Diferencia entre revisiones de «Sesión 4: Buscando una auténtica ayuda»

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== Resumen ==
== Resumen ==
Hemos aprendido a reconocer los requerimientos mínimos para la instalación y  las características de nuestro ordenador
'''Los pasos hacia el perdón y la sanación.'''


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"Puede una mujer experimentar el perdón y la sanación después de un aborto?"
 
Aquí resumo brevemente los pasos que fueron necesarios para mí y para otras mujeres que fueron víctimas de esta tragedia".
 
1. Experimentar el proceso de duelo.
 
El duelo es un sentimiento sano. Es un momento triste e incómodo pero hay que vivirlo necesariamente. La cólera, la incapacidad para perdonar a todos los que directa o indirectamente se implicaron en el aborto, la culpabilidad, la tristeza indecible por la destrucción del bebé, se entrelazan en la experiencia. Pero uno debe llegar a sobreponerse a estos sentimientos y reconocer el duelo como parte del proceso que conduce a la sanación.
 
2. Deseo de perdonarse uno a sí mismo.
 
El perdón de sí mismo es quizá la fase más difícil de todo este recorrido. Uno ha reducido a añicos su propia imagen, creyendo haber cometido el más detestable de los pecados. Muchas de nosotras sentimos la necesidad de castigarnos a nosotras mismas a consecuencia del aborto cometido. Al experimentar personalmente el amor de Dios y su perdón, he descubierto que Dios no es el Juez iracundo que yo veía en El cuando era niña, sino que es un Dios que quiere que yo esté en paz y que se acabe mi propio silencioso sufrimiento. Dios sabía que, como seres humanos que somos, íbamos a cometer el pecado, pero Dios, como padre amoroso que es, está dispuesto al perdón.
 
3. Aceptar que uno sí cometió un pecado.
 
Cuando por fin uno ha llegado a perdonarse a sí mismo, ya ha superado un gran obstáculo. Confiando que hemos sido perdonados, buscamos que se termine el sufrimiento y el dolor que nos hemos infligido nosotros mismos y comenzamos a caminar hacia la sanación. Admitimos nuestro pecado y nos responsabilizamos de la acción que hemos cometido. "En verdad lo hice. No puedo deshacer lo que hice pero espero ser perdonada". Háblele a Dios; El comprende y reconoce el verdadero arrepentimiento. Si no tiene una oración propia suya, le ofrezco ésta que yo empleé:
 
"Padre Celestial, vengo ahora a confesarte el pecado de aborto que he cometido. Por mis propias acciones he traído el tormento y la muerte a mi hijo y mucha tribulación a mí misma. Te ruego, Señor, me perdones. Al reconocer que por mi propia voluntad he destruído mucho en mi propia vida, te pido tu ayuda para vivir de acuerdo con el plan que tienes para mí. Como tu hija que soy, te pido que sanes cada parte de mi mente y de mi cuerpo que sufre todavía de las consecuencias del aborto y dame tu paz. Te agradezco el amor que me tienes y la piedad que me demuestras. En el nombre de Jesús. Amén".
 
3. Decidirse a perdonar a otros.
 
La desaparición de los sentimientos de amargura y de rabia hace parte de la sanación. Necesitamos pedir a Dios ayuda para perdonar a todas las personas que hayan podido influir en la decisión de abortar. Necesitamos perdonar al personal de la clínica de abortos. A veces esto parece imposible, pero con la ayuda de Dios se torna posible.
 
4. Experimentar la realidad.
 
Para muchas de nosotras el tiempo que sigue al aborto es un tiempo de negación. Este mecanismo de defensa se apodera de nuestros cuerpos y de nuestras mentes hasta que seamos capaces de manejar este tremendo dolor y esa sensación de pérdida. Cuando por fin somos capaces de lograrlo, debemos enfrentar el dolor y poner cara a la realidad de nuestra acción. Y hacerlo paso a paso. No importa lo doloroso que pueda ser, es parte del proceso de sanación.
 
