Diferencia entre revisiones de «Sesión 2: Lo que nadie quiere: el divorcio»

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== Lectura ==
== Lectura ==


Luego del interés de Juan y Betty por el equilibrio en la
familia hubo otra circunstancia muy cercana (especialmente para Betty)
que los puso a pensar sobre todo lo que representaba el matrimonio.
Un lunes Julia no había ido al colegio. Se la volvió a ver recién el
miércoles, pero estaba como «ida», muy lejana y cualquiera se podía dar
cuenta de que había estado llorando. Los profesores deben haber sabido
algo porque ninguno le hizo preguntas ni le llamaron la atención.


crecer más y
En el primer descanso que pudo Betty se le acercó para ver qué le
más. No terminaba un ciclo, empezaba el resto de su vida.  
pasaba. Al principio Julia no quiso hablar pero una mirada de Betty la
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desarmó.
Casi llorando le contó acerca de sus papás. De cómo habían estado
discutiendo en los últimos tiempos. De cómo se quejaban el uno del otro,
incluso poniendo a sus hijos de árbitros. Todo iba muy mal hasta ese fin de
semana. El domingo discutieron por tonterías, como casi siempre... pero
el final fue distinto: el papá de Julia se fue de la casa y amenazó con no
volver. Lo último que dijo fue que pediría el divorcio, que estaba cansado
de vivir en esa casa. Por su lado la mamá le estrelló la puerta en cuanto se
fue y gritó que no se lo daría. Julia y su hermano temblaban de miedo en
su cuarto y esa noche casi no pudieron dormir.
 
–Siempre he oído que la gente se divorcia... pero fue tan duro ver
que mi papá se iba así. Me asusté, Betty... y me enfermé. El lunes no me
podía levantar por la fiebre. El médico dijo que no tenía nada y que la
fiebre pasaría. En cuanto pasó quise venir a la escuela porque cualquier
cosa es mejor que estar en casa. Nunca pensé que esto me pasaría –había
apoyado la cara en el hombro de su amiga y lloraba–. Eso le pasa a otros
pero ¿por qué a mí? ¿Qué puedo hacer? Yo no quiero que papá se vaya de
casa. Tampoco quiero que se la pase discutiendo todo el día con mamá...
pero que no se divorcien.
 
Betty no supo qué decir. Sacó un pañuelo y se lo dio. Cuando Julia se
tranquilizó fue al baño.
–Por favor, no se lo digas a nadie. Ya se enterarán... pero que no sea
pronto.
–No te preocupes, Flaca, sé guardar los secretos.
 
Betty volvió a casa sintiéndose extrañamente cansada, como
con desgano. Quería ayudar pero no sabía cómo. Esa tarde se la pasó
escuchando música y tratando de pensar.
Su papá al volver del trabajo se sorprendió de ver a su hija en casa.
–¿No fuiste a correr con tus amigas, Bet?
–No papá... oye, ¿puedo hacerte una pregunta larga?
El papá se sorprendió.
 
–Mientras no sea muy difícil –contestó con una sonrisa. Sabía en el
fondo que larga era igual que difícil.
–¿Qué piensas del divorcio papá?
Efectivamente: larga era igual a difícil. El señor Marques se sentó en su
silla favorita, pensó un poco y comenzó a hablar.
–Son muchas las cosas que están de por medio. Dolor. Es como
reconocer que algo se rompió en la relación de pareja y entre los dos no lo
pueden componer.
Betty tenía cara de no comprender. Su padre se concentró y volvió a
empezar.
 
