mayoría de los casos.10 En los casos en que persiste la inclinación es recomendable buscar el origen de algún trauma y cómo tratarlo. Muchas personas que han sentido esta inclinación han sido capaces de superarla a través de terapia y del apoyo de otros. Es muy importante recordar que no todas las personas con amaneramientos femeninos son homosexuales. Algunas personas fueron criadas delicadamente y exhiben comportamientos que son más comunes en las mujeres, pero esto no significa que son homosexuales. Tener pensamientos acerca de una persona del mismo sexo o incluso participar en un juego tonto no significa que tengamos una tendencia homosexual. Muchos hemos sentido, sobre todo cuando preadolescentes, una gran devoción y admiración por una persona del mismo sexo o hemos tenido dudas de si estábamos enamorados de esa persona sin que esto sea signo de algo serio. Admiración excesiva o “culto al héroe” tampoco es indicio de una tendencia homosexual. Tampoco una persona debería ser considerada homosexual porque tiene problemas para acercarse a las mujeres. Esto puede ser simplemente timidez o que no tuvo un modelo masculino cuando fue niño. Estas últimas características no son signos de homosexualismo y definitivamente pueden ser superadas si la situación es manejada adecuadamente. El terapeuta Richard Cohen11 cree que los hombres homosexuales llegan a superar su homosexualidad por medio de mantener una profunda y verdadera amistad con otro hombre que actúe de alguna manera como un padre sustituto en la vida de la persona. Un hombre que está dispuesto a dedicar el tiempo, puede ayudar a un homosexual a salir del homosexualismo supliendo las carencias y heridas, psicológicas y emocionales, que causaron Atracción al Mismo Sexo (AMS) en primer lugar. Y lo sostiene porque él mismo tuvo esta tendencia y logró reorientar este aspecto y muchos otros en su vida.


Actividades de refuerzo

“El transtorno de la identidad sexual puede diferenciarse del comportamiento de disconformidad con el papel del propio sexo (…). Este trastorno [de la identidad sexual] no se refiere al comportamiento de disconformidad con el papel del propio sexo, como, por ejemplo, los comportamientos de «marimacho» en las niñas y de «afeminado» en los niños. Por el contrario, el transtorno representa una profunda alteración del sentido de identidad del individuo con respecto a la masculinización o a la feminización.” (DSM-IV TR: Manual diagnóstico y estadístico de los transtornos mentales. Texto revisado. Código F 64.xx Transtorno de la identidad sexual).


Resumen

Derechos humanos

En las escuelas los estudiantes pueden tener opiniones diferentes y hasta sentimientos encontrados acerca de la homosexualidad. El rechazo que puede generar las expresiones sexuales de la homosexualidad no son expresiones de discriminación o repudio, son reacciones naturales a la actividad homosexual que contradice la inclinación natural de la persona humana hacia el sexo opuesto (por eso se exagera al decir que éste rechazo natural a la actividad homosexual es homofobia, cayéndose en una injusticia que vulnera a quien tiene esa aversión). Esto no quiere decir que las personas tienen derecho a golpear, dañar o degradar de otras formas a las personas con tendencias homosexuales. Es frecuente que en las escuelas los estudiantes menosprecien a cualquiera que sea diferente y no tienen idea de cuánto dolor causa a otros y cuán inmaduro es. Este es un problema que ya hemos tratado en Aaq y se trata del bullying o acoso escolar. Toda persona tiene derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad. Las personas tienen el derecho de no ser molestadas, ordenar sus vidas de la mejor manera posible, tal como cada uno de ellos lo hace. Odiando e hiriendo a otros no es una manera de cambiarlos o expresar el desacuerdo con la manera en la que ellos han elegido vivir. Expresarse de esta manera o agredir a otro a causa de una tendencia homosexual es, efectivamente, homofobia, y debe ser combatida en el colegio. Pero esto no implica influir en la forma de pensar de los alumnos que tienen una sensibilidad contraria a los actos y comportamientos homosexuales porque en ese caso se estaría vulnerando los derechos humanos de los otros. Si un planteamiento de un derecho humano nos lleva a desequilibrarnos, entonces ese planteo trae, de contrabando, algo más que un derecho humano y como docentes debemos estar atentos para ayudar a formar la sensibilidad de alumnos y alumnas en un tema tan espinoso.

Actividad para la casa

Analizar el texto buscando las ideas principales acerca de las actitudes más convenientes frente a una persona con tendencia homosexual y la utilidad de la terapia restaurativa.

La segunda postura (frente a una persona cercana que se declara homosexual) es la de una sincera aceptación de la persona, pues sabemos que no deja de ser él o ella, y la apreciamos en su totalidad. Sin embargo, aceptar no es sinónimo de aprobar. Aceptar significa dar cabida a una realidad, en lugar de negarla, rechazarla o huir de ella. Los duros juicios de rechazo y condena formulados contra la tendencia y actividad homosexuales no construirán nunca el puente de diálogo, sino que, por el contrario, acrecentarán cada vez más la brecha que nos separa de la comprensión de la homosexualidad. Venancio Ruiz, M.D. ¿Por qué la homosexualidad? Atracción al mismo sexo (AMS). http://www.courage-latino.org/recursos/34-ams/86-ipor-que-la-homosexualidad