Diferencia entre revisiones de «Sesión 2: La patria»

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== Lectura ==
== Lectura ==


La relación entre Juan y Betty tenía sus días. Algunas
veces estaban de muy buen humor. Esos días les gustaba pasearse por los
pasillos del colegio en los descansos tomados de la mano y conversando.
Otras estaban de pésimo humor y no paseaban. Así que cuando no estaban
juntos en el descanso, sus compañeros esperaban alguna reacción en la
siguiente hora de clase. Es que el estar de mal humor hacía que Juan se
volviera caprichoso... y Betty de lo más fastidiosa.
Algunos pensaban que Juan y Betty se ponían así luego de pelear. En
realidad era al revés: reñían porque se sentían de mal humor. Lo que tal
vez no terminaban de entender era que todavía, a pesar de ser grandes,
estaban en crecimiento. Eran las pinceladas finales de la adolescencia. La
inestabilidad propia del cambio se notaba bastante.
Un día en que estaban especialmente enojados fue antes de las fiestas
patrias. El mal humor de Juan era muy grande luego del primer descanso.
Había discutido con Betty y sentía muchas ganas de contradecir. Bastó que
el profesor de historia hiciera una alusión a la fecha para que él lanzara un
ataque.
–Esto de las fiestas patrias me parece una estupidez. Cantar el himno,
saludar a la bandera... cosas de chiquillos. No sirve para nada.
El viejo profesor Sánchez no era de aguantar ese tipo de reacciones
pero le gustaban los retos. Así que enfrentó a Juan con una pregunta.
–A ver, joven, ¿cuál es tu problema?
Juan estuvo a punto de decirle que estaba harto de todo. Que la noche
anterior... pero no, mejor solamente discutía eso de la patria.
–Es que lo de la patria y «qué–se–yo» me parece una soberana
estupidez. Todo el mundo se queja del gobierno y parece que tienen
razón. Bueno, solamente mire en el país en que vivimos, me parece una
porquería. Y no creo que lo mejoremos con cantar el himno. Por eso, los
días patrios solamente me gustan porque no hay clases.
Cuando estaba de mal humor le encantaba exagerar las cosas y
defender su posición. El profesor Sánchez , como siempre, se tomó su
tiempo. Se puso de pie y miró por la ventana.