–A veces la gente a la hora de casarse no contempla todo lo que va a
representar estar casados. Muchos llegan con una ilusión que los ciega y
les impide ser realistas y conocerse en profundidad. Creen consciente o
inconscientemente que todo será rosas sin espinas. El problema es que no
se preparan para superar los problemas y después sienten que la carga es
demasiado pesada.
–¿Pero cuando decides casarte no buscas que sea para toda la vida?
–Eso es lo que sienten casi todos. Pero el problema es que no pasa de
un simple sentimiento. Quieren ser felices y «sentirse» amados. Pero la vida
cotidiana, los problemas y el aburrimiento de estar siempre en un lugar
con una persona pueden entibiar y enturbiar ese amor.
–No entiendo de qué vale
casarse, entonces, si la vida diaria
siempre destruye el amor.
 
Betty estaba muy afectada por
lo de su amiga y, como casi todo el
mundo, tendía a absolutizar todo
cuando estaba así.
–No siempre (si no, míranos a
tu mamá y a mí). Son muchas las
parejas que vivimos la fidelidad.
Pero es que la fidelidad, como
el amor, se construye con actos
concretos. A lo largo de la vida los
 
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sentimientos van a ir cambiando pero lo que no cambia nunca es nuestro
interior, lo que somos. El amor tiene que ver con lo que somos. Por ejemplo
yo amo a tu madre, no sus sentimientos. Piensa, si no, cuando está de mal
humor.
Betty nunca se detuvo a pensar que el amor entre sus padres dependía
de lo que entre ellos hicieran. Ella daba siempre por descontado de que se
querían. Ahora entendía mejor las cosas.
 
–En el matrimonio ayuda mucho tener metas en común, ideas
compartidas y amor a las mismas cosas. Si sólo te quedas en tus necesidades,
en lo que tú puedes o no puedes, caes en el egoísmo y la amargura. En
cambio si sales de ti te será más fácil comprender que tu
marido será siempre la misma persona aunque cambie en
lo exterior.
 
–Pero papá, eso es tonto... todo el mundo entiende
que una persona es siempre la misma, aunque cambie lo
exterior.
–Pues no es tan tonto. La más difundida excusa para
iniciar el divorcio es que la otra persona «cambió». Y en el
fondo lo que ha pasado es que el otro no tiene detalles
conmigo que antes tenía, o maduró y tal vez no sea tan
ardiente como antes o simplemente está atravesando
una mala temporada. Hay que aprender a ver a la persona
aunque las situaciones de vida cambien. Porque es muy fácil amar cuando
las cosas salen bien. Pero cuando las situación cambia... si se da pobreza,
enfermedad, no sé, circunstancias que no esperas, ahí es cuando se mide
el amor. Si tienes diálogo, hasta estos problemas se superan.
 
–Pero si no se superan ¿el divorcio es la solución?
–Mira, el divorcio es una contradicción. El matrimonio significa
donación a una persona para toda la vida. Tenemos un solo corazón y lo
podremos entregar solamente una vez. Podemos amar a muchas personas,
pero entregar nuestro corazón solamente una vez. Lo normal es que lo
entreguemos en el matrimonio. Por ello el matrimonio es indisoluble.
Ahora si la gente se casa pensando que si algo sale mal se puede divorciar
entonces no se está casando bien, porque no está aceptando una de las
condiciones del matrimonio.
–¿Pero si ya no se soportan? ¿No te parece un poco duro lo que dices?
–No. Lo que pasa es que estás viendo el ejemplo de dos que ya
tienen problemas: de diálogo, de entendimiento, de aceptación de los
inconvenientes. Pero no todo matrimonio llega a ese extremo. Es más, el
matrimonio no está «hecho» para llegar a eso. Por eso está el noviazgo. Y
en el noviazgo es cuando tienes que pensar todo esto y exigirte a ti y a tu
pareja las condiciones para llegar a ser siempre un verdadero matrimonio.
 
