Diferencia entre revisiones de «Sesión 4: Nuestro futuro: no es cualquier cosa»

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== Lectura ==
== Lectura ==


'''WONDERSHARE FILMORA:''' Es un programa de edición de vídeo para que cualquier usuario aprende a utilizarlo de manera rápida y sencilla  
La visita de Adolfo había impresionado mucho a Betty. Los
demás días fue el comentario generalizado entre las chicas, sus ami-gas.
¿Qué tan cerca estaba la droga de ellas? No lo sabían con exactitud, pero
lo cierto era que debían estar prevenidas. Ella alguna vez había aceptado
un cigarro, de tabaco, pero no le había gustado. Luego de oír a Adolfo le
pareció aún mejor no ser fumadora... de nada. Estaba muy contenta con
estar sana.
Pero la salud no le duró mucho, ya que unos días después, por un
descuido, se pescó un resfrío atroz que la tuvo en cama casi toda una
semana.
Sus amigas desfilaban por su casa envidiando su condición «acostada
sin ir al colegio». Visto desde afuera parecían vacaciones, pero visto desde
la cama era una desgracia. El primer día la pasó durmiendo producto de la
fiebre, pero ya al atardecer del segundo estaba decididamente aburrida. Ni
la televisión que la familia había «sacrificado» para ella, la divertía. Hubiera
querido no tener esas vacaciones.
Una de las visitas más frecuentes era la de Juan. En realidad si a Juan
le preguntaban él instalaba su cuarto junto al de su novia, pero la mamá
de Betty lo dejaba estar sólo un rato. Además no se podía acercar mucho,
para no contagiarse.
Al cuarto día amaneció mejor y como era fin de semana, su mamá
invitó a sus amigos para que le dieran una sorpresa, viendo una película con
ella. La llegada de la banda fue todo un caos de saludos y charla.Además
la mamá de Betty había preparado bocaditos, así que en un principio la
película pasó a un segundo plano.
–¡Oye, qué buenas están estas salchichas! –Ramón no podía llenarse
más la boca.
–Y los dulces ¿los ha hecho tu mamá? –ahora el que hablaba con la
boca llena era Manuel.
–¡Oigan! –Julieta puso el alto un poco indignada–. Parece que sólo
vinieron a comer y no a estar con Betty.
En realidad fue como si le hablara a las paredes, o casi, ya que los
trogloditas siguieron comiendo pero esta vez «un poco más a escondidas».  




[[Archivo:niña2.JPG|thumb|200px]]
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–¿Cómo te sientes? –prefirió preguntar Julieta a Betty antes que seguir
peleando con los hombres.
–¡Mucho mejor, gracias! Ah, y no te preocupes por la comida, Julieta
–contestó en voz alta como para que los varones oyeran–. En la cocina hay
más.
–Se ve que tu mamá te quiere mucho –intervino Julia mientras Ramón
hacía desaparecer una de las últimas galletas de un plato y seguía con la
mirada la conversación–. Ya quisiera que mis padres se preocuparan así
por mí.
–Es que tener que estar estos días en cama me ha aburrido un poco,
pero también me ha ayudado a pensar más que en otras. Y tal vez esto les
ha preocupado un poco.
–¿Y en qué has estado pensando? –preguntó
Julieta–. No creo que en «la crisis mundial».
–Algo así...
–Betty, no exageres –fue lo único que atinó a decir
Juan, que algo sabía de las ideas de su novia.
–Sí, tal vez es exageración. Pero estamos en una etapa
en la que nos dicen que tenemos que ser responsables
ahora pensando en nuestro futuro y bueno... como tuve
tiempo me puse a jugar en mi mente con lo que podría
venirse... en general, digo.
–Pero no significa que tengas que preocuparte
«tanto» desde ahora –opinó Ramón entre un bocado de
torta y un trago de gaseosa.
–No sé, Ramón. Tal vez tengas razón y me estoy comprando problemas
gratis, pero no he podido dejar de pensar que ya va siendo hora de tomarse
algo en serio... bueno, en realidad, varias cosas. Desde que fue Adolfo
al colegio y nos contó su historia me he quedado pensando: ¿cuál es la
diferencia entre él y nosotros?
–Creo que más que gripe a ti te dio «síndrome de exagerada» –bromeó
Julieta que se estaba sintiendo algo incómoda con el tema– . Nosotros no
hemos llegado al extremo de drogarnos.
–Pero qué... ¿hay que esperar ese momento para preocuparnos y
empezar a tomar la vida con algo de seriedad?
Ahora Betty estaba algo indignada.
–Bueno, Bet, no te exaltes –la tranquilizó su novio–. Pero creo que
Betty tiene razón, Julieta. Creo que en el fondo es una cuestión de qué
decisiones vayamos tomando. Ya no somos chicos y lo que decidamos es
cada vez más importante. Una vez leí que las decisiones que uno toma le
dan forma a nuestra vida.