5. Establecer una relación con el niño abortado.
 
Esto es algo íntimo y a la vez doloroso que hay que hacer. Pensando que el niño abortado fue justamente eso - un niño - uno puede comenzar a hablarle durante los momentos tranquilos. La aflicción que tal vez uno llegue a sentir puede ser ciertamente saludable y es sin duda necesario experimentarla para lograr perdonarse a sí misma. En estos momentos uno tiene que abrirse a sus propios sentimientos.
 
6. Llegar a otros.
 
Cada una de nosotras decide cómo alcanzar a otras personas. Cuando nos ponemos en contacto con otras personas que están heridas, surgen sentimientos agradables, positivos, respecto de nosotras mismas. El mismo perdón y la misma sanación que estamos experimentando pueden ofrecérseles a ellas también. Y una decisión que debemos tomar en consideración cada una de nosotras es la de comprometernos en la lucha contra la legalización del aborto. El perdón y la sanación que hemos conocido nos darán, sin duda, la fuerza para compartir con otros esa paz que hemos logrado.


== Actividad para la casa ==
== Actividad para la casa ==

Revisión actual del 12:45 23 ago 2021

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PROPÓSITO Que comprendan que siempre habrá quien presente soluciones engañosas a los problemas de la vida.

Introducción

Una amiga quiere abortar ¿qué argumentos utilizarían para que no lo haga? ¿Quiénes están de a cuerdo con que aborte? Siguen las discusiones acerca del aborto. Varios de los amigos se suman al asunto y buscan formas concretas de ayudar a Lucía.

Lectura

–Un momento, señor –interrumpió Bárbara–. Una vez oí por televisión que un doctor decía que como el «feto» depende de la madre, en realidad no se puede hablar de una nueva vida, sino de una parte del cuerpo de ella. Como la madre es libre de hacer lo que quiera con su cuerpo, ella puede... «interrumpir su embarazo» sin problemas. No está matando a nadie.

–Sabes, Bárbara, eso no es ni cierto ni tiene base científica –respondió Alfredo comprensivo–. Lo que sucede es que detrás del aborto hay un gran negocio. Es realmente el negocio más sucio del mundo, junto con el narcotráfico. Los abortos son negocio y buscan su “venta” haciéndolo pasar como una “ayuda”. Pero el dolor que causan, no sólo a la vida que eliminan, sino a la mujer, no les importa para nada.

–Pero como al resto de la gente sí nos importa la vida y normalmente no queremos asesinar a nadie –complementó Sonia–, ellos nos tratan de engañar, disfrazando sus acciones de «científicas» y utilizando argumentos sentimentales y un vocabulario especial para suavizar el concepto, como la que usaste de «interrumpir» un embarazo, como si existiera la posibilidad de volverlo a echar a andar. Y que es “parte del cuerpo de la mujer”… Mira, por ejemplo, lo que dice este libro al respecto: ...el hecho de que en una determinada fase de su vida el hijo necesite el ambiente del vientre materno para subsistir no implica que sea una parte de la madre. Desde la fecundación tiene ya su propio patrimonio genético, distinto del de la madre, y su propio sistema inmunológico diferente también del de la madre, con quien mantiene una relación similar a la del astronauta y su nave: si saliese de ella moriría, pero no por estar dentro forma parte de la nave. Bárbara se sintió acorralada.

–¿Y qué solución proponen? –exigió haciéndose la ofendida.

–Bueno –contestó sin perder la paz Sonia–, si la situación realmente es tan difícil, siempre cabe la posibilidad de dar al niño en adopción. –¡Eso sería terrible! –saltó Bárbara de su asiento–. Sería un crimen. ¿Cómo una madre podría tener un hijo y regalarlo? Es algo desnaturaliza - do. Para eso... mejor no tenerlo.

–Médicamente hablando lo que más se parece a un crimen es abortar –dijo Alfredo–. Esa criatura ya vive. No tienes que oírlo llorar para darte cuenta de eso. Basta verlo en el ecógrafo. Se hizo un silencio incómodo. Bárbara enfiló enojada y derrotada hacia la puerta.

