Sesión 3: Una separación y un acercamiento

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PROPÓSITO El estudiante viva la pureza de intención como un medio para crecer como persona y fortalecer su identidad.

Introducción

Pedir a los alumnos den definiciones de pureza. Preguntarles si hoy en día en fácil vivir la pureza, si los medios ayudan a esto.

Elena habla con Andrés para decir que su familia se va, y le agradece por todo lo que ha aprendido gracias a la amistad/ amor, no egoísta, que Andrés le ha mostrado.

Lectura

El golpe de encontrar de pronto a su padre afectó a Andrés pero a diferencia de lo que muchos pudiesen pensar, no fue para mal. Verlo fue para él como cerrar un círculo. Luego de aquél sábado estuvo conversando mucho con su madre a quien su relato también movilizó mucho. Alfredo una vez más lo apoyó mucho y entre los tres decidieron postergar un poco la charla con Gaby y los hermanos más pequeños. –¿Tú cómo te sientes? –le preguntó su madre uno de esos días. –Yo, mejor –le dijo su hijo–. Me siento en cierta forma liberado. Pensaba que si algún día veía a mi padre lo primero que desearía sería golpearlo. Pero al ver en lo que se convirtió su vida me impacté mucho. Me es difícil echarle la culpa aunque sé que la tiene. Ahora sé que él la pasó peor que nosotros. –Creo que sí –dijo Angelita–. A veces juzgamos las cosas desde nuestro punto de vista cuando la realidad es más complicada. Por eso siempre te insistía sobre el perdón. Pero claro, tú necesitabas tus tiempos y creo que fue mejor respetártelos. –Gracias mamá –respondió emocionado Andrés–. La verdad es que tú has sido un ejemplo para mí aunque no siempre te entendí. Pero ahora sí. Y creo que justo a tiempo. –Es muy probable –confirmó su madre–. ¿Y ahora qué vas a hacer? ¿Seguirás yendo a ese barrio a entregar ayuda? –Sí, claro –respondió él con seguridad–. Es mucho más lo que recibo yo de ellos que lo que les puedo entregar. Además, si quiero no repetir los errores de mi padre, creo que un muy buen primer paso será continuar con una labor así. –Me parece estupendo, hijo –dijo con entusiasmo Angelita–. Verás que tu generosidad será bien recompensada. Angelita estaba orgullosa de su hijo. Rápidamente se estaba convirtiendo en todo un hombre y aunque le quedaba un trecho por delante, había muchos datos y una nueva visión de excelencia para estar esperanzados por él y su futuro. Sin embargo ese fin de año tan completo tenía para Andrés un cabo suelto: Elena. Y la oportunidad de atarlo la proporcionó la misma chica. Un día, uno de los últimos de clase, llamó a la puerta de la casa de Andrés.