–¿Pero si hay amor al principio y después...?
–¿Se pierde? El sentir amor en el momento de dar el «sí» no garantiza
por sí mismo que perdurará. Hay que trabajarlo, «darle aire» constantemente. Se trata de alimentar el amor día con día y reforzar así la opción por
la persona. La clave está en salir de uno mismo para amar al otro.
–¿Cómo?
–Hablando bien de ella delante de otros, evitando las críticas frente a
los demás o delante de los hijos. Manteniendo la alegría aun en los tiempos
difíciles, que es una manera de velar por la alegría del otro. Hay que tener
una actitud generosa. Sin generosidad no se puede vivir el perdón, ni el
servicio. No te puedes entregar con alegría a tu pareja ni a tus hijos. Cuando
en la pareja se olvidan estas virtudes: perdón y servicio todo corre peligro.
–Papá te olvidas de la honestidad. No me gustaría confiar en alguien
que después se burle de mí.
 
El señor Marques asentía con la cabeza.
–Bien. Eso es bueno. Por eso tú, hija, busca un hombre íntegro que te
regale su corazón sin reservas y lo entregue para siempre. Que se juegue
por ti, sin dudas ni temores. Quien se entrega así es alguien que ama profundamente y quiere ser fiel a ese amor. Fiel tanto en lo exterior como en lo
interior, en sus pensamientos y anhelos. Si tú pones tu parte no hay forma
en que el divorcio sea una sombra para ustedes. Habrá problemas, pero
también soluciones. Todo va en los pequeños detalles.
En ese momento Betty recordó que su padre todas las mañanas (a
veces aparentemente de mala gana) le da un beso a su madre, o le lleva
una flor e incluso los fines de semana le lleva el desayuno en la cama.  
 
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Ahora entendía el porqué.
–Pero que hacer con las peleas ¿por qué tú y mamá a veces discuten...?
–Claro que discutimos... pero no lo confundas con las peleas. En todo
caso una pelea es tan agresiva que daña a la otra persona. Una discusión
puede ser fuerte, pero en el fondo siempre deja una puerta abierta a que
con calma vuelva el perdón. Las peleas suelen cerrar las puertas. O por lo
menos a hacerlas más duras.
 
–¿Eso es lo que sucede con los matrimonios en crisis?
–Así es. No se reconcilian después de una pelea. No buscan aclarar
puntos importantes y se guardan cosas buenas y malas... hasta que
explotan. Por eso el diálogo en la pareja siempre tiene que incluir tratar los
problemas, pedir perdón si nos equivocamos u ofendimos al otro, aclarar
los puntos de duda.
 
–¿Y qué pueden hacer los hijos frente al divorcio de sus padres?
Betty pensó en su amiga.
–Lo primero que me viene a la cabeza es no juzgar ni condenar a sus
padres. Son personas humanas como cualquiera, con errores, limitaciones
y defectos. No creo que sea bueno tomar partido por ninguno de los dos
ni chantajear con el amor. Tampoco sentirse culpable de los problemas de
los padres, con eso no se remedia nada. Si los padres ven amor en la obra
de su amor que son los hijos es más fácil que recuerden por qué están
juntos y sea ése un buen inicio. Pero no es función de los hijos resolver
los problemas de los padres. Siempre la separación de los padres es triste,
pero echando culpas no se gana nada.
 
Ya había anochecido y la mamá de Betty se acercó para pedirles que
ayuden con la cena. La chica estaba contenta con todo lo que su padre
le había dicho. Él lo sabía bien porque una vez había pasado por eso. Fue
incluso antes de que ella naciera: alguna vez su abuela le contó que su
padre estuvo a punto de irse de la casa. Pero alguien les ayudó y ahora
ellos como pareja, procuraban ayudar a otros.


== Escucha ahora la explicación del profesor ==
== Escucha ahora la explicación del profesor ==

Revisión actual del 12:13 24 nov 2021


PROPÓSITO El estudiante se esfuerce por vivir la libertad en cada uno de sus actos sin caer en libertinaje.

Introducción

La verdadera libertad no significa hacer lo que «nos da la gana».