[[Archivo:niña2.JPG|thumb|200px]]
–¿Cómo es eso? –preguntó ahora interesada Julia mientras Ramón
salía a la cocina en busca de más «provisiones».
–Lo que decía este libro era que sólo basta pensar en la vida de cualquier
persona para darse cuenta que las decisiones que vaya tomando son las
que después desembocan en situaciones de vida más o menos favorables.
Ponían el ejemplo de dos hermanos: mismos padres, misma educación y
mismo nivel de inteligencia. Uno decidió en la adolescencia que estudiar
iba a ser una tarea importante en su vida (sin dejar de lado completamente
la diversión). El otro tomó una decisión completamente diferente: le dio
más importancia a la diversión y estudió siempre lo estrictamente indispensable. Cuando ambos llegaron a la universidad el primero pudo entrar,
con beca, a la mejor universidad... el otro a una mediocre y si no recuerdo
mal, pagando. Cuando los dos terminaron la carrera uno consiguió puesto
de gerente de banco y el otro solamente de supervisor. Creo que era así...
pero bueno, lo más importante es que la decisión de cada tipo marcó la
diferencia.
–¿O sea que tú dices que estudiar es la única decisión que nos puede
asegurar un buen futuro? –preguntó Manuel, mientras se limpiaba la boca
de mostaza.
–No sé. Para algunos tal vez sí. Pero lo que entendí es que no importa
de qué decisiones se trate, lo importante es que las tomes bien.
–Como con el alcohol o el tabaco –comentó Julia poniendo el dedo
en la llaga.
–Esta bien –interrumpió Ramón– pero tampoco se trata de «controlarlo»
todo. Podemos vivir como queramos y «pasarla bien» siempre y cuando no
caigamos en excesos.
–¿Y qué es para ti no caer en «excesos»? –preguntó incisiva Betty
mientras tomaba un bocadito de la fuente «de Ramón».
–Eh... Vivir tu vida bien, sin preocupaciones. No sé lo que haya leído
Juan, pero pienso que es ahora cuando tenemos que disfrutar de la vida
porque ahora somos jóvenes y no tenemos mayores complicaciones. Ya
después vendrá el tiempo de las «responsabilidades» y ahí se terminan las
diversiones... a la fuerza. No digo que no hay que asumir nunca nada, pero
mientras se pueda evitar, hay que disfrutar...
–Entonces la responsabilidad es... ¡para después! –evidentemente
Ramón no había escuchado a Juan... y a Juan le indignaba.
–Claro, Juan –esta vez era Julieta quien hablaba–. Para eso ellos son
los adultos, para hacerse cargo de la situación. A nosotros sólo nos queda
cumplir con lo que nos piden y tratar de pasarla bien.
–En todo caso no creo que lo que hagas ahora no influya en cómo
llegues a vivir –salió Betty a la defensiva–. Si no desarrollas buenos hábitos ahora tu vida será siempre una desgracia... puedes ser un mediocre como
hay tan...
[[Archivo:niña2.JPG|thumb|200px]]
En ese momento Betty se calló y se hizo un silencio pesado: Julia
estaba llorando.
–Julia, ¿qué pasa? –preguntó Julieta dándole un pañuelo.
La amiga estuvo callada un rato. Tomó aire y se decidió a hablar.
–Mis papás se la pasan recriminándose cuando se equivocan. Todo el
día están discutiendo.
–Calma, Julia, vas a ver cómo todo se resuelve –la consoló Betty–. Tal
vez tus papás cometieron algunos errores pero vas a ver que los van a
resolver. Creo que siempre se está a tiempo de tomar decisiones adecuadas.
–¿Crees que ellos se equivocaron al casarse?
En los ojos de Julia brilló una mirada de esperanza.
–No necesariamente. No soy tus papás y no sé que pasó por sus
