Diferencia entre revisiones de «Sesión 2: Una pena escondida»

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== Lectura ==
== Lectura ==
Entrando al baño de mujeres entre clases, Alicia se encontró
con Pinky. Esta estaba frente al espejo con el suéter levantado dejando su
vientre a la vista. Cuando Alicia entró, Pinky se bajó rápidamente el suéter.
–Hola, Pinky –saludó Alicia amablemente.
–Hola –respondió Pinky evasivamente.
Alicia entró a una de las cabinas. Algo cayó de su bolso y le tomó un
momento recogerlo. Cuando salió, Pinky tenía nuevamente levantado el
suéter. En el espejo, Alicia pudo ver las marcas rojas de unos cortes en su
vientre.


'''WONDERSHARE FILMORA:''' Es un programa de edición de vídeo para que cualquier usuario aprende a utilizarlo de manera rápida y sencilla 
[[Archivo:Pena1.JPG|izquierda|400px]]
 
Alicia se lavó las manos tranquilamente, preguntándose si debía decir
 
algo, y, en caso que sí, qué. ¿Por qué se estaba haciendo cortes Pinky? Alicia entendía lo que es sentirse como dentro de una olla a presión, deseando
[[Archivo:niña2.JPG|thumb|200px]]
que salga el vapor. Eso tenía sentido. Sin embargo, ella no creía que herirse
 
a sí misma fuera la mejor forma de aliviar nada.
 