Lectura

Luego del interés de Juan y Betty por el equilibrio en la familia hubo otra circunstancia muy cercana (especialmente para Betty) que los puso a pensar sobre todo lo que representaba el matrimonio. Un lunes Julia no había ido al colegio. Se la volvió a ver recién el miércoles, pero estaba como «ida», muy lejana y cualquiera se podía dar cuenta de que había estado llorando. Los profesores deben haber sabido algo porque ninguno le hizo preguntas ni le llamaron la atención.

En el primer descanso que pudo Betty se le acercó para ver qué le pasaba. Al principio Julia no quiso hablar pero una mirada de Betty la desarmó. Casi llorando le contó acerca de sus papás. De cómo habían estado discutiendo en los últimos tiempos. De cómo se quejaban el uno del otro, incluso poniendo a sus hijos de árbitros. Todo iba muy mal hasta ese fin de semana. El domingo discutieron por tonterías, como casi siempre... pero el final fue distinto: el papá de Julia se fue de la casa y amenazó con no volver. Lo último que dijo fue que pediría el divorcio, que estaba cansado de vivir en esa casa. Por su lado la mamá le estrelló la puerta en cuanto se fue y gritó que no se lo daría. Julia y su hermano temblaban de miedo en su cuarto y esa noche casi no pudieron dormir.

–Siempre he oído que la gente se divorcia... pero fue tan duro ver que mi papá se iba así. Me asusté, Betty... y me enfermé. El lunes no me podía levantar por la fiebre. El médico dijo que no tenía nada y que la fiebre pasaría. En cuanto pasó quise venir a la escuela porque cualquier cosa es mejor que estar en casa. Nunca pensé que esto me pasaría –había apoyado la cara en el hombro de su amiga y lloraba–. Eso le pasa a otros pero ¿por qué a mí? ¿Qué puedo hacer? Yo no quiero que papá se vaya de casa. Tampoco quiero que se la pase discutiendo todo el día con mamá... pero que no se divorcien.

Betty no supo qué decir. Sacó un pañuelo y se lo dio. Cuando Julia se tranquilizó fue al baño. –Por favor, no se lo digas a nadie. Ya se enterarán... pero que no sea pronto. –No te preocupes, Flaca, sé guardar los secretos.

Betty volvió a casa sintiéndose extrañamente cansada, como con desgano. Quería ayudar pero no sabía cómo. Esa tarde se la pasó escuchando música y tratando de pensar. Su papá al volver del trabajo se sorprendió de ver a su hija en casa. –¿No fuiste a correr con tus amigas, Bet? –No papá... oye, ¿puedo hacerte una pregunta larga? El papá se sorprendió.

–Mientras no sea muy difícil –contestó con una sonrisa. Sabía en el fondo que larga era igual que difícil. –¿Qué piensas del divorcio papá? Efectivamente: larga era igual a difícil. El señor Marques se sentó en su silla favorita, pensó un poco y comenzó a hablar. –Son muchas las cosas que están de por medio. Dolor. Es como reconocer que algo se rompió en la relación de pareja y entre los dos no lo pueden componer. Betty tenía cara de no comprender. Su padre se concentró y volvió a empezar.

–A veces la gente a la hora de casarse no contempla todo lo que va a representar estar casados. Muchos llegan con una ilusión que los ciega y les impide ser realistas y conocerse en profundidad. Creen consciente o inconscientemente que todo será rosas sin espinas. El problema es que no se preparan para superar los problemas y después sienten que la carga es demasiado pesada. –¿Pero cuando decides casarte no buscas que sea para toda la vida? –Eso es lo que sienten casi todos. Pero el problema es que no pasa de un simple sentimiento. Quieren ser felices y «sentirse» amados. Pero la vida cotidiana, los problemas y el aburrimiento de estar siempre en un lugar con una persona pueden entibiar y enturbiar ese amor. –No entiendo de qué vale casarse, entonces, si la vida diaria siempre destruye el amor.

