Sesión 2: Valores y anti-valores en la sociedad

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PROPÓSITO El estudiante aprende cuales son las requerimientos mínimas para la instalación de programa a utilizar en clase para la edición de los vídeos.

Introducción



¿Cuales son las características mínimas para que el programa funcione? Lo primero que se debe de ver son los requerimientos mínimos que el programa requiere y de esta manera el programa se ejecute de manera optima en el ordenador.


Lectura

Los tres entraron al cuarto de los niños más pequeños después de los recién nacidos. Habría unos 30 chicos de distintas características. A algunos se les veía contentos, otros, en cambio, mostraban en sus caritas una extraña e indescriptible tristeza, incluso aún cuando sonreían. Inmediatamente los chicos que podían caminar rodearon a los recién llegados y los trataban de abrazar. Eran simpáticos y evidentemente buscaban cariño. Gina los saludaba con total confianza y cada uno de ellos sonrió a su paso. Algunos le contaban que ya estaban mejor y otros que no habían podido dormir. A cada cama se acercó y con cada uno tuvo una palabra acertada. Juan estaba sorprendido y Betty empezaba a disfrutar esa presencia infantil. Ella había sido «raptada» por una nenita que la jaló de la mano hacia su cama y le mostró su jueguito de té. Momentos después eran tres las «mamás» que jugaban a que Betty era la hija y todas la atendían con absoluta amabilidad. Mientras tanto Juan miraba todavía sin saber bien cómo actuar frente a los chicos. Entonces Gina lo llamó. –José –dijo dirigiéndose a un chico de unos 6 años que aparentemente no tenía nada pero que no respondía a ninguna de las palabras de la voluntaria–, quiero presentarte a un amigo. Él es Juan. La mirada de José parecía totalmente lejana y en realidad uno no sabía si oía o no. Juan se sintió incómodo pero de todos modos trató de ser natural. –Hola, José, ¿cómo estás? Pero el chico seguía mudo, aparentemente en su mundo. Gina lo acarició, le dio un beso y luego se llevó a Juan aparte. –Este caso es realmente muy fuerte. Su mamá lo abandonó cuando era un recién nacido. Lo criaron en un hospital hasta que lo llevaron a un orfanato. Pero se escapó y desde entonces ha estado en la calle. De seguro habrás visto chicos que limpian vidrios o directamente piden limosna. Así estuvo calculo que un año o dos, hasta que lo encontró la policía hace unos días, medio muerto por una paliza. Desde entonces casi no habla y todo lo demás lo hace con mucha dificultad –Pero ¿quién fue el bestia que le puede hacer eso a un chico? – preguntó indignado Juan. –Lamentablemente hay mucha gente en la calle que sería capaz de una cosa así y peor. Estos chicos allá sufren todo tipo de violencia y están casi todo el tiempo a merced de algunos adultos que son francamente abusivos (por decir lo menos). –Pero la culpa la tiene su mamá. –No lo sé. En parte sí. Pero vayamos un poco más allá: ¿por qué esa madre quedó embarazada si después no podía mantener a su hijo? –Por irresponsable –contestó categórico Juan. –Tal vez. Pero si estás pensando en anticonceptivos te equivocas de «responsabilidad». Creo que es parte del juego de esta sociedad esconder la irresponsabilidad detrás de un anticonceptivo. Es más, el uso de anticonceptivos es realmente la causa de que las madres pierdan ese amor por la vida del que veníamos hablando. Es llamativo cómo la sociedad te plantea algunos criterios como valores cuando en realidad son anti–valores. –¿Cómo puede un valor ser un anti–valor? –Muy simple: cuando deja de favorecer al hombre y más bien está en contra de él. Cuando un criterio es mentira pero se asume subjetivamente como verdadero y como norma de acción. La subjetividad no coincide con la realidad y se convierte en subjetivismo. –Cuando la verdad... por ejemplo, de los derechos humanos, no la vemos. –Es un buen ejemplo. Si te fijas con detenimiento ¿qué cosas te presenta la sociedad como valores? Tener (por ejemplo, cosas o el dinero para comprarlas), placer (sobre todo a través del sexo) y poder. Todo en la sociedad parece centrarse en eso. Sólo importa la apariencia: verse bien, sentirse fuerte, tener el último carro, la casa más lujosa o hacer los viajes más exóticos para después estar fanfarroneando con los amigos. Además parece que todo se mide por cuánto placer puedas tener sin riesgo a las consecuencias. Es más, las consecuencias ni se mencionan. –Es cierto –admitió pensativo Juan mientras veía divertirse a Betty con sus nuevas «amiguitas»–. Te dicen «sexo seguro» y no te dicen que los condones pueden fallar... –Es una trampa, Juan. La sociedad (ese tipo de sociedad) te aturde con tantas cosas que te alejan de ti mismo de tal manera que poco a poco dejas de buscar que es lo mejor para ti (desde tus necesidades reales y particulares) y llegas a creer que la vida se debe manejar con los parámetros que ella te da. Si lo haces, a la corta o a la larga te vas a dar cuenta de que alguien te engañó. Te sientes verdaderamente vacío; la sociedad que te impulsó no te da respuestas para tus necesidades más profundas. Anti– valores como el egoísmo, el rencor, el abuso, el desenfreno, la sensualidad, la ambición desmedida y tantos otros lo único que hacen es llevarte a un límite y después dejarte solo frente a la insatisfacción y sus consecuencias. Juan pensó de inmediato en Julia que estaba sola frente a la muerte. Le pareció absurdo que una amiga suya, de su misma edad, estuviera sola frente a la