–Bueno, hagan lo que quieran –dijo despectiva–. Allá ustedes si le complican la vida a esta pobre chica... yo me voy. Cuando Bárbara salió se notó una distensión en el ambiente. De todas formas la presión sobre Lucía había sido mucha. Sonia se dio cuenta.

–Creo que mejor vamos a que descanses un rato –le ofreció–, ¿quieres, Lucía? Lucía asintió mecánicamente. Ambas subieron al segundo piso de la casa. Entonces Andrés y Betty entraron en la sala.

–Parece que la ayudamos –dijo con emoción Betty.

–Hay que esperar –contestó pensativo Alfredo.

–¿Cómo puede ser que una mujer llegue al extremo de pensar en matar a su hijo? –preguntó Andrés mientras se acomodaba junto a Elena.

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–Simplemente piensa en Lucía –le propuso su tío–: un error, la carencia de afecto, una idea errada de la sexualidad y se termina en un embarazo sin el contexto adecuado. La gente cree que insistir en el matrimonio como parte fundamental de la sexualidad es una exageración... hasta que se topan con esto y no saben ya qué hacer. Muchas mujeres son dejadas solas. El misterio de la vida, que debería llenar de alegría, en vez, de angustia y temor. Lucía está teniendo una batalla interior terrible: sabe que su hijito sigue creciendo, pero al mismo tiempo piensa en sus propios padres que ella cree que se enojarán, en su novio que la dejó, y en la sociedad, que la aislará. La sociedad tiene gran peso: primero invita a «liberar impulsos» para luego recriminar a la mujer y dejarla sola. Alfredo sentía que se había hecho médico precisamente para ayudar y defender a vidas inocentes y hablaba con emoción sobre esto.

–Entonces la mujer –continuó–, que está preparada toda ella para ser madre, entra en crisis. Pierde referencias y lo que es algo evidente: que a los hijos se los ama y se los defiende, se convierte en algo sumamente complicado que no sabe cómo resolver. Es entonces que proponen el aborto como una solución. Se comete una doble barbaridad: al chico se le quita la vida y al cuerpo de la madre, que se ha preparado para recibir a este nuevo ser, ahora sabemos que queda dañada también. Si procura abortar el primer embarazo, queda a riesgo del cáncer del seno. Y no todo queda ahí. A la madre se le daña psicológicamente y la mayoría de las mujeres, luego de esta experiencia, terminan traumatizadas, muchas veces con problemas graves de pesadillas y constantes recuerdos del hijo que mataron. Los psicólogos lo llaman «síndrome post–aborto», que puede llevar a depresiones y a una búsqueda enfermiza de «reponer» al niño. Claro que hay madres desnaturalizadas que han perdido hasta tal punto su conciencia que lo hacen aun sabiendo de qué se trata… pero éste no es el caso de Lucía. Por eso la mejor forma de ayudarla es salvando a su hijo.

–¿Pero cómo? –preguntó esperanzada Elena–. ¿Qué podemos hacer? –Mucho –contestó Alfredo–. Ustedes son sus amigos. Ella necesita apoyo, atención, alguien que esté alrededor mostrándole cariño y comprensión, aunque el tema del embarazo no se toque. Piensen que ella está asustada e insegura... pues entonces denle seguridad para que pueda pensar bien las cosas y encuentre salidas a su problema. No hay que recriminarle que haya llegado a este problema. Ella lo sabe mejor que nadie y lo comprenderá mejor aún andando el tiempo. Ahora lo importante es rescatar a la persona. Que se libere un poco de presiones para poder pensar y, sobre todo, enamorarse de esa vida que está en su seno. Creo que la mejor forma de ayudar a una mujer que está con dudas sobre si abortar o no es hacerle ver que hay alguien ahí dentro que la ama por encima de cualquier cosa en el mundo. Alguien para quien ella es especial e imprescindible y que, por tanto, espera todo de ella. Porque está cerca de su corazón y ese latido, ese «pum–pum» acompasado, es para él el sonido más familiar, hermoso y seguro del mundo. Si una madre se da cuenta de eso es capaz de defender a su hijo con uñas y dientes. Hay que darle una oportunidad, que se asome tal vez un poquito a ese mundo tan especial. En ella despertará la madre que las circunstancias y los intereses económicos quieren adormecer.