Betty estaba muy afectada por lo de su amiga y, como casi todo el mundo, tendía a absolutizar todo cuando estaba así. –No siempre (si no, míranos a tu mamá y a mí). Son muchas las parejas que vivimos la fidelidad. Pero es que la fidelidad, como el amor, se construye con actos concretos. A lo largo de la vida los

Eldivorcio111.PNG

sentimientos van a ir cambiando pero lo que no cambia nunca es nuestro interior, lo que somos. El amor tiene que ver con lo que somos. Por ejemplo yo amo a tu madre, no sus sentimientos. Piensa, si no, cuando está de mal humor. Betty nunca se detuvo a pensar que el amor entre sus padres dependía de lo que entre ellos hicieran. Ella daba siempre por descontado de que se querían. Ahora entendía mejor las cosas.

–En el matrimonio ayuda mucho tener metas en común, ideas compartidas y amor a las mismas cosas. Si sólo te quedas en tus necesidades, en lo que tú puedes o no puedes, caes en el egoísmo y la amargura. En cambio si sales de ti te será más fácil comprender que tu marido será siempre la misma persona aunque cambie en lo exterior.

–Pero papá, eso es tonto... todo el mundo entiende que una persona es siempre la misma, aunque cambie lo exterior. –Pues no es tan tonto. La más difundida excusa para iniciar el divorcio es que la otra persona «cambió». Y en el fondo lo que ha pasado es que el otro no tiene detalles conmigo que antes tenía, o maduró y tal vez no sea tan ardiente como antes o simplemente está atravesando una mala temporada. Hay que aprender a ver a la persona aunque las situaciones de vida cambien. Porque es muy fácil amar cuando las cosas salen bien. Pero cuando las situación cambia... si se da pobreza, enfermedad, no sé, circunstancias que no esperas, ahí es cuando se mide el amor. Si tienes diálogo, hasta estos problemas se superan.

–Pero si no se superan ¿el divorcio es la solución? –Mira, el divorcio es una contradicción. El matrimonio significa donación a una persona para toda la vida. Tenemos un solo corazón y lo podremos entregar solamente una vez. Podemos amar a muchas personas, pero entregar nuestro corazón solamente una vez. Lo normal es que lo entreguemos en el matrimonio. Por ello el matrimonio es indisoluble. Ahora si la gente se casa pensando que si algo sale mal se puede divorciar entonces no se está casando bien, porque no está aceptando una de las condiciones del matrimonio. –¿Pero si ya no se soportan? ¿No te parece un poco duro lo que dices? –No. Lo que pasa es que estás viendo el ejemplo de dos que ya tienen problemas: de diálogo, de entendimiento, de aceptación de los inconvenientes. Pero no todo matrimonio llega a ese extremo. Es más, el matrimonio no está «hecho» para llegar a eso. Por eso está el noviazgo. Y en el noviazgo es cuando tienes que pensar todo esto y exigirte a ti y a tu pareja las condiciones para llegar a ser siempre un verdadero matrimonio.

–¿Pero si hay amor al principio y después...? –¿Se pierde? El sentir amor en el momento de dar el «sí» no garantiza por sí mismo que perdurará. Hay que trabajarlo, «darle aire» constantemente. Se trata de alimentar el amor día con día y reforzar así la opción por la persona. La clave está en salir de uno mismo para amar al otro. –¿Cómo? –Hablando bien de ella delante de otros, evitando las críticas frente a los demás o delante de los hijos. Manteniendo la alegría aun en los tiempos difíciles, que es una manera de velar por la alegría del otro. Hay que tener una actitud generosa. Sin generosidad no se puede vivir el perdón, ni el servicio. No te puedes entregar con alegría a tu pareja ni a tus hijos. Cuando en la pareja se olvidan estas virtudes: perdón y servicio todo corre peligro. –Papá te olvidas de la honestidad. No me gustaría confiar en alguien que después se burle de mí.