–Muy bien Juan. Ya que hoy has venido «inspirado» hagamos de la
Patria un tema de clase. Discutamos sobre la patria y los símbolos patrios.
Hubo un murmullo de interés: si se agarraban Juan y el profesor la
cosa se podía poner buena.
–¿Conoces el país, Juan? –preguntó Sánchez mientras miraba el patio.
–Bueno... sé dónde vivo.
–Me refiero a si lo has recorrido. ¿Has viajado?
–No.
–Pues no sabes lo que te pierdes. Ojalá algún día te decidas y viajes,
lo que puedas, por este hermoso país. Creo que cambiaría tu opinión.
En realidad no creo que sea toda tu opinión. Algo más te molesta y lo
descargas aquí ¿cierto?
El alumno no lo pudo negar. Le sorprendió la forma de captar todo del
profesor.
–No importa... esto suele ser así. Pero mientras estás en el tema déjame
decirte algo acerca de nuestro país. No te voy a hablar de héroes y de
batallas, eso ya lo conoces. Te voy a hablar de un muchacho llamado Juan.
Juan nació en un familia. Imposible que saliera de un árbol y si alguna vez
te hablaron de cigüeñas, estoy seguro que ahora sabes la verdad.
El interesado se puso bastante colorado y en general en la clase hubo
una risa aprobatoria de la ocurrencia del profesor. Pero duró sólo un
instante porque de inmediato el profesor continuó.
–Necesitaste de tus padres. No solamente para que se unieran óvulo y
espermatozoide. Los necesitaste para crecer. Pero ellos no lo podían hacer
todo solos. Tu padre era escritor (muy bueno, por cierto), pero con escribir
no se come. Los libros no te abrigan en invierno ni te curan cuando estás
enfermo. Tus padres necesitaron de muchas otras personas para sacar
adelante a tu familia. De algún modo tu padre necesitó del país y el país
necesitó de tu padre.
En ese punto el salón había pasado como por arte de magia a un
silencio de respeto. Un silencio para nada incómodo pero muy profundo.
El tema del papá de Juan era para respetar. Sánchez continuó con su
comentario.
–No podemos vivir al margen de todos y de todo. Por eso las ciudades
se arman y se organizan. Por eso existe una sociedad y un gobierno que
tiene que buscar mantener un orden, porque todos necesitamos de todos.
Es parte de nuestra naturaleza.
–Pero profesor –interrumpió Roxana–, muchas veces parece que más
que vivir juntos vivimos unos contra otros... siempre me ha parecido eso
una contradicción.
–Es cierto, parece contradictorio... pero no lo es. La forma de necesitar
todos de todos no se da abstracta, sino concreta. Tú naciste en esta ciudad.
Esta ciudad tiene su forma de ser, su clima, su ritmo, sus costumbres,
su historia. Como tú tienes tu historia y esa historia está para siempre
relacionada con esta ciudad. Todos tenemos defectos y por tanto nuestra
ciudad, nuestro país, nuestro mundo tendrá defectos. Pero así y todo no
podemos vivir fuera de él... aunque más no sea como referencia.
–Quiere decir que los que se van del país de todas maneras están
vinculados con él –intervino José.
–Así es y así debe ser siempre. Como parte de esta patria tenemos
todos una historia común, anécdotas y sucesos de otros, iguales que
nosotros, que vivieron aquí antes. Si nos olvidamos de nuestra historia
estaremos condenados a repetir una y otra vez sus errores. No es muy
inteligente. Pues la patria abarca tu historia, mi historia, la historia de la
ciudad, de la región, en fin, de todo un pueblo con el que
de algún modo nos identificamos.
Julieta alzó la mano.
–¿Quiere decir profesor que en realidad la patria
también es como la experiencia de todos, como si fuera
un viejo que sabe mucho porque ha vivido mucho?
–¡Exacto! Lo has entendido muy bien. Es eso y más.
La patria es nuestra casa grande. Claro que no es la única.
Claro que otras nos pueden parecer más limpias, más
grandes o más confortables, pero ésta es «nuestra casa».
Mi casa no es la más linda de la ciudad, pero es mía.
Respeto las demás casas, pero vivo en la mía y espero que
los demás también la respeten.
–Pero está en sus manos mantenerla limpia... y si no quiere, la deja
hecha un chiquero... en cambio este país lo recibimos así y es poco lo que
podemos hacer...
Si bien el malhumor de Juan había bajado mucho, todavía se lo notaba
«contreras».