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–Andrés, quiero hablar contigo –le dijo muy formal su amiga–. Vayamos al parque. No era la primera vez que iban. El día estaba despejado y Andrés sintió que Elena estaba bonita como nunca. Hay algunos que creen que la belleza de una persona aumenta si sus intenciones son puras, algo que se ve en los ojos. –Me gustas, Andrés –fue lo primero que dijo la muchacha, sin otro preámbulo, una vez que se sentaron en el césped. El corazón del muchacho dio un vuelco tremendo. Claro que había pensado muchas de estas cosas pero... ¡vivirlo! Se agitó y deseó que ella no se diera cuenta. Su pulso se aceleró y su cabeza no coordinaba bien. Era una gran emoción y lo tomó desprevenido. ––Me gustas, y creo que te gusto, pero no nos conocemos mucho, tú sabes. Sé que nos llevamos bien y me agrada mucho estar contigo – continuó Elena–. Me gustan tus historias, aunque algunas las inventas para quedar bien conmigo. La confusión del pobre Andrés aumentó. Parecían palabras de reproche, pero el tono era de una cierta admiración. –También me gusta que me escuches y no me interrumpas cuando te hablo –dijo emocionada ella–. Sé que te interesas por mí y eso lo valoro muchísimo. Eres mi mejor amigo... el mejor amigo que nunca he tenido y sé que nuestra relación es pura. Eso es lo que más me gusta. Este año fue muy hermoso para mí. La aventura de ayudar a Lucía, los Amigos Solidarios. Mi relación con mamá se ha vuelto más tranquila; también con mi papá, y es sabroso estar bien con ellos. He estado pensando... en ti, en mí, en muchas cosas, y disculpa que sea desordenada al hablarte, pero es que en este momento las cosas me vienen así a la mente... –Tal vez sabes, Andrés, siguió sin darle tiempo de responder–no sé si te han contado–lo que dicen de mí en mi colegio. –Bueno –dijo Andrés, tragando duro–. Tú sabes que yo no escucho chismes. Usualmente son medio mentiras, o más de media. –Es que los chismes acerca de que yo era algo zafada no eran mentira –y diciendo eso le miró directo a la cara. –Tú no me tienes que decir eso –le hizo notar Andrés–. Tu pasado no es asunto de nadie sino tuyo. Ciertamente no me concierne, porque a mí no me importa…. En realidad, si le importaba. A pesar de sus payasadas y sus dudas, era bastante inocente, y un pequeño sentimiento de celos le empezó a nacer. –La novia de tu Tío Alfredo me ha estado aconsejando y me habló de la “virginidad secundaria” –siguió Elena–. Claro que uno no vuelve a ser virgen como antes, pero puedo regresar a muchos de los beneficios de ser virgen. Ella me explicó cómo eso me prepararía para amar de verdad, porque mi corazón se repararía. Elena se rió y continuó: –Me explicó también que reparar el corazón es como hacer “verano” para una materia reprobada. Si durante el año trabajas como has debido, en vacaciones puedes descansar y hacer otras cosas. Pero si no, y estás reprobado, tienes otro chance, pero claro, tendrás que trabajar más, concentrarte más, estudiar más cosas. Es un sacrificio para recuperar lo que perdiste. Lo mismo con esto, dice. Puedes recuperar lo que perdiste, pero con algo de esfuerzo. Y Elena le miró directo a los ojos diciendo: –Yo eso lo puedo y quiero hacer, y es gracias a ti. –¿Gracias a mí? La voz de Andrés casi desapareció por la sorpresa. Y además se estaba dando cuenta que Elena trataba de contener las lágrimas. Se asustó. –Contigo fue distinto –dijo la chica en cuanto tomó aire –. Desde el día que quisiste impresionarme con el caballo junto al lago, cuando casi te partes la cabeza. Luego siguiéndome a la escuela y aquel día que quisiste conversar en el lago otra vez y te conté lo de Lucía. Siempre me mostraste una consideración que me enternecía. Yo te gustaba y sin embargo respetaste mis límites. Pero no fuiste nunca frío. Todo lo contrario, me hiciste sentir una persona querida e importante. Cómo me escuchaste acerca de Lucía y enseguida actuaste para ayudarla. No me «venías encima» como todos los demás. Yo había oído todo acerca del “esperar” el amor de mi vida, pero si no hubieras tenido esa actitud conmigo, nunca lo hubiera entendido. La expresión en la cara de Andrés era una mezcla de sorpresa y contento. Era noticia para él que una muchacha le podría gustar un chico que no la presionaba. –Por eso me tienes atada con un hilo invisible –le dijo sonriendo la muchacha–. De los otros chicos con los que he salido más me vale olvidarme... pero de ti nunca me olvidaré. –Un momento –pensó Andrés–, ¿eso suena a despedida?. –Elena... –dijo él en un arranque. –Déjame terminar, por favor –le pidió su amiga enfáticamente–. Antes pensaba que la pureza era una estupidez de unos pocos. O que eran ideales tontos imposibles de cumplir hoy en día. Ahora sé que no es así. Suena cursi pero no me importa: me enamoré de la pureza que vi en tus intenciones. Me enamoré de tus titubeos por el respeto al hablarme. Me enamoré porque has hecho crecer en mí pensamientos lindos, de verdadera ternura. Ahí descubrí lo que es ser querida por quien soy, ahí supe de qué se trata. No se trata de reprimirme. Contigo siempre me sentí libre... Me siento libre ahora para hablarte, porque sé que me vas a entender. Si te hubieses quedado como los demás en mi cuerpo tal vez nunca me hubiese sentido tan libre como ahora. Pero por fortuna no fuiste así. Elena se calló un momento para contener su emoción. –Y aunque yo me voy… –dijo cuando se repuso–, es una lección que aprendí y espero que me sirva para siempre. A partir de ahora sé que tengo que exigir el respeto que tú me tuviste, la pureza en la mirada con que tú me miraste, viendo mi interés y no el tuyo, la atención que tú me brindaste. Claro que eso significa hacer por mi parte también el esfuerzo, pero eso vale la pena... ahora sé que vale la pena. Andrés también tenía lágrimas. Claro que lo que le estaba diciendo su amiga era muy hermoso e intenso. Pero al mismo tiempo estaba claro que era un adiós. Las palabras de Elena estaban demoliendo en su interior el chiquillo que dudaba y estaban edificando algo más grande. El papa de Elena había conseguido empleo en el extranjero y en cuestión de dos semanas toda la familia se iría. Elena había callado. La tarde estaba muriendo y el viento mecía los árboles con perezosa calma. Ninguno de los dos se atrevía a decir más. ¿Era necesario decir que se extrañarían?