Entonces los tres se pusieron a hablar acerca de qué cosas deberían hacer. Lo primero sería buscar a los demás, a los más allegados al grupo, como Joaquín, a Juan. Organizarían salidas en las que Lucía estuviese bien acompañada.

Por su parte Alfredo y Sonia estudiarían la problemática de los papás y qué hacer con el niño. Había opciones. El último recurso sería dar el bebé en adopción, asegurándose de que llegue a una familia sana que lo ame y lo cuide. Pero Alfredo pensaba que no sería necesario, y que Lucía, al ver a su hijo, se iba a jugar por él. Lo mismo pensaba sobre la actitud de los nuevos «abuelos» que aún no sabían que lo eran. Claro que no sería un trago fácil de pasar, sobre todo para una familia que salía de una crisis. Pero él estaba convencido de que en situaciones de este tipo y con un poco de esfuerzo y comprensión, la gente suele mostrar su mejor cara. Andrés escuchaba todo con atención. Eran muchas cosas nuevas, situaciones injustas y duras que iba descubriendo de un mundo complicado. Pero de algún modo el hecho de que Alfredo los invitara a hacer algo para ayudar lo hacía sentir mejor, con menos dudas. Era un comienzo.


Mientras tanto, arriba, en la habitación de Alfredo, otra batalla se estaba librando. En cuanto entraron Lucía se tiró a la cama y dio rienda suelta a su llanto.

–¿Por qué...? –gritaba–. ¿Cómo pude ser tan estúpida...? Esto me va a arruinar la vida... ¡Soy una idiota! –y así siguió llorando por un largo rato. Sonia primero se mantuvo a prudente distancia, pero una vez que pasó el primer estallido se acercó y acarició su cabeza.

–Tú sabes que en el fondo no quiero hacerlo, Sonia –dijo Lucía en cuanto se sintió un poco desahogada.

–Lo sé, amiga –le dijo la profesora.

–Pero es tan difícil... –se quejó la muchacha.

–También lo sé –afirmó Sonia mientras enjugaba sus lágrimas–. Pero piensa que no estarás sola. Además es mucho lo que tienes por ganar. Lucía se fue tranquilizando. Finalmente se quedó dormida. Al poco rato despertó con todos los pelos en la cara y los ojos hinchados. Levantó la vista y pudo sonreír.

–No lo hará –pensó Sonia–. Ahora tenemos que apoyarla con más fuerza.

–Alguien tendrá que decírselo a mis papás –dijo Lucía, dando a entender que su decisión estaba tomada.

–Serás tú misma... –le dijo Sonia poniendo sus manos entre las suyas–. Pero si quieres estaremos allí para ayudarte. Lucía no pudo más y abrazó llorando a su inesperada amiga. Eran lágrimas de emoción. Después de tanta decisión tonta, sabía que por fin empezaba a recuperar el control.

Escucha ahora la explicación del profesor

1. Las mentiras y el negocio

No toda la información que nos hacen llegar es seria o científica. Recordemos que los medios se mueven en base al producto que desean colocar. Por lo tanto resulta cómodo informar «a medias» sobre algunos aspectos de la vida en beneficio del que comercia el producto. Es así que se cae en el engaño. La responsabilidad de las personas radica en informarse bien. Se debe desarrollar en lo alumnos un espíritu de análisis que los lleve a buscar la verdad de las cosas para que no se dejen engañar. En el caso del aborto muchos de los que lo practican niegan que exista vida antes del nacimiento (con diversas posturas referentes al tiempo), por lo que no se estaría matando a nadie. El aborto es un gran negocio ya que estamos hablando de una operación que tiene costos elevados. Es lógico que si una persona está metida en el negocio de abortar, motive a su futura «cliente» con todos los recursos que tenga a mano (el miedo, la culpa, la soledad, la ansiedad) para que «consuma su producto».