–Te equivocas de nuevo, Juan. Tu país es tan tu casa como los ladrillos
que te cobijan –ese punto todo el salón empezó a aplaudir medio en
broma medio en serio por la frase tan decorada del profesor. En este punto
el clima era el mejor–. En el caso de tu casa tienes que recordar constantemente que es tu casa, para mantenerla en orden y limpia. Depende de ti.
Si dijeras: “Mi esposa pasa más tiempo en casa que yo, que ella haga todo”,
pronto tu casa se convertiría en un caos.
–Y su esposa lo echaría a patadas –gritó en un arranque Betty al
tiempo que todo el salón se prendía en una sonora carcajada... incluso el
mismo profesor. Finalmente ni Juan ni Betty pudieron resistir a la risa y
todo mejoró sustancialmente.
Cuando se calmaron las risas Sánchez volvió a tomar
la palabra.
–Por eso la patria no es la bandera o el himno... es más.
–Sí –lo interrumpió Juan, ya de mejor humor– ya
entendí: la patria son las personas... somos las personas.
–Y las personas –retomó el profesor como para
redondear su idea– necesitamos signos que nos recuerden
de dónde venimos y nos proyecten a futuro. La bandera es
como si tú tuvieras una foto de... Betty, por ejemplo. La foto
no es Betty, pero la representa. Si ella está lejos, tú miras la
foto y te acuerdas de ella.
Juan se quedó sorprendido de lo bien que lo conocía el profesor.
Además tuvo que reconocer para adentro que entendía a lo que se refería.
Por cierto que entendió muy bien el ejemplo.
–Pero la bandera se queda en nada si no hacemos cosas concretas por
la patria. Mira, aquí tengo justo unos apuntes para el discurso que voy a
leer mañana en la fiesta del colegio. Tal vez te vengan bien para entender
un poco más qué es esto de la patria. Recuerda que tu familia, la que
formarás alguna vez, estará en esta nuestra patria y será parte de ella... Lo
cual es muy bueno.
La virtud del patriotismo
(de “La educación de las virtudes” David Isaacs) 1
“Los valores que se pueden vivir a nivel patria pueden englobarse en lo
que se podría titular «el bien común». Y ese «bien común» requiere el
trabajo bien hecho con responsabilidad de todos los miembros, la lucha
para conseguir una sociedad justa, la paz y el respeto por la misma tierra,
las instituciones, costumbres, historia y logros que existen.
La atención a los detalles de orden y de limpieza, como puede ser no tirar
papeles en el suelo o no pintar las paredes, suele llamarse civismo. Pero
si se comprende que el deber de cada persona es preocuparse por el bien
común de todos sus compatriotas, estos actos pueden considerarse muy
relacionados con el patriotismo.
Puede considerarse patriotismo si la persona se siente responsable de
cuidar lo que es de todos los miembros de un país. Y luego podrán sentirse
orgullosos de esos logros o reconocer las deficiencias y hacer algo para
corregirlas. El patriota no es la persona que se queja de su país. El patriota
criticará a su país, pero pondrá algún medio para corregir lo que ha
criticado.
Solamente se puede lograr una situación económica estable en un país
si cada persona trabaja responsablemente, pensando no sólo en sus
derechos legítimos, sino también su sus deberes y en el bien común.
La justicia requiere que cada uno cumpla con las leyes comunes –con
tal de que sean justas en sí– y, por tanto, el patriotismo significa cumplir
estas leyes, pagando los impuestos, cumpliendo con el servicio militar,
utilizando el derecho al voto, etc.
La justicia necesita, también, que cada uno aproveche los cauces
previstos para lograr mayor justicia a todos los niveles. Por tanto, para
que pueda haber una patria unida y fuerte, cada persona debe participar
activamente en asociaciones de padres, asociaciones de vecinos,
gobierno local, etc., de acuerdo con sus capacidades personales.
La paz es resultado de la caridad vivida por los miembros de una sociedad.
Por tanto, habrá que buscar el modo de vivir la caridad con el vecino y con
todos los demás, respetando la diversidad de opiniones, poniéndose de
acuerdo para lograr mejoras, y defendiéndose de cualquier tipo de acto
violento que perjudique la paz.”
[[Archivo:niña2.JPG|thumb|200px]]
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Revisión del 14:23 15 sep 2021