–Pinky –comenzó a decir, volviéndose hacia ella–, ¿estás bien?
–Claro –contestó Pinky, encogiéndose de hombros–. Estoy bien.
Pinky no tenía muchas amigas, en parte porque las únicas personas en
las que parecía interesarse eran hombres. Su maquillaje, ropa y actitudes
tendían a alejar a las demás chicas. Parecía bastante claro que Pinky iba
detrás de todos sus novios y sólo veía a las chicas como competencia. Con
las cicatrices rojas del vientre de Pinky en su mente, Alicia respiró hondo y,
movida por un instinto que no pudo identificar, hizo algo que realmente
no deseaba hacer.
–Tengo vales para la heladería –dijo ella–. Si me compro un “sundae”
de moca, me dan uno de caramelo gratis. ¿Te gustan los “sundaes” de moca
o de caramelo?
–¿Estás bromeando? –sonrió Pinky–. ¡Me encantan! ¡Son deliciosos!
–¿Quieres ir conmigo después de clases? No me gustaría desaprovechar estos vales. En realidad Alicia sabía que los vales eran válidos por
meses pero no sabía si tendría otra oportunidad de invitar a Pinky.
–¿Por qué no invitas a Álvaro? –quiso saber Pinky.
–Tiene entrenamiento. Además no te conozco muy bien y quiero hacer
nuevos amigos –contestó Alicia rápidamente.
Pinky la miró con escepticismo. Alicia tenía muchos amigos.
–Siempre estás en el patio de la escuela después de clases –declaró
Pinky queriendo probar a Alicia.
–Hoy no tengo que ir. Por favor –agregó Alicia.
–Ok, pero yo quiero el de moca, ¿está bien? –respondió Pinky riéndose.
–Bueno –dijo Alicia, aunque no era del todo verdad–, a mí me gusta
más el de caramelo.
Al rato empezó a turbarse pensando en que pronto terminarían las
clases de ese día.
“¿Por qué la invité? –se preguntaba–. Ahora sólo me meteré en
problemas y haré el ridículo”.
Pensaba que no tenía ni una cosa en común con Pinky, pero la chica
claramente necesitaba una amiga.
Cuando estaban sentadas en la heladería, mientras una saboreaba su
helado de moca y la otra hacía un esfuerzo por comer rápidamente el de
caramelo, Alicia le preguntó a Pinky qué hacía en su tiempo libre.
Alicia quedó impresionada al enterarse de que Pinky tomaba clases
de escultura. Cuando era niña, a Alicia le encantaba hacer estructuras de arcilla. Participó en uno o dos concursos, y sus padres le habían comprado
un estuche con los materiales necesarios para trabajar con arcilla. Un poco
abochornada le mencionó la marca de arcilla que usaba cuando era niña.
–Esa es buena –afirmó Pinky–. Todavía hago miniaturas con ese
material. Los colores son geniales y también se pueden mezclar para crear
colores propios. Ahora uso arcilla para esculpir, es gris, pero la puedes
pintar cuando terminas. También me gusta esculpir en arcilla blanca para
hacer gaviotas o delfines blancos.
Pinky le contó que iba al taller de escultura después de esto… ¿le
gustaría a Alicia ir a conocerlo? Alicia se sintió entusiasmada. Esculpir con
arcilla era un antiguo y preciado interés suyo. Sería emocionante ver cómo
era la versión adulta. Lo que había empezado como una
obligación para ayudar a alguien se estaba convirtiendo en
algo que Alicia ansiaba hacer.
Pinky era muy conocida en el taller de escultura. Tenía
su propio sitio en la mesa, una pequeña repisa de madera
para poner su bolso y un gancho para colgar su abrigo, así
como un almacén para guardar los trabajos en progreso. Se
puso un delantal manchado de arcilla y le mostró a Alicia
lo que estaba haciendo: una gran gaviota posada sobre un
trozo de madera recogida del mar. La madera era real, Pinky
la había encontrado en una playa. Tenía una forma inusual,
muy impresionante con una saliente perfecta para posar a
la gaviota.
¡La gaviota de Pinky era increíble! Los detalles de las plumas talladas