2. El estatuto del embrión humano

Pero veamos que dicen otras fuentes de información más serias: “Los conocimientos científicos sobre el neo-concebido en su primerísima fase de existencia unicelular (el zigoto) nos permiten tener la certeza de que se trata de un nuevo ser humano, diverso y distinto de sus padres: nos encontramos ante un cuerpo de un ser humano, desde el momento que su genoma es humano, como es humano el diseño-proyecto en él inscrito”1 Por otro lado, el hecho de que en una determinada fase de su vida el hijo necesite el ambiente del vientre materno para subsistir no implica que sea una parte de la madre. Desde la fecundación tiene ya su propio patrimonio genético, distinto del de la madre, y su propio sistema inmunológico diferente también del de la madre, con quien mantiene una relación similar a la del astronauta y su nave: si saliese de ella moriría, pero no por estar dentro forma parte de la nave.

3. Matrimonio y sociedad: soledad de la mujer

Ante la claridad de los hechos muchos podrán preguntarse qué lleva a una madre a realizar tal acto. En el texto de alumno se analizan algunas de estas causas: ...un error, la falta de afecto, una idea errada de la sexualidad y terminó en un embarazo sin el contexto adecuado. La gente cree que insistir en el matrimonio como parte fundamental de la sexualidad es una exageración... hasta que se topan con esto y no saben ya qué hacer. Muchas mujeres son dejadas solas. El misterio de la vida, que debe llenar de alegría, llena de angustia y temor. Lucía está teniendo una batalla interior terrible: sabe que su hijito sigue creciendo, pero al mismo tiempo piensa en sus propios padres, que ella cree que se enojarán, en su novio, que la dejó, y en la sociedad, que la aislará. La sociedad tiene gran peso: primero invita «liberar impulsos», luego recrimina a la mujer y la deja sola. No se trata de justificar el embarazo precoz. Lo que se hace es analizar las circunstancias o hechos que llevan a una joven a tomar esta decisión. Desde un análisis en «frío» se puede prevenir este tipo de situaciones en las cuales la mujer se siente sin salida y cree que la única alternativa es matar a su hijo. Pierde la conciencia que está preparada para ser madre y se vuelve algo sumamente difícil, cuando en realidad no lo es. De esto se aprovechan algunos profesionales inescrupulosos que sólo piensan en los beneficios económicos. En realidad manipulan a la mujer desde su problema.

4. Doble crimen

Se comete un doble crimen: al chico se le quita la vida pero a la madre se le daña la conciencia, esa voz interior que dice que cada mujer está hecha para traer nuevas vidas a la tierra. Hay mujeres que saben lo que hacen, pero la mayoría, luego de esta experiencia, terminan arrepentidas o traumatizadas, llorando el hijo que mataron. A esto los especialistas lo llaman «síndrome post-aborto» el cual puede llevar a depresiones o a un deseo casi obsesivo de reponer al hijo perdido.

5. Maternidad, verdadera ayuda

Se puede ayudar efectiva y afectivamente a las mujeres o adolescentes que se encuentran en esta situación conteniéndolas en lo que necesitan: compañía, apoyo, comprensión y afecto. Evitando la censura y la culpa. Esto la ayudará a sentirse menos presionada y tensa y así pensar mejor. Otro punto importante a rescatar es el hecho de la maternidad. Toda mujer puede encontrar la fuerza y la motivación necesaria cuando se descubre necesitada por el niño que lleva dentro. Además desarrollar la conciencia del niño que está vivo y espera cariño y cuidados de ella, ayudará a entender la importancia de su propia vida y que pase lo que pase su hijo cuenta con ella. Él no la juzga, sólo la quiera y la necesita. Esto ayudará a la madre a valorar la vida que lleva dentro así como su propia vida y rechazar el aborto.

