Sesión 1: Economía y convivencia: tema de toda la familia

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PROPÓSITO El estudiante se esfuerce por vivir la libertad en cada uno de sus actos sin caer en libertinaje.

Introducción

La verdadera libertad no significa hacer lo que «nos da la gana».

Lectura

En estos días me he encontrado varias cosas respecto al trabajo dentro y fuera de casa. Así que mejor no dejo pasar la oportunidad y los pongo. Este es una parte de un cuento de León Tolstoi, escritor ruso. Elías La historia se desarrolla en el oriente de Europa entre gente de religión Islámica.

Cuenta que hubo en un pueblo un hombre muy rico que luego de diversos problemas lo perdió todo. Finalmente fue contratado por un vecino para que hiciera trabajos simples a cambio de casa y comida. Un día el nuevo «jefe» estaba con un pariente tomando kumiss (bebida de la zona). Mientras celebraban pasó Elías (así se llamaba el que fue rico y luego cayó en desgracia).

“Muhammad–Shah, al verle pasar, dijo a uno de sus invitados: –¿Has visto a ese anciano que pasó? –Sí –dijo el visitante–, ¿qué tiene de especial? –Sólo esto... que una vez fue el más rico de nosotros –respondió el anfitrión–. Se llama Elías. Tal vez le hayas oído nombrar. –Claro que le he oído nombrar. Nunca le vi antes, pero su fama se extendió a lo largo y a lo ancho.

–Sí, y ahora no le queda nada –dijo Muhammad–Shah–, y vive conmigo como peón. Su anciana mujer también está aquí... ordeña las yeguas. El huésped quedó atónito. Chasqueó la lengua, meneó la cabeza y dijo: –La fortuna gira como una rueda. Eleva a un hombre y baja al otro. ¿No lamenta el anciano todo lo que ha perdido? –¿Cómo saberlo? Vive en silencio y en paz, y trabaja bien. –¿Puedo hablarle? –preguntó el huésped–. Me gustaría preguntarle por su vida.

–¿Por qué no? –respondió el amo, y llamó desde el kibitka don-de estaban sentados. –Babay –dijo (pues en la lengua bashir eso significa «abuelo»)–, ven a beber kumiss con nosotros, y llama también a tu esposa. Elías entró con su esposa, y tras saludar al amo y los invitados, dijo una plegaria y se sentó cerca de la puerta. Su esposa se puso detrás de la cortina y se sentó con su ama.

Entregaron a Elías una copa de kumiss; él deseó buena salud a su amo y sus invitados, se inclinó, bebió un sorbo y dejó la taza. –Bien, papaíto –dijo el huésped que deseaba hablarle–, supongo que te sientes triste al vernos. Te hará recordar tu antigua prosperidad y tus presentes penurias.

Elías sonrió y dijo: –Si yo os dijera qué es la felicidad y qué es el infortunio, no me creeríais. Será mejor que le preguntéis a mi esposa. Ella es mujer, y lo que está en su corazón está en su lengua. Ella os dirá toda la verdad. El huésped se volvió hacia la cortina. –Bien, abuela –exclamó–, dime cómo se compara tu anterior felicidad con tu presente infortunio.

Y Sham–Shemagi respondió desde atrás de la cortina. –Esto es lo que pienso sobre ello. Mi anciano esposo y yo vivimos cincuenta años buscando la felicidad sin encontrarla, y sólo ahora, en estos dos últimos años, cuando no nos quedaba nada y tuvimos que vivir de nuestras manos, hemos hallado la verdadera felicidad, y no deseamos nada mejor que nuestra suerte actual.

Los huéspedes quedaron atónitos, y también el amo; incluso se levantó y corrió la cortina, para ver el rostro de la mujer. Ella, con los brazos cruzados, miró sonriendo a su anciano esposo, y Elías le sonrió a ella. La anciana continuó: –Digo la verdad, sin socarronería. Durante medio siglo buscamos la felicidad, y mientras éramos ricos nunca la encontramos. Ahora que no nos queda nada, y nos hemos puesto a trabajar como peones, hemos hallado tal felicidad que no deseamos nada mejor.

–¿Pero en qué consiste vuestra felicidad? –preguntó el huésped. –Pues en esto –respondió ella–. Cuando éramos ricos, mi esposo y yo teníamos tantas preocupaciones que no teníamos tiempo de hablarnos, ni de pensar en nuestra alma, ni de orar a Dios. Teníamos visitantes, y teníamos que pensar en la comida que debíamos servirles, y en los obsequios que debíamos darles, para que no hablaran mal de nosotros. Cuando se iban teníamos que vigilar a nuestros peones, que siempre procuraban eludir el trabajo y conseguir la mejor comida, mientras nosotros procurábamos obtener de ellos todo lo posible. Así pecábamos.