El señor Marques asentía con la cabeza. –Bien. Eso es bueno. Por eso tú, hija, busca un hombre íntegro que te regale su corazón sin reservas y lo entregue para siempre. Que se juegue por ti, sin dudas ni temores. Quien se entrega así es alguien que ama profundamente y quiere ser fiel a ese amor. Fiel tanto en lo exterior como en lo interior, en sus pensamientos y anhelos. Si tú pones tu parte no hay forma en que el divorcio sea una sombra para ustedes. Habrá problemas, pero también soluciones. Todo va en los pequeños detalles. En ese momento Betty recordó que su padre todas las mañanas (a veces aparentemente de mala gana) le da un beso a su madre, o le lleva una flor e incluso los fines de semana le lleva el desayuno en la cama.

Eldivorcio1111.PNG

Ahora entendía el porqué. –Pero que hacer con las peleas ¿por qué tú y mamá a veces discuten...? –Claro que discutimos... pero no lo confundas con las peleas. En todo caso una pelea es tan agresiva que daña a la otra persona. Una discusión puede ser fuerte, pero en el fondo siempre deja una puerta abierta a que con calma vuelva el perdón. Las peleas suelen cerrar las puertas. O por lo menos a hacerlas más duras.

–¿Eso es lo que sucede con los matrimonios en crisis? –Así es. No se reconcilian después de una pelea. No buscan aclarar puntos importantes y se guardan cosas buenas y malas... hasta que explotan. Por eso el diálogo en la pareja siempre tiene que incluir tratar los problemas, pedir perdón si nos equivocamos u ofendimos al otro, aclarar los puntos de duda.

–¿Y qué pueden hacer los hijos frente al divorcio de sus padres? Betty pensó en su amiga. –Lo primero que me viene a la cabeza es no juzgar ni condenar a sus padres. Son personas humanas como cualquiera, con errores, limitaciones y defectos. No creo que sea bueno tomar partido por ninguno de los dos ni chantajear con el amor. Tampoco sentirse culpable de los problemas de los padres, con eso no se remedia nada. Si los padres ven amor en la obra de su amor que son los hijos es más fácil que recuerden por qué están juntos y sea ése un buen inicio. Pero no es función de los hijos resolver los problemas de los padres. Siempre la separación de los padres es triste, pero echando culpas no se gana nada.

Ya había anochecido y la mamá de Betty se acercó para pedirles que ayuden con la cena. La chica estaba contenta con todo lo que su padre le había dicho. Él lo sabía bien porque una vez había pasado por eso. Fue incluso antes de que ella naciera: alguna vez su abuela le contó que su padre estuvo a punto de irse de la casa. Pero alguien les ayudó y ahora ellos como pareja, procuraban ayudar a otros.

Escucha ahora la explicación del profesor

ra en lugar de esclavizarte. Por eso tampoco cometas la estupidez de querer tener éxito si vives tan irracionalmente indomable como el río de montaña.

Actividades de refuerzo

Y de pronto el vigoroso río de montaña comenzó a disfrutar de una nueva sensación: la de toda su fuerza y la de su capacidad para dirigirla. Ya no se encontraba, él mismo, sometido inevitablemente a los vaivenes de las lluvias y los deshielos. Una extraña experiencia de serenidad y sosiego, podría convivir con la palpitación de toda su pujanza. De su brioso poderío. De su inagotable renovación. De su ritmo. De su vitalidad.

Resumen

Nuestro mundo busca la libertad, pero lo hace en la acumulación del tener y el poder, y olvidando esta verdad esencial: sólo es verdaderamente libre aquel al que no le queda nada que perder porque ya ha sido despojado, desprendido de todo; porque es libre de todos y de todo, y de él se puede decir en verdad que «ha dejado la muerte atrás», pues todo su «bien» está en Dios y únicamente en Él. Soberanamente libre es el que no ambiciona te científico «zek» para un proyecto que le han pedido que lleve a cabo y en el que se juega su carrera; de aombre.



Actividad para la casa

Sé creativa/o y busca los insumos necesarios para la creación del vídeo según el tema tratado en clase.