cabezas al casarse. Pero me parece que más que nada se equivocaron
después, cuando ya estaban casados. Tal vez lo que les esté pasando es no
saber cómo tomar pequeñas decisiones... decisiones importantes para la
convivencia de todos los días. Cuando dos se casan lo hacen con mucho
amor. Es inútil buscar ahí la mala decisión. Si lo ves así creo que verás más
fácil la solución.
–Sí, todo va a salir bien... –completó Julieta conmovida.
Estas palabras ayudaron muchísimo a Julia. Los chicos no sabían
qué decir, solo guardaron silencio. Cuando Julia estuvo más tranquila
propusieron ver la película y pasaron
el resto de la tarde haciendo bromas
y comiendo.
Fue una buena tarde que incluso
Julia disfrutó.
De salida de la casa de Betty Juan
y Ramón caminaron juntos un trecho.
–Que pena lo de Julia. No
sabía que tenía esos problemas... –
dijo Ramón tocado todavía por la
anécdota.
–No debe ser muy lindo vivir así
–contestó Juan que también tenía la
idea dando vueltas en la cabeza.
–¡Ves! –dijo de pronto Ramón–.
Es como te digo: mejor no casarse y
evitarse líos.
–¡Qué simple! Tú por ahorrarte problemas serías capaz hasta de
renunciar a casarte.
–No veo otra salida, ¡son tantos casos de familias con problemas!
–El problema no es la familia, «genio». El problema es que no pensamos
bien las cosas. Me gustó lo que dijo Betty sobre los papás de Julia. No
sabemos si ellos lo pensaron bien o no y es muy duro juzgar a una persona
de lejos y sin saber. Pero si algo me deja esto es la experiencia de que esta
decisión, la de casarme, la voy a tomar con mucho detenimiento.
–Sí –contestó con sorna Ramón–. Porque si no, terminas como los
papás de Julia: tirando cada uno por su lado y no por la familia.
–Pero es que hasta eso no se si es tan así. Quiero decir, pensar bien con
quien me voy a casar no significa que ya tenga todo resuelto. No sé, me
da la impresión de que hay algo más. También me gustó la segunda parte
de lo que dijo Betty. El problema es otra vez la decisión, pero no la gran
decisión, sino las pequeñas decisiones, las de todos los días. Me quedo
pensando en eso de que las decisiones marcan tu vida. Creo que no es
definitorio... o sí...
–No te entiendo –dijo Ramón que trataba de seguir el razonamiento
de su amigo.
–Es que, es cierto, las decisiones hacen tu vida... por eso mismo siempre
puedes decidir ser mejor y hacer mejor las cosas. Por ejemplo, una pelea
siempre empieza por uno que dice o hace algo que a otro no le gusta... es
decir, decidió mal el que hizo la cosa o decidió mal el que se anticipa y de
inmediato busca la pelea...
–¿Dices que en una pelea hay dos malas decisiones?
–Exacto. Entonces bastaría con que uno de los dos vea bien lo que
dice o hace y decida por la paz para que todo se calme... aunque le duela el
orgullo. Es así como creo que tiene que ser la vida de casados.
–Entonces no importa qué decisión grande tomes, siempre y cuando
las chicas sean «conformistas».
–No es así. Las dos valen y se complementan. Todo es cuestión de saber
qué buscas y nunca perderlo de vista. Por eso pienso que el matrimonio
es posible... y no sé tú, pero yo la pienso bien pero no renuncio... buscaré
la mejor chica.
Ramón estuvo callado hasta que se despidieron. En el fondo sabía
que había mucho de cierto en las palabras de Juan... pero detestaba
reconocerlo. En lo que hace a Juan no se percató del silencio de su amigo,
secretamente, en su corazón, estaba hablando con su papá... le estaba
dando las gracias.