muerte, pero así era. Comprendió perfectamente a lo que se refería Gina. De todas maneras intentó una especie de defensa. –Lo pones muy negativo, Gina. –Realismo Juan. Así son los anti–valores. Están presentes en nuestras sociedad. Aquí tienes la prueba: muchos de estos chicos fueron abandonados por padres que creyeron que podrían buscar placer olvidándose de la paternidad. Que podían encontrar a su gusto dinero sin trabajar o poder sin compromiso. Por eso tenían que dejar a sus hijos, porque ellos son estorbos en su «realización personal». El problema es que estos egoísmos no suelen conducir a nada. Juan miró a los chicos de la sala y sintió un fuerte enojo. De todas maneras no se rendía. –Pero no todo es como dices. –Sí, también existen cosas positivas –reconoció pacíficamente la voluntaria–. La sociedad también tiene valores. Tal vez con menos espectacularidad. Gracias a la sociedad, a los valores de la sociedad, José tiene una oportunidad de reír nuevamente. Tal vez tardemos un poco con él, pero estamos trabajando en base a darle lo que todo ser humano necesita: comprensión, amabilidad, ternura, seguridad, protección, amor. –Cierto –corroboró Betty que hacía un rato estaba detrás de Juan escuchando–. Sabemos más de escándalos y problemas que de cosas buenas. Tengo un tío (Juan lo conoce) que trabajó mucho y se esforzó honestamente por sacar adelante a sus hijos, después que su esposa murió de cáncer. Durante todo el tiempo de la enfermedad de mi tía él trabajaba y en sus ratos libres iba a cuidarla y ya en las noches se dedicaba a sus hijos. En todo ese tiempo no se impacientó ni se volvió una persona triste, a pesar del cansancio. Creo que es un ejemplo de valentía y generosidad y no salió en los periódicos. –Nosotros somos también la sociedad y en nosotros la sociedad vive y transmite valores (como en el caso de tu tío) –retomó la posta Gina–. Valores positivos que hacen que una pueda ser feliz. Tu tío, a pesar del esfuerzo y dolor de perder a su esposa, no se derrumbó (y mucho menos se volvió un resentido contra la sociedad) sino que supo sacar lo mejor de sí y con eso dar un ejemplo de humanidad que sus hijos nunca olvidarán. Frente a los anti–valores «de la calle», muchas familias educan en los valores a sus hijos. Fren-te al placer desenfrenado, el placer en contexto de amor. Frente a la ambición, la generosidad. Frente a un poder soberbio, la humildad. –Pero ¿dónde están los valores? ¿A quién le interesa eso? Aparte de la madre Teresa de Calcuta –la impaciencia de nuevo hacía estragos en Juan. –A nosotros. Por eso estamos aquí, como voluntarios. No ganamos nada en dinero, sin embargo día a día hombres y mujeres de todas las edades donan lo mejor de su tiempo para estos chicos. Te aseguro que a los niños el dinero no les importa, pero una caricia humana y una sonrisa son su mejor medicina. Tal vez el problema es que nosotros no salimos en la tele o en los diarios, pero como ves, existimos. Lo único que te puedo decir, Juan, es que debes tener la capacidad de distinguir entre valores y anti–valores. A veces no es fácil. Para que tengas una pista, acuérdate de lo que te dije sobre los derechos humanos. El auténtico amor al prójimo es vital para entender los valores. Juan se quedó pensando en estas palabras mientras Gina se acercaba a otra cama. En su cabeza giraba la idea, cada vez más clara, de que lo mejor era jugarse por los valores. Se acercó a la cama de José. Distraídamente se sentó junto a él y sacó unos caramelos de su bolsillo. Haciéndose el misterioso los puso en sus manos mientras le susurraba al oído. –Son para ti, José... Pero que no te vean los médicos, amigo. Al principio el chiquillo no reaccionó pero en cuanto sintió los dulces sonrió leve pero profundamente. Juan sintió una alegría indescriptible. Había hecho un acto bueno. Había vivido un valor. –Volveré, amiguito. Te lo prometo –le dijo al despedirse. La triste cara de José no cambió ante la promesa. El chico tenía mucho encima como para que un simple caramelo lo curara, pero Juan sabía que tenía un contacto y que lo hecho era un granito de arena más. Gina y Betty ya estaban junto a la puerta. La voluntaria los acompañó hasta la puerta para despedirse. –Nos vemos el viernes –les dijo con toda seguridad. –Nos vemos –respondió Juan–. Vamos a volver. Gracias, Gina. Betty no decía nada, pero estaba secretamente contenta de ver que su novio había encajado tan bien en un lugar que a ella le gustaba. Allí podrían trabajar por los niños. Allí se verían el uno al otro haciendo cosas por los demás, dando un poco de ese amor que ella quería que fuera el amor entre los dos. Había muchos motivos para estar contenta, a pesar de que... –Juan, vamos a ver cómo siguen Julia y Ramón.

Escucha ahora la explicación del profesor

REQUERIMIENTOS

  • Sistema Operativo: A partir de Windows 7 en adelantarte. Mac OSX 10.11 o Superior
  • Procesador: Core i3 o superior, 2 GHz o superior
  • RAM: Al menos 4GB de RAM



Actividades de refuerzo

OTRAS FUNCIONES

  • Ajustes de los colores.
  • Detección de escenas.
  • Corregir.
  • Reparar.
  • Efecto en la velocidad.
  • Pantalla Croma.
  • Pantalla partida.
  • Efectos de color.
  • Captura de pantalla de la PC.
  • Estabilizador del video.


Resumen

Hemos aprendido a reconocer los requerimientos mínimos para la instalación y las características de nuestro ordenador

Actividad para la casa

Sé creativa/o y busca los insumos necesarios para la creación del vídeo según el tema tratado en clase.