Computadora 1.JPG


PROPÓSITO El estudiante aprende cuales son las requerimientos mínimas para la instalación de programa a utilizar en clase para la edición de los vídeos.

Introducción



¿Cuales son las características mínimas para que el programa funcione? Lo primero que se debe de ver son los requerimientos mínimos que el programa requiere y de esta manera el programa se ejecute de manera optima en el ordenador.


Lectura

La relación entre Juan y Betty tenía sus días. Algunas veces estaban de muy buen humor. Esos días les gustaba pasearse por los pasillos del colegio en los descansos tomados de la mano y conversando. Otras estaban de pésimo humor y no paseaban. Así que cuando no estaban juntos en el descanso, sus compañeros esperaban alguna reacción en la siguiente hora de clase. Es que el estar de mal humor hacía que Juan se volviera caprichoso... y Betty de lo más fastidiosa. Algunos pensaban que Juan y Betty se ponían así luego de pelear. En realidad era al revés: reñían porque se sentían de mal humor. Lo que tal vez no terminaban de entender era que todavía, a pesar de ser grandes, estaban en crecimiento. Eran las pinceladas finales de la adolescencia. La inestabilidad propia del cambio se notaba bastante. Un día en que estaban especialmente enojados fue antes de las fiestas patrias. El mal humor de Juan era muy grande luego del primer descanso. Había discutido con Betty y sentía muchas ganas de contradecir. Bastó que el profesor de historia hiciera una alusión a la fecha para que él lanzara un ataque. –Esto de las fiestas patrias me parece una estupidez. Cantar el himno, saludar a la bandera... cosas de chiquillos. No sirve para nada. El viejo profesor Sánchez no era de aguantar ese tipo de reacciones pero le gustaban los retos. Así que enfrentó a Juan con una pregunta. –A ver, joven, ¿cuál es tu problema? Juan estuvo a punto de decirle que estaba harto de todo. Que la noche anterior... pero no, mejor solamente discutía eso de la patria. –Es que lo de la patria y «qué–se–yo» me parece una soberana estupidez. Todo el mundo se queja del gobierno y parece que tienen razón. Bueno, solamente mire en el país en que vivimos, me parece una porquería. Y no creo que lo mejoremos con cantar el himno. Por eso, los días patrios solamente me gustan porque no hay clases. Cuando estaba de mal humor le encantaba exagerar las cosas y defender su posición. El profesor Sánchez , como siempre, se tomó su tiempo. Se puso de pie y miró por la ventana.

–Muy bien Juan. Ya que hoy has venido «inspirado» hagamos de la Patria un tema de clase. Discutamos sobre la patria y los símbolos patrios. Hubo un murmullo de interés: si se agarraban Juan y el profesor la cosa se podía poner buena. –¿Conoces el país, Juan? –preguntó Sánchez mientras miraba el patio. –Bueno... sé dónde vivo. –Me refiero a si lo has recorrido. ¿Has viajado? –No. –Pues no sabes lo que te pierdes. Ojalá algún día te decidas y viajes, lo que puedas, por este hermoso país. Creo que cambiaría tu opinión. En realidad no creo que sea toda tu opinión. Algo más te molesta y lo descargas aquí ¿cierto? El alumno no lo pudo negar. Le sorprendió la forma de captar todo del profesor. –No importa... esto suele ser así. Pero mientras estás en el tema déjame decirte algo acerca de nuestro país. No te voy a hablar de héroes y de batallas, eso ya lo conoces. Te voy a hablar de un muchacho llamado Juan. Juan nació en un familia. Imposible que saliera de un árbol y si alguna vez te hablaron de cigüeñas, estoy seguro que ahora sabes la verdad. El interesado se puso bastante colorado y en general en la clase hubo una risa aprobatoria de la ocurrencia del profesor. Pero duró sólo un instante porque de inmediato el profesor continuó. –Necesitaste de tus padres. No solamente para que se unieran óvulo y espermatozoide. Los necesitaste para crecer. Pero ellos no lo podían hacer todo solos. Tu padre era escritor (muy bueno, por cierto), pero con escribir no se come. Los libros no te abrigan en invierno ni te curan cuando estás enfermo. Tus padres necesitaron de muchas otras personas para sacar adelante a tu familia. De algún modo tu padre necesitó del país y el país necesitó de tu padre. En ese punto el salón había pasado como por arte de magia a un silencio de respeto. Un silencio para nada incómodo pero muy profundo. El tema del papá de Juan era para respetar. Sánchez continuó con su comentario. –No podemos vivir al margen de todos y de todo. Por eso las ciudades se arman y se organizan. Por eso existe una sociedad y un gobierno que tiene que buscar mantener un orden, porque todos necesitamos de todos. Es parte de nuestra naturaleza. –Pero profesor –interrumpió Roxana–, muchas veces parece que más que vivir juntos vivimos unos contra otros... siempre me ha parecido eso una contradicción. –Es cierto, parece contradictorio... pero no lo es. La forma de necesitar todos de todos no se da abstracta, sino concreta. Tú naciste en esta ciudad.