== Escucha ahora la explicación del profesor ==
== Escucha ahora la explicación del profesor ==

Revisión del 09:49 11 ago 2021

Computadora 1.JPG


PROPÓSITO El estudiante aprende cuales son las requerimientos mínimas para la instalación de programa a utilizar en clase para la edición de los vídeos.

Introducción



¿Cuales son las características mínimas para que el programa funcione? Lo primero que se debe de ver son los requerimientos mínimos que el programa requiere y de esta manera el programa se ejecute de manera optima en el ordenador.


Lectura

La visita de Adolfo había impresionado mucho a Betty. Los demás días fue el comentario generalizado entre las chicas, sus ami-gas. ¿Qué tan cerca estaba la droga de ellas? No lo sabían con exactitud, pero lo cierto era que debían estar prevenidas. Ella alguna vez había aceptado un cigarro, de tabaco, pero no le había gustado. Luego de oír a Adolfo le pareció aún mejor no ser fumadora... de nada. Estaba muy contenta con estar sana. Pero la salud no le duró mucho, ya que unos días después, por un descuido, se pescó un resfrío atroz que la tuvo en cama casi toda una semana. Sus amigas desfilaban por su casa envidiando su condición «acostada sin ir al colegio». Visto desde afuera parecían vacaciones, pero visto desde la cama era una desgracia. El primer día la pasó durmiendo producto de la fiebre, pero ya al atardecer del segundo estaba decididamente aburrida. Ni la televisión que la familia había «sacrificado» para ella, la divertía. Hubiera querido no tener esas vacaciones. Una de las visitas más frecuentes era la de Juan. En realidad si a Juan le preguntaban él instalaba su cuarto junto al de su novia, pero la mamá de Betty lo dejaba estar sólo un rato. Además no se podía acercar mucho, para no contagiarse. Al cuarto día amaneció mejor y como era fin de semana, su mamá invitó a sus amigos para que le dieran una sorpresa, viendo una película con ella. La llegada de la banda fue todo un caos de saludos y charla.Además la mamá de Betty había preparado bocaditos, así que en un principio la película pasó a un segundo plano. –¡Oye, qué buenas están estas salchichas! –Ramón no podía llenarse más la boca. –Y los dulces ¿los ha hecho tu mamá? –ahora el que hablaba con la boca llena era Manuel. –¡Oigan! –Julieta puso el alto un poco indignada–. Parece que sólo vinieron a comer y no a estar con Betty. En realidad fue como si le hablara a las paredes, o casi, ya que los trogloditas siguieron comiendo pero esta vez «un poco más a escondidas».


–¿Cómo te sientes? –prefirió preguntar Julieta a Betty antes que seguir peleando con los hombres. –¡Mucho mejor, gracias! Ah, y no te preocupes por la comida, Julieta –contestó en voz alta como para que los varones oyeran–. En la cocina hay más. –Se ve que tu mamá te quiere mucho –intervino Julia mientras Ramón hacía desaparecer una de las últimas galletas de un plato y seguía con la mirada la conversación–. Ya quisiera que mis padres se preocuparan así por mí. –Es que tener que estar estos días en cama me ha aburrido un poco, pero también me ha ayudado a pensar más que en otras. Y tal vez esto les ha preocupado un poco. –¿Y en qué has estado pensando? –preguntó Julieta–. No creo que en «la crisis mundial». –Algo así... –Betty, no exageres –fue lo único que atinó a decir Juan, que algo sabía de las ideas de su novia. –Sí, tal vez es exageración. Pero estamos en una etapa en la que nos dicen que tenemos que ser responsables ahora pensando en nuestro futuro y bueno... como tuve tiempo me puse a jugar en mi mente con lo que podría venirse... en general, digo. –Pero no significa que tengas que preocuparte «tanto» desde ahora –opinó Ramón entre un bocado de torta y un trago de gaseosa. –No sé, Ramón. Tal vez tengas razón y me estoy comprando problemas gratis, pero no he podido dejar de pensar que ya va siendo hora de tomarse algo en serio... bueno, en realidad, varias cosas. Desde que fue Adolfo al colegio y nos contó su historia me he quedado pensando: ¿cuál es la diferencia entre él y nosotros? –Creo que más que gripe a ti te dio «síndrome de exagerada» –bromeó Julieta que se estaba sintiendo algo incómoda con el tema– . Nosotros no hemos llegado al extremo de drogarnos. –Pero qué... ¿hay que esperar ese momento para preocuparnos y empezar a tomar la vida con algo de seriedad? Ahora Betty estaba algo indignada. –Bueno, Bet, no te exaltes –la tranquilizó su novio–. Pero creo que Betty tiene razón, Julieta. Creo que en el fondo es una cuestión de qué decisiones vayamos tomando. Ya no somos chicos y lo que decidamos es cada vez más importante. Una vez leí que las decisiones que uno toma le dan forma a nuestra vida.