Entonces se puso de pie, se acercó a él, le dio un beso rápido y echó a correr. En otras circunstancias el golpe hubiese sido muy duro para Andrés, pero esto era diferente; de algún modo lo mejor de Elena se había quedado en su corazón. No era tristeza de pérdida, pues cada uno se llevaba del otro un tesoro: una parte auténtica de corazón y una parte pura de pensamientos. Andrés se quedo pensando –“Esto es amor. Caramba… es hermoso. ¡Y duele! Su corazón estaba lleno, tanto de deseo como de sacrificio, pero lo que predominaba era el orgullo de poder sentir tanto, sentimientos tan completos, tan verdaderos. Al asimilar lo que estaba pasando, que la separación iba a ser real, y su amor también real, nació en Andrés una fuerza nueva, algo que no había sentido nunca antes. Era la fuerza de la determinación: Surgía en él la decisión de que a Elena no la iba a perder. El tenía su dirección de correo y por ese medio la iba a acompañar, iba a seguir compartiendo pensamientos, planes y noticias. Cuando terminara los estudios y tenía un trabajo, la iba a buscar. –“Y no dejaré que se olvide de mí, tampoco” –se prometió. La realización de ser, como dijo el poeta “el amo de mi alma; el dueño de mi destino” le dio una repentina inyección de alegría, y saltando y corriendo se fue para su casa.

Escucha ahora la explicación del profesor

A. Intenciones puras, nobleza segura

En el libro del alumno se narran dos historias que guardan relación con la pureza de intención: por un lado Andrés que decide seguir ayudando en el barrio donde vive su padre y en segundo lugar la descripción por parte de Elena sobre la amistad que cultivó con Andrés. La pureza de intención exige generosidad de parte de la persona que se esfuerza en vivirla. Generosidad, desprendimiento, honestidad y pensar tanto en el bien del otro como en el bien personal. Por estas razones es que Andrés decide regresar al barrio donde vive su padre. No quiere quedarse en su problema personal, asume