con un cuchillo de esculpir, los ojos redondos y brillantes esperando una
capa de pintura, las patas y las garras con expresión viva, las proporciones
del cuerpo –Alicia miró a Pinky con asombro.
–¡Eres una artista! –exclamó–. ¡En serio!
–Gracias –sonrió Pinky con satisfacción–. Este es el único lugar donde
sé quién soy. Aquí me siento real. En ningún otro lugar me siento así.
–¿Puedo mirar un rato? –le preguntó Alicia.
–Por supuesto –contestó Pinky con una tímida sonrisa.
Alicia observó con fascinación los movimientos seguros y hábiles de
las manos de Pinky y la expresión pacífica, satisfecha y absorta de su cara.
Alicia se dio cuenta por primera vez de que Pinky era realmente bella.
Viendo cómo Alicia la admiraba, Pinky le ofreció una sonrisa de medio lado.
–¿Quieres intentarlo? –le ofreció.
Alicia aceptó encantada de poder tocar, oler y tallar la arcilla
nuevamente. Decidió empezar a trabajar en un ave y no se fijó en el paso del tiempo hasta que vio el sol descendiendo al otro lado de la ventana.
Entonces se dio cuenta de que estaban solas en el estudio. El resto de los
estudiantes ya se habían ido.
–Ehh, eres realmente buena –observó Pinky–. Se nota que has
trabajado con arcilla antes. Sin embargo, necesitas tallar algunas plumas.
¿Quieres que lo haga? Me encanta tallar y cortar.
–¡Pinky! –exclamó Alicia–. No puedo creer que te cortes… ¡eres una
artista increíble! ¿Por qué lo haces?
–A veces en la escuela –contestó pensativamente Pinky–, la presión es
demasiada. Me siento fea, me siento estúpida, siento que todo el mundo
me odia y me odio a mí misma… y después, cuando veo lo que me he
hecho a mí misma, me odio aún más.
–¿Estabas cortándote cuando entré? –le preguntó Alicia
sin rodeos
–Sí, recién me había cortado. Estaba contemplando los
daños.
–Tú eres muy bella y valiosa, Pinky –afirmó Alicia–. No
deberías hacerte daño.
–No me siento ni bella ni valiosa en la escuela –se
lamentó Pinky.
–¿Y si pensaras que estás aquí? –le sugirió Alicia.
–Lo hago y me ayuda –la voz de Pinky sonaba como
apagada–. Pero allá, nadie piensa que sea bella o valiosa. Me
tratan como basura.
Alicia se mordió los labios con arrepentimiento. Ella
también había subestimado a Pinky.
–Mira –dijo–, sé que vienes a esculpir aquí, pero si tienes libre cualquier
día durante la semana, ¿podrías exponer algunas de tus esculturas en el
patio de la escuela?
–¿Crees que podría venderlas? –bromeó Pinky.
–Creo que podrías dar algunas clases –propuso Alicia–. Me parece que
todos quedarían impresionados al ver lo que puedes hacer.
–Oh, sólo pensarán que es raro –dijo Pinky dolida–. Como todo lo que
hago.
–Algunos lo apreciarían –la animó Alicia.
–Gané un concurso –le contó Pinky, mostrándole a Alicia una cinta
azul y un trofeo al lado de una de sus obras.
–Deberías exponer esto en el patio de la escuela junto a tus obras. Te
respetarán por eso –dijo Alicia–. ¡Es tan bueno como algunos de los trofeos
deportivos que ganan los chicos!
–¿Sabes por qué me estaba cortando hoy? –Pinky había comenzado a
confiar en Alicia.
–No –dijo Alicia encogiéndose de hombros.
–Por un chico de otra escuela; tú no lo conoces. Estábamos de novios
y él rompió conmigo –dijo brevemente Pinky.
–Romper es difícil –musitó Alicia con una leve sonrisa porque ese era
el título de una canción.
–Especialmente cuando el que rompe es la otra persona –dijo Pinky–.
Me hizo sentir: sin valor, fea, estúpida, igual como me tratan todos en la
escuela.
–Cuéntamelo todo –sugirió Alicia–. Tengo que regresar a casa, pero
podemos caminar juntas una parte del camino.
–Te acompaño hasta tu casa –ofreció Pinky ansiosa de tener a alguien
comprensivo y amable que la escuchara.