–¿Cómo es eso? –preguntó ahora interesada Julia mientras Ramón salía a la cocina en busca de más «provisiones». –Lo que decía este libro era que sólo basta pensar en la vida de cualquier persona para darse cuenta que las decisiones que vaya tomando son las que después desembocan en situaciones de vida más o menos favorables. Ponían el ejemplo de dos hermanos: mismos padres, misma educación y mismo nivel de inteligencia. Uno decidió en la adolescencia que estudiar iba a ser una tarea importante en su vida (sin dejar de lado completamente la diversión). El otro tomó una decisión completamente diferente: le dio más importancia a la diversión y estudió siempre lo estrictamente indispensable. Cuando ambos llegaron a la universidad el primero pudo entrar, con beca, a la mejor universidad... el otro a una mediocre y si no recuerdo mal, pagando. Cuando los dos terminaron la carrera uno consiguió puesto de gerente de banco y el otro solamente de supervisor. Creo que era así... pero bueno, lo más importante es que la decisión de cada tipo marcó la diferencia. –¿O sea que tú dices que estudiar es la única decisión que nos puede asegurar un buen futuro? –preguntó Manuel, mientras se limpiaba la boca de mostaza. –No sé. Para algunos tal vez sí. Pero lo que entendí es que no importa de qué decisiones se trate, lo importante es que las tomes bien. –Como con el alcohol o el tabaco –comentó Julia poniendo el dedo en la llaga. –Esta bien –interrumpió Ramón– pero tampoco se trata de «controlarlo» todo. Podemos vivir como queramos y «pasarla bien» siempre y cuando no caigamos en excesos. –¿Y qué es para ti no caer en «excesos»? –preguntó incisiva Betty mientras tomaba un bocadito de la fuente «de Ramón». –Eh... Vivir tu vida bien, sin preocupaciones. No sé lo que haya leído Juan, pero pienso que es ahora cuando tenemos que disfrutar de la vida porque ahora somos jóvenes y no tenemos mayores complicaciones. Ya después vendrá el tiempo de las «responsabilidades» y ahí se terminan las diversiones... a la fuerza. No digo que no hay que asumir nunca nada, pero mientras se pueda evitar, hay que disfrutar... –Entonces la responsabilidad es... ¡para después! –evidentemente Ramón no había escuchado a Juan... y a Juan le indignaba. –Claro, Juan –esta vez era Julieta quien hablaba–. Para eso ellos son los adultos, para hacerse cargo de la situación. A nosotros sólo nos queda cumplir con lo que nos piden y tratar de pasarla bien. –En todo caso no creo que lo que hagas ahora no influya en cómo llegues a vivir –salió Betty a la defensiva–. Si no desarrollas buenos hábitos ahora tu vida será siempre una desgracia... puedes ser un mediocre como hay tan...

En ese momento Betty se calló y se hizo un silencio pesado: Julia estaba llorando. –Julia, ¿qué pasa? –preguntó Julieta dándole un pañuelo. La amiga estuvo callada un rato. Tomó aire y se decidió a hablar. –Mis papás se la pasan recriminándose cuando se equivocan. Todo el día están discutiendo. –Calma, Julia, vas a ver cómo todo se resuelve –la consoló Betty–. Tal vez tus papás cometieron algunos errores pero vas a ver que los van a resolver. Creo que siempre se está a tiempo de tomar decisiones adecuadas. –¿Crees que ellos se equivocaron al casarse? En los ojos de Julia brilló una mirada de esperanza. –No necesariamente. No soy tus papás y no sé que pasó por sus cabezas al casarse. Pero me parece que más que nada se equivocaron después, cuando ya estaban casados. Tal vez lo que les esté pasando es no saber cómo tomar pequeñas decisiones... decisiones importantes para la convivencia de todos los días. Cuando dos se casan lo hacen con mucho amor. Es inútil buscar ahí la mala decisión. Si lo ves así creo que verás más fácil la solución. –Sí, todo va a salir bien... –completó Julieta conmovida. Estas palabras ayudaron muchísimo a Julia. Los chicos no sabían qué decir, solo guardaron silencio. Cuando Julia estuvo más tranquila propusieron ver la película y pasaron el resto de la tarde haciendo bromas y comiendo. Fue una buena tarde que incluso Julia disfrutó. De salida de la casa de Betty Juan y Ramón caminaron juntos un trecho. –Que pena lo de Julia. No sabía que tenía esos problemas... – dijo Ramón tocado todavía por la anécdota. –No debe ser muy lindo vivir así –contestó Juan que también tenía la idea dando vueltas en la cabeza. –¡Ves! –dijo de pronto Ramón–. Es como te digo: mejor no casarse y evitarse líos.

