Diferencia entre revisiones de «Sesión 3: Liberación femenina. Qué hay de cierto y qué hay de falso»

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== Lectura ==
== Lectura ==


–¿Y tú te sientes realizada, mamá?
Luego de sacarse la duda acerca del amor, Betty quiso seguir
preguntando. El clima entre madre e hija se había hecho muy agradable
y a la chica le pareció mejor aprovechar y resolver de una vez un montón
de preguntas.
–¿A qué te refieres?
–Digo si eres feliz con lo que haces.
–¿Tú me ves infeliz, hija?
–No, pero últimamente sales poco de la casa y hay muchas mujeres
que dicen que eso es malo.
–¿Y por qué tiene que ser malo?


crecer más y
–Es que muchas dicen que la mujer para realizarse tiene que tener
más. No terminaba un ciclo, empezaba el resto de su vida.  
independencia, tener un trabajo fuera de su casa. Esas mismas dicen que
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quedarse en casa es esclavizarse y ponerse bajo el zapato del varón.
–¿Y tú crees que estoy bajo el zapato de tu papá?
La hija lo dudó.
 
–No sé... no quise decir eso...
–No te preocupes. Es algo que tenemos que hablar «de mujer a mujer»
porque está en el ambiente. Hay mujeres para quienes ocupar un lugar
«junto a un hombre» es necesariamente estar bajo su zapato...
La madre se puso seria.
 
–Quiero que te quede claro: no estoy en lo más mínimo bajo el zapato
de tu padre. Nunca lo he estado y no creo que nunca lo esté – lo último
lo dijo con una mirada cómplice que dio risa a Betty–. Nos amamos y
respetamos mucho para que eso suceda. En realidad desde el comienzo
de nuestro matrimonio hemos intentado hacer todo en común, lograr
muchos acuerdos y complementar lo que cada uno traía. Recuerdo que
una vez que fijamos fecha de casamiento nos pusimos a revisar qué podía
poner cada quien para la casa y de algún modo los muebles se fueron
juntando de parte de uno y del otro hasta que armamos lo que necesitábamos. Claro, en ese momento combinar tal mezcla no era fácil, pero con
el tiempo fuimos cambiándolos poco a poco y ahora la casa, como ves, tiene un estilo de los dos. Así fue en todo lo demás: al principio teníamos
que combinar todo lo que traíamos y eso nos costaba un poco, pero con el
tiempo las cosas las fuimos haciendo juntos de una manera más armónica.
Ahora yo sé cuál es mi espacio, cuál el de tu padre y cuál el que nos toca
juntos. El último es el más grande y más importante, pero los otros no son
menos importantes.
 
–Pero tú, hace un tiempo, trabajabas...
–Cierto. Cuando nos casamos había razones poderosas para que lo
hiciera: por un lado el sueldo de tu padre no alcanzaba para ir construyendo
la familia y necesitábamos la mayor cantidad de ingresos que pudiésemos
conseguir. Pero además todavía no había nacido ninguno de nuestros hijos
y eso me daba tiempo desocupado. Pero luego gracias a Dios el trabajo de
tu padre se estabilizó y vinieron ustedes...
 
–¿Volverías a trabajar, mamá?
–Nunca he dejado de trabajar, hija. Mi trabajo es en
casa y te puedo asegurar que el título de la universidad
fue insuficiente para esto. Con ustedes he tenido que
aprender no sólo a cocinar o limpiar y ordenar, he tenido
que ser psicóloga, consejera, economista, administradora, nutricionista, decoradora, enfermera, supervisora de
tareas y hasta ¡animadora de juegos! Todo salía de aquí,
de mi corazón y de mi cabeza, pero para hacerlo mejor he
tenido que leer para conocer más y aprender.
 
La expresión de la señora Marques fue tan enfática
que su hija se sintió un poco avergonzada de haber preguntado.
–Ahora, que si te refieres a trabajar fuera de casa algunas horas por día,
tal vez sí. No es imprescindible, pero es importante. Nunca descuidaré mi
misión principal, pero también saldré a mostrarla en la sociedad. Porque
hay hombres que no saben ni se dan cuenta lo que valemos las mujeres
y por eso nos relegan, pero también existen mujeres que no saben lo que
vale una mujer y confunden todo. Por esas dos razones saldría. Además de
que ante la situación económica es bueno aportar dinero extra al hogar.
–¿Y cual es tu misión?
 
–Ser madre. Es lo que mejor sé hacer. Si digo que lo quiero mostrar a la
sociedad es porque creo que en muchos lugares las cosas no andan mejor
porque le falta ese toque femenino, que al final es un toque humano, un
toque de detalles, un estilo de madre. Así que no hay mucha diferencia
entre ser madre allá fuera, ejerciendo directamente un trabajo, o ser madre
aquí, un poco en lo secreto, preparando gente que salga y haga del mundo
un lugar mejor.
–¿Pero no te cansas? ¿No has deseado algunas veces cambiar tu lugar
por el de papá?
 
