Sesión 2: Otra sorpresa en el lago

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PROPÓSITO El estudiante aprende cuales son las requerimientos mínimas para la instalación de programa a utilizar en clase para la edición de los vídeos.

Introducción



¿Cuales son las características mínimas para que el programa funcione? Lo primero que se debe de ver son los requerimientos mínimos que el programa requiere y de esta manera el programa se ejecute de manera optima en el ordenador.


Lectura

Fuera de clases, mientras tanto, a Andrés no se le quitaba de la cabeza como acercarse, sin hacerse el payaso, a esa muchacha que le parecía tan especial, y no sabía cómo arriesgarse a ello. Buscó, entonces a su tío, estudiando en su lugar de costumbre y le pidió permiso para interrumpirlo. –Entra, entra… ¿en qué te puedo ayudar? Le preguntó el tío, quitándose los anteojos. –Dime como atreverme a algo, porque como dice Juan, luego de hacerme el payaso con el caballo, para impresionar a esa chica, ahora fui a su colegio y ni siquiera me atreví a hablarle. ¿Cómo debo hacer, sin caer mal de nuevo? Eso de los riesgos positivos y negativos… dime como volverlo positivo, Alfredo. –Llegaste a buena hora, necesito tomar un descanso. Estoy casi bizco de estudiar. Vamos al campo a refrescar la mente. No tardaron mucho en llegar cerca del famoso lago a instalarse mientras Andrés presentaba su problemática a su confidente. –Tal vez se pueda decir –continuó Alfredo– que ciertamente tomaste un riesgo innecesario, galopando así, pero buscabas algo más allá: causar una buena impresión a una chica. Eso tal vez fue un riesgo positivo. En ambos algo puede salir mal y por eso son riesgos. A ver si te lo explico mejor: los riesgos negativos son todos aquellos que si salen bien no te producirán ningún beneficio y si salen mal… pues te perjudicarán seriamente. Probar drogas es un buen ejemplo… bueno, ese es un ejemplo de riesgo cien por cien negativo: nunca sale bien y muchas veces sale peor. Pero hay otros: meterte en fiestas dudosas con gente dudosa que no conoces puede ser otro ejemplo. Navegar en internet por cualquier página o ponerte a chatear con cualquiera que te dice que es mujer y tiene medidas de 90-60-90, cosa que no puedes comprobar y que no suele ser verdad. O darle tus datos a cualquiera que en internet te ofrezca ganar mucho dinero sin hacer nada absolutamente. Andrés sonrió. –Ya capté tío –dijo–. O sea que bajar en caballo así a lo loco entra en esta categoría. –Todavía no he dicho eso –aclaró Alfredo–. Porque además está el otro tipo de riesgo, el que sí vale la pena correr: es el riesgo positivo. Al contrario de los riesgos negativos estos, si salen bien, te traerán un gran beneficio pero si salen mal te pueden perjudicar. Pero el beneficio posible es más grande que el perjuicio y nunca el mal va contra tu persona. –Mmm, eso nunca lo había oído –reconoció Andrés–. Dame un ejemplo. –Es que pocos hablan de este tipo de riesgo –comentó el tío–. Pero es muy importante. Riesgo positivo es el riesgo de iniciar una amistad y querer mucho al amigo. El riesgo de compartir los sentimientos o de dejarse ayudar por los demás. Hay el riesgo de los padres cuando dan la vida a los hijos y los educan. El riesgo del emprendedor que tiene una idea original y apuesta todo para que salga. En fin, el riesgo de dar el paso al frente y decir –este soy yo, con mis defectos y virtudes–. Durante toda la historia de la humanidad los jóvenes han querido tomar este tipo de riesgos y los exitosos recorrieron su camino precisamente tomando el riesgo, aceptando el desafío. Andrés se quedó en silencio. Por un momento se le olvidó para que había venido a conversar. –Lo que me fastidia es que hoy en día hay cada vez menos gente que quiera aceptar este tipo de riesgo –concluyó el tío–. Así la gente se queda sola porque no toma el riesgo de comprometerse con algo. No progresa porque no asume el riesgo de impulsar una idea nueva. Muchos chicos no empiezan la carrera que quieren por el riesgo de quedar en ridículo o de no ganar suficiente luego. A veces veo a mi alrededor una sociedad mediocre y te aseguro que me decepciona totalmente. El sobrino había visto pocas veces a su tío así. –¿Te pasa algo, tío? –preguntó luego de un rato de silencio. Alfredo sonrió volviendo a su actitud de siempre. –No, no –dijo muy