el perdonar a su padre y opta por lo que es mejor para todos: el ayudar a los demás y saber que está haciendo algo provechoso que le da satisfacción. Su decisión se basa en valores objetivos de servicio, caridad y generosidad, los cuales van más allá de los intereses personales y utilitaristas. Prima la pureza de intención antes que el recelo, el resentimiento o el beneficio personal. En cuanto a la amistad con Elena, estas cualidades las encontramos nuevamente: “Sé que te interesas por mí y eso lo valoro muchísimo. Eres mi mejor amigo... el mejor amigo que nunca he tenido y sé que nuestra relación es pura. Eso es lo que más me gusta. Este año fue muy hermoso para mí. (…) Yo te gustaba y sin embargo respetaste mis límites. Pero no fuiste nunca frío. Todo lo contrario, me hiciste sentir una persona querida e importante. Cómo me escuchaste acerca de Lucía y enseguida actuaste para ayudarla. No me «venías encima» como todos los demás. Yo había oído todo acerca del “esperar” el amor de mi vida, pero si no hubieras tenido esa actitud conmigo, nunca lo hubiera entendido.” La pureza de intención beneficia tanto al que la recibe como quien la vive. De ella salen cosas buenas que son valoradas como tales porque se da la afirmación de la persona. Cuando se busca el bien desinteresado del otro la nobleza de los actos está asegurada y la transparencia de esa relación también. Es una relación por la que vale la pena apostar y en la que se puede confiar para toda la vida. Las personas anhelamos eso: una amistad auténtica donde la entrega más que riesgo implica realización. ¿Quién no quiere ser querido de esa forma, respetado y considerado como algo valioso? “Antes pensaba que la pureza era una estupidez de unos pocos. O que eran ideales tontos imposibles de cumplir hoy en día. Ahora sé que no es así. Suena cursi pero no me importa: me enamoré de la pureza que vi en tus intenciones. Me enamoré de tus titubeos por el respeto al hablarme. Me enamoré porque has hecho crecer en mí pensamientos lindos, de verdadera ternura. Ahí descubrí lo que es ser querida por quien soy, ahí supe de qué se trata. No se trata de reprimirme. Contigo siempre me sentí libre... Me siento libre ahora para hablarte, porque sé que me vas a entender. Si te hubieses quedado como los demás en mi cuerpo tal vez nunca me hubiese sentido tan libre como ahora. Pero por fortuna no fuiste así”

Actividades de refuerzo

Resumen

El reto de vivir la pureza

Ser puro de intención no es algo que se logre de la noche a la mañana. Requiere rectitud de conciencia, honestidad y perseverar en lo que uno se propone. El placer y la sensualidad son un producto rentable en cierto sector de la industria del consumo. Cuanto más entregado esté uno al placer y a la sensualidad más dependerá de ellos y por tanto consumirá aquellos productos que el mercado ofrece para conseguir lo que ya no se puede dejar. Este es el objetivo encubierto. A la industria no le interesa la felicidad personal del consumidor, lo que le interesa es tener más clientes. Afortunadamente no todo es así y las personas no estamos ciegamente condicionadas ante la publicidad. Tenemos la inteligencia para poder distinguir entre lo que se nos propone y lo que es mejor para nuestras vidas y somos libres para optar por aquello que vale la pena aunque sea exigente e implique algunas renuncias. El tema de la pureza de corazón y de la castidad no es un tema pasado de moda, es una realidad propia de nuestra naturaleza que marca la pauta para que cuidemos nuestro cuerpo y nuestros afectos. También es una nostalgia ¿quién no anhela ser amada con pureza y alegría? ¿quién no desea ser respetado y valorado por lo que es y no por el placer que pueda dar? Exigirle a un novio o novia que respete nuestro el tiempo de espera, más que una exigencia, es apuntar a la generosidad y a la verdadera libertad. Porque centra a los novios en la esencia de la relación: en el valor personal de cada uno. Si una persona es capaz de amar a otra por lo que es y por quién es y en nombre de ese amor puede esperar hasta definir que esa relación es para siempre, entonces está amando de verdad y está apuntando al valor personal del otro. Cuando se ama a la persona por lo que es, la relación está asegurada porque ese valor personal permanece en el tiempo y sostiene la esencia del amor. La actitud de Andrés le recordó a Elena sus anhelos y renovó sus deseos de luchar para alcanzarlos: “A partir de ahora sé que tengo que exigir el respeto que tú me tuviste, la pureza en la mirada con que tú me miraste, viendo mi interés y no el tuyo, la atención que tú me brindaste. Claro que eso significa hacer por mi parte también el esfuerzo, pero eso vale la pena... ahora sé que vale la pena.

Actividad para la casa