También temíamos que un lobo matara un potrillo o un becerro, o que los ladrones nos robaran los caballos. De noche permanecíamos en vela temiendo que las ovejas sofocaran a sus corderos, y nos levantábamos una y otra vez para verificar que todo estuviera en orden. En cuanto solucionábamos un problema, surgía otra preocupación. Verificar, por ejemplo, si había suficiente forraje para el invierno. Y además de eso, mi esposo y yo teníamos desavenencias. Él decía que había que hacer tal cosa, y yo decía lo contrario, y entonces reñíamos... pecando de nuevo. Así pasábamos de un problema al otro, de un pecado al otro, y no hallábamos la felicidad. –¿Y ahora?

–Ahora, cuando mi esposo y yo nos despertamos por la mañana siempre nos dirigimos una palabra cariñosa, y vivimos en paz, sin motivos para reñir. No tenemos preocupaciones, salvo servir a nuestro amo. Trabajamos tanto como nos lo permiten nuestras fuerzas, y lo hacemos con voluntad, para que nuestro amo no sufra pérdidas, sino que obtenga provecho de nosotros. Cuando regresamos, la cena está servida y hay kumiss para beber. Tenemos combustible para quemar cuando hace frío, y tenemos nuestra manta de piel. Y tenemos tiempo para charlar, tiempo para pensar en nuestras almas y tiempo para rezar. Durante cincuenta años buscamos la felicidad, pero sólo ahora la hemos hallado.”

La fórmula puede ser esta: no quedarse en la miseria que perjudica a la familia pero tampoco centrarse en el dinero olvidándose que la familia se construye con diálogo, con compañía, con amor. Para ambas cosas todos deben colaborar. Hoy quería escribir sobre el ahorro en la casa pero se me cruzó este genial cuento. Lo puse y luego me di cuenta que tiene que ver. Verás, el tema económico siempre es un problema de la pareja.

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Todo comienza en el noviazgo. En él no solamente se busca conocerse y quererse más, sino que también se tienen que poner las bases para mantener a la familia. Muchos novios no lo piensan a la hora de poner fecha y luego se lamentan.

Se tiene que tener un mínimo para casarse. Ese mínimo puede ser ingresos que permitan vivir con dignidad. También tener un lugar para vivir, de preferencia no en la casa de los padres de alguno de los esposos.

Unos consiguen casa, otros alquilan o a otros alguien les presta un lugar para comenzar. Son opciones que varían de acuerdo a cada circunstancia. Lo importante es pensarlo y no apresurarse demasiado.

Es importante que sepan planificar y para eso es necesario el diálogo y saber qué estilo de vida desean a futuro. El ritmo de la economía será marcado por el tipo de convivencia de la pareja. Elías y su esposa no lo pensaron mucho y para cuando reaccionaron fue necesario perder todo lo material para recuperar sus espacios de felicidad. En suma: para que lo económico no sea un estorbo debemos aprender a ahorrar en familia y, al mismo tiempo, también en familia, no centrarnos únicamente en el dinero.

Escucha ahora la explicación del profesor

ra en lugar de esclavizarte. Por eso tampoco cometas la estupidez de querer tener éxito si vives tan irracionalmente indomable como el río de montaña.

Actividades de refuerzo

Y de pronto el vigoroso río de montaña comenzó a disfrutar de una nueva sensación: la de toda su fuerza y la de su capacidad para dirigirla. Ya no se encontraba, él mismo, sometido inevitablemente a los vaivenes de las lluvias y los deshielos. Una extraña experiencia de serenidad y sosiego, podría convivir con la palpitación de toda su pujanza. De su brioso poderío. De su inagotable renovación. De su ritmo. De su vitalidad.

Resumen

Nuestro mundo busca la libertad, pero lo hace en la acumulación del tener y el poder, y olvidando esta verdad esencial: sólo es verdaderamente libre aquel al que no le queda nada que perder porque ya ha sido despojado, desprendido de todo; porque es libre de todos y de todo, y de él se puede decir en verdad que «ha dejado la muerte atrás», pues todo su «bien» está en Dios y únicamente en Él. Soberanamente libre es el que no ambiciona te científico «zek» para un proyecto que le han pedido que lleve a cabo y en el que se juega su carrera; de aombre.



Actividad para la casa

Sé creativa/o y busca los insumos necesarios para la creación del vídeo según el tema tratado en clase.