–En realidad no. De hecho tu padre me ha dicho en más de una ocasión:
“qué suerte tienes, ves crecer a nuestros hijos más de cerca”. El verlos día
a día luchando y saliendo adelante como personitas me da más satisfacción que cansancio. Porque en cada triunfo ahí también estoy yo. No hay
mayor satisfacción para los padres que ver cómo los hijos se convierten en
excelentes personas, por eso se sacrifican para darles a todos lo mejor. Y en
esta tarea, sin decir nada respecto de la labor del padre, la madre ocupa un
lugar privilegiado. A cada uno de nosotros el amor nos pide cosas distintas
y complementarias. La maternidad es propio de la mujer y ella es la que
mejor lo puede hacer. Claro que la maternidad no es lo único en la vida de
una mujer pero es lo que más nos realiza. No entiendo cómo puede haber
mujeres que por destacar dejan de lado la maternidad.
 
–¿Entonces es malo para la mujer destacar en la vida?
–No, para nada. Es más, la sociedad necesita el toque femenino con
todas sus virtudes. Pero justamente ese toque femenino es particular por
su origen: su misión de ser madre. Si la mujer por ocupar lugares junto al
hombre pierde su estilo femenino de «madre», entonces está haciendo una
injusticia, porque la humanidad tiene derecho a ese estilo. Estar junto al
hombre, «de igual a igual», no significa borrar nuestra esencia de mujeres,
sino hacerla más fuerte.
 
–Y si yo quisiera trabajar toda mi vida, ¿qué me dirías?
–Que no olvides tu estilo de mujer y de madre.
–Porque hoy la mayoría de las mujeres se ven obligadas a trabajar para
tener otro ingreso económico. Tú sabes, los tiempos son difíciles...
–Si necesitas hacerlo porque tu hogar requiere ese ingreso, hazlo. Te
exigirá más pero lo haces con gusto porque sabes que es lo mejor para tu
familia. Si lo haces porque quieres desarrollar habilidades o porque quieres
equilibrar un poco tu vida entre trabajar en casa y
fuera de ella, también hazlo. Pero que nunca sea
porque quieres huir del hogar y de la maternidad.
 
–Lo que pasa es que hoy está mal visto ser
ama de casa. Sé que varias amigas tienen miedo de
reconocer abiertamente que sueñan con hacerse
cargo de un hogar y una familia. Es que para muchos
es un fracaso.
–¿Y tú que piensas?
–Estoy confundida: por un lado quiero un hogar
y dedicarle mi tiempo a los hijos pero también me
gustaría trabajar y aportar.
–¿Quién dice que trabajando en la casa no
aportas? Es cuando más aportas porque das lo que
es esencialmente tuyo, lo propiamente femenino.
 
 
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Puedes ser buena profesional sin negar tu femineidad. No pierdas de vista
lo realmente importante. Si trabajas, hazlo por tu familia y por tu realización
personal. Pero no olvides que siempre experimentarás mayor realización
como mujer que como ingeniero, mecánico, arquitecto o fotógrafo. Las
cosas no se contraponen necesariamente. A veces creo que es temor a la
exigencia y al compromiso lo que nos hace buscar excusas y dejar lo que
menos nos agrada en primera instancia.
 
–Pero es difícil...
–Todo es cuestión de organizarte y querer hacerlo. El problema de
las mujeres de hoy es que muchas no quieren de entrada... así cualquier
camino es cuesta arriba. Organízate desde ahora y lucha por cumplir tus
metas. No tendrás éxito en todo, pero en la mayoría de cosas te irá bien si
te esfuerzas.
 
–O sea que tu liberación femenina comienza en casa...
–Mira que no lo había pensado así. Pero de algún modo es cierto.
Me molesta ese feminismo que está en contra de la mujer. Me gusta más
pensar en lo mucho que podemos aportar. Manejar un hogar no es fácil. Y
aquí entre nos... tengo mis dudas sobre si tu padre pudiese.
Ambas se echaron a reír con ganas. Betty estaba feliz. Dialogar, como
diría Don Alejo, trae sus beneficios.


== Escucha ahora la explicación del profesor ==
== Escucha ahora la explicación del profesor ==

Revisión actual del 11:56 24 nov 2021


PROPÓSITO El estudiante se esfuerce por vivir la libertad en cada uno de sus actos sin caer en libertinaje.

Introducción

La verdadera libertad no significa hacer lo que «nos da la gana».