amable–. Bueno, nada en especial. Sólo que últimamente he estado dándole muchas vueltas a este tema de los riesgos. –¿Y sabes? –continuó el tío–. Tú puedes convertir ese riesgo negativo de la payasada en positivo. –¿Si? –Primero, aprendiendo a cabalgar –contestó riendo Alfredo–. Y segundo, pensando antes de actuar. ¡Y eso que te lo dije! Andrés intentó darle un golpe cariñoso a su tío en el hombro, que el otro esquivó con agilidad. Ambos reían por lo sucedido: era una anécdota. Alfredo no pudo evitar pensar: “¡Ay, Andrés! Tu papá se equivocó. Pero espero en el alma que eso no te asuste y tú quieras correr el riesgo del compromiso en la vida. Y ojalá los errores de él más que detenerte te adviertan lo que tienes que hacer para convertir una situación de riesgo en un factor de éxito”. No tenían mucho tiempo instalados, cuando Alfredo le dice ––Ojo, no sabes quién está ahí. Andrés miró hacia donde su tío le indicaba con un cabeceo mientras bebía su refresco. ¡Rayos!, era Elena. Andrés trató de parecer despreocupa - do, pero por dentro casi no podía contener sus emociones. Aquí estaba, en el mismo lugar de su ridícula caída frente a la chica que quería impresionar. Qué haría si ella le gritaba: “¡Oye, Andrés! ¿Vas a bajar las dunas de nuevo… sentado en tu trasero?”. Pero no lo hizo. Lo mejor fue que les dio a ambos un saludo amistoso a la distancia, se compró un refresco y fue a sentarse en una mesa bajo una sombrilla un poco más allá. Estaba sola. El corazón de Andrés comenzó a golpear más fuerte. –Eso es lo que yo llamo una oportunidad caída del cielo –dijo Alfredo en voz baja. –Ahora no –dijo Andrés, nervioso. Tenía miedo de acercarse a ella. –Simplemente acércate con la idea de ser amigos. De todas formas, eso es lo que debe ocurrir primero. Además, te sentirás menos presionado. –¡Amigos! –Andrés se encogió de hombros–. Yo no quiero ser su amigo. Yo quiero… yo quiero… toda clase de cosas con ella. –¡Un momento! –dijo Alfredo–. ¡Hay demasiados “yo” en esa oración! Tú quieres, ¿tú quieres cosas con ella? ¿No te suena un poquito egoísta? –Sí, supongo que sí –dijo Andrés. Esta vez estaba serio y silencioso. Compasivamente, su tío le dijo: –No te preocupes. Podemos llegar a ser muy egoístas con las chicas, y ellas con nosotros en estas relaciones, lo cual no tiene ningún sentido. Es decir, ¿¡ser egoístas en nombre del amor!? Por esta razón creo que una buena amistad es EL paso más importante para cualquier relación amorosa. Incluso en la etapa del noviazgo, una buena base implica fortalecer la amistad al máximo. –Pero muchos amigos míos tienen novias y están bien, sin tomárselo de forma tan seria –observó Andrés. –¿Estás seguro? –lo hizo reflexionar su tío. Después de pensarlo un momento, Andrés ya no estaba tan seguro, pero no se rindió y dijo: –Por supuesto. –Lo dudo, pero si tú lo dices… –se conformó aparentemente Alfredo– Yo me refiero a lo que pasa en la vida real en la mayoría de los casos. Tú descubrirás por ti mismo lo que sucede a tu alrededor. La experiencia me ha enseñado que si no has resuelto tus problemas de adolescencia y no ves el matrimonio como una realidad futura, iniciar noviazgos con chicas puede terminar siendo sólo un juego. A veces es un juego muy peligroso. –¿Enfermedades venéreas, embarazo y todo eso? –dijo Andrés. –Eso y también el lado emocional –añadió Alfredo–. Así que lo que te aconsejo hacer es simplemente ir en plan de amigo. Trata de ser un amigo para ella. Eso es todo. Andrés tragó saliva. Pensándolo de esa manera no le daba tanto miedo. Podía hacerse amigo de cualquier persona: era el payaso de la clase y tenía un montón de amigos. Sabía cómo ser un amigo. Con su tío tomando jugo relajadamente ahí cerca pensó que podría lograrlo. Tomó su propio refresco y se acercó a Elena. –Hola –dijo. Luego se dio cuenta con claridad de lo que debía decir. Después de todo, ella estaba sola en un hermoso día en la playa, donde la gente suele ir en parejas o en grupos. –Parece que te hace falta un amigo –se aventuró a decir Andrés. –Yo… bueno, la verdad es que sí –dijo Elena–. Yo sólo… Los ojos de Elena se enrojecieron y comenzaron a deshacerse en lágrimas. Se había alegrado de ver a Andrés, mirándolo desde lejos, y la forma en que se le acercó desató todo el dolor que estaba sintiendo –En realidad, me haría bien un amigo –dijo y comenzó a sollozar.