== Escucha ahora la explicación del profesor ==
== Escucha ahora la explicación del profesor ==

Revisión del 08:46 15 sep 2021

Computadora 1.JPG


PROPÓSITO El estudiante aprende cuales son las requerimientos mínimas para la instalación de programa a utilizar en clase para la edición de los vídeos.

Introducción



¿Cuales son las características mínimas para que el programa funcione? Lo primero que se debe de ver son los requerimientos mínimos que el programa requiere y de esta manera el programa se ejecute de manera optima en el ordenador.


Lectura

Entrando al baño de mujeres entre clases, Alicia se encontró con Pinky. Esta estaba frente al espejo con el suéter levantado dejando su vientre a la vista. Cuando Alicia entró, Pinky se bajó rápidamente el suéter. –Hola, Pinky –saludó Alicia amablemente. –Hola –respondió Pinky evasivamente. Alicia entró a una de las cabinas. Algo cayó de su bolso y le tomó un momento recogerlo. Cuando salió, Pinky tenía nuevamente levantado el suéter. En el espejo, Alicia pudo ver las marcas rojas de unos cortes en su vientre.

Pena1.JPG

Alicia se lavó las manos tranquilamente, preguntándose si debía decir algo, y, en caso que sí, qué. ¿Por qué se estaba haciendo cortes Pinky? Alicia entendía lo que es sentirse como dentro de una olla a presión, deseando que salga el vapor. Eso tenía sentido. Sin embargo, ella no creía que herirse a sí misma fuera la mejor forma de aliviar nada. –Pinky –comenzó a decir, volviéndose hacia ella–, ¿estás bien? –Claro –contestó Pinky, encogiéndose de hombros–. Estoy bien. Pinky no tenía muchas amigas, en parte porque las únicas personas en las que parecía interesarse eran hombres. Su maquillaje, ropa y actitudes tendían a alejar a las demás chicas. Parecía bastante claro que Pinky iba detrás de todos sus novios y sólo veía a las chicas como competencia. Con las cicatrices rojas del vientre de Pinky en su mente, Alicia respiró hondo y, movida por un instinto que no pudo identificar, hizo algo que realmente no deseaba hacer. –Tengo vales para la heladería –dijo ella–. Si me compro un “sundae” de moca, me dan uno de caramelo gratis. ¿Te gustan los “sundaes” de moca o de caramelo? –¿Estás bromeando? –sonrió Pinky–. ¡Me encantan! ¡Son deliciosos! –¿Quieres ir conmigo después de clases? No me gustaría desaprovechar estos vales. En realidad Alicia sabía que los vales eran válidos por meses pero no sabía si tendría otra oportunidad de invitar a Pinky. –¿Por qué no invitas a Álvaro? –quiso saber Pinky. –Tiene entrenamiento. Además no te conozco muy bien y quiero hacer nuevos amigos –contestó Alicia rápidamente. Pinky la miró con escepticismo. Alicia tenía muchos amigos. –Siempre estás en el patio de la escuela después de clases –declaró Pinky queriendo probar a Alicia. –Hoy no tengo que ir. Por favor –agregó Alicia. –Ok, pero yo quiero el de moca, ¿está bien? –respondió Pinky riéndose. –Bueno –dijo Alicia, aunque no era del todo verdad–, a mí me gusta más el de caramelo. Al rato empezó a turbarse pensando en que pronto terminarían las clases de ese día. “¿Por qué la invité? –se preguntaba–. Ahora sólo me meteré en problemas y haré el ridículo”.