Lectura

–¿Y tú te sientes realizada, mamá? Luego de sacarse la duda acerca del amor, Betty quiso seguir preguntando. El clima entre madre e hija se había hecho muy agradable y a la chica le pareció mejor aprovechar y resolver de una vez un montón de preguntas. –¿A qué te refieres? –Digo si eres feliz con lo que haces. –¿Tú me ves infeliz, hija? –No, pero últimamente sales poco de la casa y hay muchas mujeres que dicen que eso es malo. –¿Y por qué tiene que ser malo?

–Es que muchas dicen que la mujer para realizarse tiene que tener independencia, tener un trabajo fuera de su casa. Esas mismas dicen que quedarse en casa es esclavizarse y ponerse bajo el zapato del varón. –¿Y tú crees que estoy bajo el zapato de tu papá? La hija lo dudó.

–No sé... no quise decir eso... –No te preocupes. Es algo que tenemos que hablar «de mujer a mujer» porque está en el ambiente. Hay mujeres para quienes ocupar un lugar «junto a un hombre» es necesariamente estar bajo su zapato... La madre se puso seria.

–Quiero que te quede claro: no estoy en lo más mínimo bajo el zapato de tu padre. Nunca lo he estado y no creo que nunca lo esté – lo último lo dijo con una mirada cómplice que dio risa a Betty–. Nos amamos y respetamos mucho para que eso suceda. En realidad desde el comienzo de nuestro matrimonio hemos intentado hacer todo en común, lograr muchos acuerdos y complementar lo que cada uno traía. Recuerdo que una vez que fijamos fecha de casamiento nos pusimos a revisar qué podía poner cada quien para la casa y de algún modo los muebles se fueron juntando de parte de uno y del otro hasta que armamos lo que necesitábamos. Claro, en ese momento combinar tal mezcla no era fácil, pero con el tiempo fuimos cambiándolos poco a poco y ahora la casa, como ves, tiene un estilo de los dos. Así fue en todo lo demás: al principio teníamos que combinar todo lo que traíamos y eso nos costaba un poco, pero con el tiempo las cosas las fuimos haciendo juntos de una manera más armónica. Ahora yo sé cuál es mi espacio, cuál el de tu padre y cuál el que nos toca juntos. El último es el más grande y más importante, pero los otros no son menos importantes.

–Pero tú, hace un tiempo, trabajabas... –Cierto. Cuando nos casamos había razones poderosas para que lo hiciera: por un lado el sueldo de tu padre no alcanzaba para ir construyendo la familia y necesitábamos la mayor cantidad de ingresos que pudiésemos conseguir. Pero además todavía no había nacido ninguno de nuestros hijos y eso me daba tiempo desocupado. Pero luego gracias a Dios el trabajo de tu padre se estabilizó y vinieron ustedes...

–¿Volverías a trabajar, mamá? –Nunca he dejado de trabajar, hija. Mi trabajo es en casa y te puedo asegurar que el título de la universidad fue insuficiente para esto. Con ustedes he tenido que aprender no sólo a cocinar o limpiar y ordenar, he tenido que ser psicóloga, consejera, economista, administradora, nutricionista, decoradora, enfermera, supervisora de tareas y hasta ¡animadora de juegos! Todo salía de aquí, de mi corazón y de mi cabeza, pero para hacerlo mejor he tenido que leer para conocer más y aprender.

La expresión de la señora Marques fue tan enfática que su hija se sintió un poco avergonzada de haber preguntado. –Ahora, que si te refieres a trabajar fuera de casa algunas horas por día, tal vez sí. No es imprescindible, pero es importante. Nunca descuidaré mi misión principal, pero también saldré a mostrarla en la sociedad. Porque hay hombres que no saben ni se dan cuenta lo que valemos las mujeres y por eso nos relegan, pero también existen mujeres que no saben lo que vale una mujer y confunden todo. Por esas dos razones saldría. Además de que ante la situación económica es bueno aportar dinero extra al hogar. –¿Y cual es tu misión?

–Ser madre. Es lo que mejor sé hacer. Si digo que lo quiero mostrar a la sociedad es porque creo que en muchos lugares las cosas no andan mejor porque le falta ese toque femenino, que al final es un toque humano, un toque de detalles, un estilo de madre. Así que no hay mucha diferencia entre ser madre allá fuera, ejerciendo directamente un trabajo, o ser madre aquí, un poco en lo secreto, preparando gente que salga y haga del mundo un lugar mejor. –¿Pero no te cansas? ¿No has deseado algunas veces cambiar tu lugar por el de papá?

–En realidad no. De hecho tu padre me ha dicho en más de una ocasión: “qué suerte tienes, ves crecer a nuestros hijos más de cerca”. El verlos día a día luchando y saliendo adelante como personitas me da más satisfacción que cansancio. Porque en cada triunfo ahí también estoy yo. No hay mayor satisfacción para los padres que ver cómo los hijos se convierten en excelentes personas, por eso se sacrifican para darles a todos lo mejor. Y en esta tarea, sin decir nada respecto de la labor del padre, la madre ocupa un lugar privilegiado. A cada uno de nosotros el amor nos pide cosas distintas y complementarias. La maternidad es propio de la mujer y ella es la que mejor lo puede hacer. Claro que la maternidad no es lo único en la vida de una mujer pero es lo que más nos realiza. No entiendo cómo puede haber mujeres que por destacar dejan de lado la maternidad.