Andrés miró a su tío. No esperaba algo así. –¿Podemos caminar? –le pidió Elena. –Se… seguro –dijo Andrés. ¡Uf! Esta sí que era una sorpresa. Miró a su tío, que le enviaba su apoyo desde la distancia y le dijo: –Vamos a dar un paseo, ¿está bien? –Seguro. Yo tengo que llamar a mi novia –respondió Alfredo sacando su celular y acomodándose para una larga conversación. –¿Adónde quieres ir? –le preguntó Andrés a Elena. Estaba confundido y no sabía con certeza en qué se había metido. –Quiero caminar por la orilla del lago. Es tan hermoso. Necesito mirar algo hermoso. –Bien –dijo Andrés–. Vamos. La ayudó a bajar por las dunas, y pensó que así se redimía de la torpeza con que las había bajado el día en que se cayó frente a ella. Ella era aún más linda de cerca y a la luz del sol. Pero eso no parecía importar mucho. Sentía pena por ella. Él sabía lo que era el dolor emocional; de eso se trataban todas sus payasadas, de aparentar, de sacárselo de encima con una carcajada para evitar el llanto. Todo lo que quería era ayudarla aunque, honestamente, debía reconocer que una de sus fantasías momentáneas incluía tomarla en sus brazos. “Tal vez más allá, cuando nos alejemos de toda la gente”–pensó. Los dos caminaron lentamente, Elena con la cabeza gacha y Andrés con la suya inclinada hacia ella. –¿De qué se trata? –le preguntó–. ¿Me puedes contar? Elena sollozó y asintió: –En realidad, no se trata de mí, sino de mi amiga Lucía. –Lucía –asintió Andrés. Todos conocían a Lucía. –No sé si deba contarte esto –dudó Elena. –Mis labios están sellados –respondió Andrés y bromeando hizo el gesto de cerrar su boca como con una cremallera–. En serio, soy un payaso, pero no un chismoso. Si quieres contarme, aquí estoy. Además, hay rumores sobre Lucía… y Gustavo. Elena suspiró: –Me temo que esos rumores son ciertos.

Escucha ahora la explicación del profesor

REQUERIMIENTOS

  • Sistema Operativo: A partir de Windows 7 en adelantarte. Mac OSX 10.11 o Superior
  • Procesador: Core i3 o superior, 2 GHz o superior
  • RAM: Al menos 4GB de RAM



Actividades de refuerzo

OTRAS FUNCIONES

  • Ajustes de los colores.
  • Detección de escenas.
  • Corregir.
  • Reparar.
  • Efecto en la velocidad.
  • Pantalla Croma.
  • Pantalla partida.
  • Efectos de color.
  • Captura de pantalla de la PC.
  • Estabilizador del video.


Resumen

Hemos aprendido a reconocer los requerimientos mínimos para la instalación y las características de nuestro ordenador

Actividad para la casa

Sé creativa/o y busca los insumos necesarios para la creación del vídeo según el tema tratado en clase.