Actividades de refuerzo

El Dr. Thomas Lickona menciona diez consecuencias emocionales negativas del sexo sin compromiso:

1. Preocupación sobre embarazo y enfermedades: cualquiera que tenga relaciones sexuales en una relación “abierta” ha experimentado alguna vez preocupación de contraer una enfermedad. La mujer en una relación sexual siempre tiene un potencial embarazo en mente.

2. Arrepentimiento y auto recriminación: Cuando una relación no resulta como uno esperaba surge el arrepentimiento y los malos sentimientos sobre uno mismo los cuales pueden perseverar por décadas.

3. Culpa: Pocas personas pueden mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio sin sentir al menos unas pocas punzadas de culpa.

4. Pérdida de autoestima y respeto a sí mismo: Mucha gente que se involucra en relaciones extramatrimoniales reporta una pérdida del respeto propio.

5. Deformación del carácter: La iniciación sexual cambia la mirada al mundo de manera negativa al punto que las relaciones inocentes pueden verse cargadas de pensamientos sexuales. Se empieza a mirar al mundo con una actitud voraz. Muchos han admitido en encuestas que una vez que comienzan con un estilo de vida sexual promiscuo, a veces mienten para tener sexo.

6. Confianza debilitada: Entregarse sexualmente es una gran cosa y, si la relación se vuelve negativa es difícil entregarse completamente de nuevo. A veces las personas que se involucran en relaciones sexuales fuera del matrimonio sienten una falta de confianza en sí mismas.

7. Depresión y suicidio: La tasa de intentos de suicidio en chicas con experiencia sexual entre las edades de doce y dieciséis años es seis veces más alta que en el caso de chicas vírgenes.3 Es más, chicos sexualmente activos entre las edades de catorce y diecisiete años tienen más probabilidades de sentirse deprimidos y suicidas que aquellos que no son sexualmente activos.4

8. Relaciones dañadas o arruinadas: Algunas veces el sexo no sólo acorta la vida de las relaciones entre las dos personas que las mantengan, además puede interferir negativamente en relaciones con amigos, miembros de la familia y padres.

9. Desarrollo personal detenido: El sexo extramatrimonial tiende a detener el desarrollo emocional tanto de la relación, como de las partes involucradas, ya que se salta el desafío de intentar conocer y cuidar de otro ser humano único.

10. Efectos negativos en el matrimonio: No es un sentimiento agradable pensar que uno está siendo comparado con parejas anteriores, ni contribuye a la felicidad del matrimonio el recordar anteriores compañeros cuando se hace el amor a su cónyuge.

Resumen

Los pasos hacia el perdón y la sanación.

"Puede una mujer experimentar el perdón y la sanación después de un aborto?"

Aquí resumo brevemente los pasos que fueron necesarios para mí y para otras mujeres que fueron víctimas de esta tragedia".

1. Experimentar el proceso de duelo.

El duelo es un sentimiento sano. Es un momento triste e incómodo pero hay que vivirlo necesariamente. La cólera, la incapacidad para perdonar a todos los que directa o indirectamente se implicaron en el aborto, la culpabilidad, la tristeza indecible por la destrucción del bebé, se entrelazan en la experiencia. Pero uno debe llegar a sobreponerse a estos sentimientos y reconocer el duelo como parte del proceso que conduce a la sanación.

2. Deseo de perdonarse uno a sí mismo.

El perdón de sí mismo es quizá la fase más difícil de todo este recorrido. Uno ha reducido a añicos su propia imagen, creyendo haber cometido el más detestable de los pecados. Muchas de nosotras sentimos la necesidad de castigarnos a nosotras mismas a consecuencia del aborto cometido. Al experimentar personalmente el amor de Dios y su perdón, he descubierto que Dios no es el Juez iracundo que yo veía en El cuando era niña, sino que es un Dios que quiere que yo esté en paz y que se acabe mi propio silencioso sufrimiento. Dios sabía que, como seres humanos que somos, íbamos a cometer el pecado, pero Dios, como padre amoroso que es, está dispuesto al perdón.