–¿Entonces es malo para la mujer destacar en la vida? –No, para nada. Es más, la sociedad necesita el toque femenino con todas sus virtudes. Pero justamente ese toque femenino es particular por su origen: su misión de ser madre. Si la mujer por ocupar lugares junto al hombre pierde su estilo femenino de «madre», entonces está haciendo una injusticia, porque la humanidad tiene derecho a ese estilo. Estar junto al hombre, «de igual a igual», no significa borrar nuestra esencia de mujeres, sino hacerla más fuerte.

–Y si yo quisiera trabajar toda mi vida, ¿qué me dirías? –Que no olvides tu estilo de mujer y de madre. –Porque hoy la mayoría de las mujeres se ven obligadas a trabajar para tener otro ingreso económico. Tú sabes, los tiempos son difíciles... –Si necesitas hacerlo porque tu hogar requiere ese ingreso, hazlo. Te exigirá más pero lo haces con gusto porque sabes que es lo mejor para tu familia. Si lo haces porque quieres desarrollar habilidades o porque quieres equilibrar un poco tu vida entre trabajar en casa y fuera de ella, también hazlo. Pero que nunca sea porque quieres huir del hogar y de la maternidad.

–Lo que pasa es que hoy está mal visto ser ama de casa. Sé que varias amigas tienen miedo de reconocer abiertamente que sueñan con hacerse cargo de un hogar y una familia. Es que para muchos es un fracaso. –¿Y tú que piensas? –Estoy confundida: por un lado quiero un hogar y dedicarle mi tiempo a los hijos pero también me gustaría trabajar y aportar. –¿Quién dice que trabajando en la casa no aportas? Es cuando más aportas porque das lo que es esencialmente tuyo, lo propiamente femenino.


Liberacion femenina111.PNG

Puedes ser buena profesional sin negar tu femineidad. No pierdas de vista lo realmente importante. Si trabajas, hazlo por tu familia y por tu realización personal. Pero no olvides que siempre experimentarás mayor realización como mujer que como ingeniero, mecánico, arquitecto o fotógrafo. Las cosas no se contraponen necesariamente. A veces creo que es temor a la exigencia y al compromiso lo que nos hace buscar excusas y dejar lo que menos nos agrada en primera instancia.

–Pero es difícil... –Todo es cuestión de organizarte y querer hacerlo. El problema de las mujeres de hoy es que muchas no quieren de entrada... así cualquier camino es cuesta arriba. Organízate desde ahora y lucha por cumplir tus metas. No tendrás éxito en todo, pero en la mayoría de cosas te irá bien si te esfuerzas.

–O sea que tu liberación femenina comienza en casa... –Mira que no lo había pensado así. Pero de algún modo es cierto. Me molesta ese feminismo que está en contra de la mujer. Me gusta más pensar en lo mucho que podemos aportar. Manejar un hogar no es fácil. Y aquí entre nos... tengo mis dudas sobre si tu padre pudiese. Ambas se echaron a reír con ganas. Betty estaba feliz. Dialogar, como diría Don Alejo, trae sus beneficios.

Escucha ahora la explicación del profesor

ra en lugar de esclavizarte. Por eso tampoco cometas la estupidez de querer tener éxito si vives tan irracionalmente indomable como el río de montaña.

Actividades de refuerzo

Y de pronto el vigoroso río de montaña comenzó a disfrutar de una nueva sensación: la de toda su fuerza y la de su capacidad para dirigirla. Ya no se encontraba, él mismo, sometido inevitablemente a los vaivenes de las lluvias y los deshielos. Una extraña experiencia de serenidad y sosiego, podría convivir con la palpitación de toda su pujanza. De su brioso poderío. De su inagotable renovación. De su ritmo. De su vitalidad.

Resumen

Nuestro mundo busca la libertad, pero lo hace en la acumulación del tener y el poder, y olvidando esta verdad esencial: sólo es verdaderamente libre aquel al que no le queda nada que perder porque ya ha sido despojado, desprendido de todo; porque es libre de todos y de todo, y de él se puede decir en verdad que «ha dejado la muerte atrás», pues todo su «bien» está en Dios y únicamente en Él. Soberanamente libre es el que no ambiciona te científico «zek» para un proyecto que le han pedido que lleve a cabo y en el que se juega su carrera; de aombre.



Actividad para la casa

Sé creativa/o y busca los insumos necesarios para la creación del vídeo según el tema tratado en clase.