Pensaba que no tenía ni una cosa en común con Pinky, pero la chica

claramente necesitaba una amiga. Cuando estaban sentadas en la heladería, mientras una saboreaba su helado de moca y la otra hacía un esfuerzo por comer rápidamente el de caramelo, Alicia le preguntó a Pinky qué hacía en su tiempo libre.

Alicia quedó impresionada al enterarse de que Pinky tomaba clases

de escultura. Cuando era niña, a Alicia le encantaba hacer estructuras de arcilla. Participó en uno o dos concursos, y sus padres le habían comprado un estuche con los materiales necesarios para trabajar con arcilla. Un poco abochornada le mencionó la marca de arcilla que usaba cuando era niña. –Esa es buena –afirmó Pinky–. Todavía hago miniaturas con ese material. Los colores son geniales y también se pueden mezclar para crear colores propios. Ahora uso arcilla para esculpir, es gris, pero la puedes pintar cuando terminas. También me gusta esculpir en arcilla blanca para hacer gaviotas o delfines blancos. Pinky le contó que iba al taller de escultura después de esto… ¿le gustaría a Alicia ir a conocerlo? Alicia se sintió entusiasmada. Esculpir con arcilla era un antiguo y preciado interés suyo. Sería emocionante ver cómo era la versión adulta. Lo que había empezado como una obligación para ayudar a alguien se estaba convirtiendo en algo que Alicia ansiaba hacer. Pinky era muy conocida en el taller de escultura. Tenía su propio sitio en la mesa, una pequeña repisa de madera para poner su bolso y un gancho para colgar su abrigo, así como un almacén para guardar los trabajos en progreso. Se puso un delantal manchado de arcilla y le mostró a Alicia lo que estaba haciendo: una gran gaviota posada sobre un trozo de madera recogida del mar. La madera era real, Pinky la había encontrado en una playa. Tenía una forma inusual, muy impresionante con una saliente perfecta para posar a la gaviota. ¡La gaviota de Pinky era increíble! Los detalles de las plumas talladas con un cuchillo de esculpir, los ojos redondos y brillantes esperando una capa de pintura, las patas y las garras con expresión viva, las proporciones del cuerpo –Alicia miró a Pinky con asombro. –¡Eres una artista! –exclamó–. ¡En serio! –Gracias –sonrió Pinky con satisfacción–. Este es el único lugar donde sé quién soy. Aquí me siento real. En ningún otro lugar me siento así. –¿Puedo mirar un rato? –le preguntó Alicia. –Por supuesto –contestó Pinky con una tímida sonrisa. Alicia observó con fascinación los movimientos seguros y hábiles de las manos de Pinky y la expresión pacífica, satisfecha y absorta de su cara. Alicia se dio cuenta por primera vez de que Pinky era realmente bella. Viendo cómo Alicia la admiraba, Pinky le ofreció una sonrisa de medio lado. –¿Quieres intentarlo? –le ofreció. Alicia aceptó encantada de poder tocar, oler y tallar la arcilla nuevamente. Decidió empezar a trabajar en un ave y no se fijó en el paso del tiempo hasta que vio el sol descendiendo al otro lado de la ventana. Entonces se dio cuenta de que estaban solas en el estudio. El resto de los estudiantes ya se habían ido. –Ehh, eres realmente buena –observó Pinky–. Se nota que has trabajado con arcilla antes. Sin embargo, necesitas tallar algunas plumas. ¿Quieres que lo haga? Me encanta tallar y cortar. –¡Pinky! –exclamó Alicia–. No puedo creer que te cortes… ¡eres una artista increíble! ¿Por qué lo haces? –A veces en la escuela –contestó pensativamente Pinky–, la presión es demasiada. Me siento fea, me siento estúpida, siento que todo el mundo me odia y me odio a mí misma… y después, cuando veo lo que me he hecho a mí misma, me odio aún más. –¿Estabas cortándote cuando entré? –le preguntó Alicia sin rodeos –Sí, recién me había cortado. Estaba contemplando los daños. –Tú eres muy bella y valiosa, Pinky –afirmó Alicia–. No deberías hacerte daño. –No me siento ni bella ni valiosa en la escuela –se lamentó Pinky. –¿Y si pensaras que estás aquí? –le sugirió Alicia. –Lo hago y me ayuda –la voz de Pinky sonaba como apagada–. Pero allá, nadie piensa que sea bella o valiosa. Me tratan como basura. Alicia se mordió los labios con arrepentimiento. Ella también había subestimado a Pinky. –Mira –dijo–, sé que vienes a esculpir aquí, pero si tienes libre cualquier día durante la semana, ¿podrías exponer algunas de tus esculturas en el patio de la escuela? –¿Crees que podría venderlas? –bromeó Pinky. –Creo que podrías dar algunas clases –propuso Alicia–. Me parece que todos quedarían impresionados al ver lo que puedes hacer. –Oh, sólo pensarán que es raro –dijo Pinky dolida–. Como todo lo que hago. –Algunos lo apreciarían –la animó Alicia. –Gané un concurso –le contó Pinky, mostrándole a Alicia una cinta azul y un trofeo al lado de una de sus obras. –Deberías exponer esto en el patio de la escuela junto a tus obras. Te respetarán por eso –dijo Alicia–. ¡Es tan bueno como algunos de los trofeos deportivos que ganan los chicos! –¿Sabes por qué me estaba cortando hoy? –Pinky había comenzado a confiar en Alicia. –No –dijo Alicia encogiéndose de hombros. –Por un chico de otra escuela; tú no lo conoces. Estábamos de novios y él rompió conmigo –dijo brevemente Pinky. –Romper es difícil –musitó Alicia con una leve sonrisa porque ese era el título de una canción. –Especialmente cuando el que rompe es la otra persona –dijo Pinky–. Me hizo sentir: sin valor, fea, estúpida, igual como me tratan todos en la escuela. –Cuéntamelo todo –sugirió Alicia–. Tengo que regresar a casa, pero podemos caminar juntas una parte del camino. –Te acompaño hasta tu casa –ofreció Pinky ansiosa de tener a alguien comprensivo y amable que la escuchara.

Escucha ahora la explicación del profesor

REQUERIMIENTOS

  • Sistema Operativo: A partir de Windows 7 en adelantarte. Mac OSX 10.11 o Superior
  • Procesador: Core i3 o superior, 2 GHz o superior
  • RAM: Al menos 4GB de RAM



Actividades de refuerzo

OTRAS FUNCIONES

  • Ajustes de los colores.
  • Detección de escenas.
  • Corregir.
  • Reparar.
  • Efecto en la velocidad.
  • Pantalla Croma.
  • Pantalla partida.
  • Efectos de color.
  • Captura de pantalla de la PC.
  • Estabilizador del video.


Resumen

Hemos aprendido a reconocer los requerimientos mínimos para la instalación y las características de nuestro ordenador

Actividad para la casa

Sé creativa/o y busca los insumos necesarios para la creación del vídeo según el tema tratado en clase.