–¡Qué simple! Tú por ahorrarte problemas serías capaz hasta de renunciar a casarte. –No veo otra salida, ¡son tantos casos de familias con problemas! –El problema no es la familia, «genio». El problema es que no pensamos bien las cosas. Me gustó lo que dijo Betty sobre los papás de Julia. No sabemos si ellos lo pensaron bien o no y es muy duro juzgar a una persona de lejos y sin saber. Pero si algo me deja esto es la experiencia de que esta decisión, la de casarme, la voy a tomar con mucho detenimiento. –Sí –contestó con sorna Ramón–. Porque si no, terminas como los papás de Julia: tirando cada uno por su lado y no por la familia. –Pero es que hasta eso no se si es tan así. Quiero decir, pensar bien con quien me voy a casar no significa que ya tenga todo resuelto. No sé, me da la impresión de que hay algo más. También me gustó la segunda parte de lo que dijo Betty. El problema es otra vez la decisión, pero no la gran decisión, sino las pequeñas decisiones, las de todos los días. Me quedo pensando en eso de que las decisiones marcan tu vida. Creo que no es definitorio... o sí... –No te entiendo –dijo Ramón que trataba de seguir el razonamiento de su amigo. –Es que, es cierto, las decisiones hacen tu vida... por eso mismo siempre puedes decidir ser mejor y hacer mejor las cosas. Por ejemplo, una pelea siempre empieza por uno que dice o hace algo que a otro no le gusta... es decir, decidió mal el que hizo la cosa o decidió mal el que se anticipa y de inmediato busca la pelea... –¿Dices que en una pelea hay dos malas decisiones? –Exacto. Entonces bastaría con que uno de los dos vea bien lo que dice o hace y decida por la paz para que todo se calme... aunque le duela el orgullo. Es así como creo que tiene que ser la vida de casados. –Entonces no importa qué decisión grande tomes, siempre y cuando las chicas sean «conformistas». –No es así. Las dos valen y se complementan. Todo es cuestión de saber qué buscas y nunca perderlo de vista. Por eso pienso que el matrimonio es posible... y no sé tú, pero yo la pienso bien pero no renuncio... buscaré la mejor chica. Ramón estuvo callado hasta que se despidieron. En el fondo sabía que había mucho de cierto en las palabras de Juan... pero detestaba reconocerlo. En lo que hace a Juan no se percató del silencio de su amigo, secretamente, en su corazón, estaba hablando con su papá... le estaba dando las gracias.

Escucha ahora la explicación del profesor

REQUERIMIENTOS

  • Sistema Operativo: A partir de Windows 7 en adelantarte. Mac OSX 10.11 o Superior
  • Procesador: Core i3 o superior, 2 GHz o superior
  • RAM: Al menos 4GB de RAM



Actividades de refuerzo

OTRAS FUNCIONES

  • Ajustes de los colores.
  • Detección de escenas.
  • Corregir.
  • Reparar.
  • Efecto en la velocidad.
  • Pantalla Croma.
  • Pantalla partida.
  • Efectos de color.
  • Captura de pantalla de la PC.
  • Estabilizador del video.


Resumen

Hemos aprendido a reconocer los requerimientos mínimos para la instalación y las características de nuestro ordenador

Actividad para la casa

Sé creativa/o y busca los insumos necesarios para la creación del vídeo según el tema tratado en clase.