3. Aceptar que uno sí cometió un pecado.

Cuando por fin uno ha llegado a perdonarse a sí mismo, ya ha superado un gran obstáculo. Confiando que hemos sido perdonados, buscamos que se termine el sufrimiento y el dolor que nos hemos infligido nosotros mismos y comenzamos a caminar hacia la sanación. Admitimos nuestro pecado y nos responsabilizamos de la acción que hemos cometido. "En verdad lo hice. No puedo deshacer lo que hice pero espero ser perdonada". Háblele a Dios; El comprende y reconoce el verdadero arrepentimiento. Si no tiene una oración propia suya, le ofrezco ésta que yo empleé:

"Padre Celestial, vengo ahora a confesarte el pecado de aborto que he cometido. Por mis propias acciones he traído el tormento y la muerte a mi hijo y mucha tribulación a mí misma. Te ruego, Señor, me perdones. Al reconocer que por mi propia voluntad he destruído mucho en mi propia vida, te pido tu ayuda para vivir de acuerdo con el plan que tienes para mí. Como tu hija que soy, te pido que sanes cada parte de mi mente y de mi cuerpo que sufre todavía de las consecuencias del aborto y dame tu paz. Te agradezco el amor que me tienes y la piedad que me demuestras. En el nombre de Jesús. Amén".

3. Decidirse a perdonar a otros.

La desaparición de los sentimientos de amargura y de rabia hace parte de la sanación. Necesitamos pedir a Dios ayuda para perdonar a todas las personas que hayan podido influir en la decisión de abortar. Necesitamos perdonar al personal de la clínica de abortos. A veces esto parece imposible, pero con la ayuda de Dios se torna posible.

4. Experimentar la realidad.

Para muchas de nosotras el tiempo que sigue al aborto es un tiempo de negación. Este mecanismo de defensa se apodera de nuestros cuerpos y de nuestras mentes hasta que seamos capaces de manejar este tremendo dolor y esa sensación de pérdida. Cuando por fin somos capaces de lograrlo, debemos enfrentar el dolor y poner cara a la realidad de nuestra acción. Y hacerlo paso a paso. No importa lo doloroso que pueda ser, es parte del proceso de sanación.

5. Establecer una relación con el niño abortado.

Esto es algo íntimo y a la vez doloroso que hay que hacer. Pensando que el niño abortado fue justamente eso - un niño - uno puede comenzar a hablarle durante los momentos tranquilos. La aflicción que tal vez uno llegue a sentir puede ser ciertamente saludable y es sin duda necesario experimentarla para lograr perdonarse a sí misma. En estos momentos uno tiene que abrirse a sus propios sentimientos.

6. Llegar a otros.

Cada una de nosotras decide cómo alcanzar a otras personas. Cuando nos ponemos en contacto con otras personas que están heridas, surgen sentimientos agradables, positivos, respecto de nosotras mismas. El mismo perdón y la misma sanación que estamos experimentando pueden ofrecérseles a ellas también. Y una decisión que debemos tomar en consideración cada una de nosotras es la de comprometernos en la lucha contra la legalización del aborto. El perdón y la sanación que hemos conocido nos darán, sin duda, la fuerza para compartir con otros esa paz que hemos logrado.

Actividad para la casa

¿Cómo defenderías la vida?

Argumenta fundamentando tus respuestas a través del siguiente texto: Se comete un doble crimen: al chico se le quita la vida pero a la madre se le daña la conciencia, esa voz interior que dice que cada mujer está hecha para traer nuevas vidas a la tierra. Hay mujeres que saben lo que hacen, pero la mayoría, luego de esta experiencia, terminan arrepentidas o traumatizadas, llorando el hijo que mataron. A esto los especialistas lo llaman «síndrome post-aborto» el cual puede llevar a depresiones o a un deseo casi obsesivo de reponer al hijo perdido.