Esta ciudad tiene su forma de ser, su clima, su ritmo, sus costumbres, su historia. Como tú tienes tu historia y esa historia está para siempre relacionada con esta ciudad. Todos tenemos defectos y por tanto nuestra ciudad, nuestro país, nuestro mundo tendrá defectos. Pero así y todo no podemos vivir fuera de él... aunque más no sea como referencia. –Quiere decir que los que se van del país de todas maneras están vinculados con él –intervino José. –Así es y así debe ser siempre. Como parte de esta patria tenemos todos una historia común, anécdotas y sucesos de otros, iguales que nosotros, que vivieron aquí antes. Si nos olvidamos de nuestra historia estaremos condenados a repetir una y otra vez sus errores. No es muy inteligente. Pues la patria abarca tu historia, mi historia, la historia de la ciudad, de la región, en fin, de todo un pueblo con el que de algún modo nos identificamos. Julieta alzó la mano. –¿Quiere decir profesor que en realidad la patria también es como la experiencia de todos, como si fuera un viejo que sabe mucho porque ha vivido mucho? –¡Exacto! Lo has entendido muy bien. Es eso y más. La patria es nuestra casa grande. Claro que no es la única. Claro que otras nos pueden parecer más limpias, más grandes o más confortables, pero ésta es «nuestra casa». Mi casa no es la más linda de la ciudad, pero es mía. Respeto las demás casas, pero vivo en la mía y espero que los demás también la respeten. –Pero está en sus manos mantenerla limpia... y si no quiere, la deja hecha un chiquero... en cambio este país lo recibimos así y es poco lo que podemos hacer... Si bien el malhumor de Juan había bajado mucho, todavía se lo notaba «contreras». –Te equivocas de nuevo, Juan. Tu país es tan tu casa como los ladrillos que te cobijan –ese punto todo el salón empezó a aplaudir medio en broma medio en serio por la frase tan decorada del profesor. En este punto el clima era el mejor–. En el caso de tu casa tienes que recordar constantemente que es tu casa, para mantenerla en orden y limpia. Depende de ti. Si dijeras: “Mi esposa pasa más tiempo en casa que yo, que ella haga todo”, pronto tu casa se convertiría en un caos. –Y su esposa lo echaría a patadas –gritó en un arranque Betty al tiempo que todo el salón se prendía en una sonora carcajada... incluso el mismo profesor. Finalmente ni Juan ni Betty pudieron resistir a la risa y todo mejoró sustancialmente.

Cuando se calmaron las risas Sánchez volvió a tomar la palabra. –Por eso la patria no es la bandera o el himno... es más. –Sí –lo interrumpió Juan, ya de mejor humor– ya entendí: la patria son las personas... somos las personas. –Y las personas –retomó el profesor como para redondear su idea– necesitamos signos que nos recuerden de dónde venimos y nos proyecten a futuro. La bandera es como si tú tuvieras una foto de... Betty, por ejemplo. La foto no es Betty, pero la representa. Si ella está lejos, tú miras la foto y te acuerdas de ella. Juan se quedó sorprendido de lo bien que lo conocía el profesor. Además tuvo que reconocer para adentro que entendía a lo que se refería. Por cierto que entendió muy bien el ejemplo. –Pero la bandera se queda en nada si no hacemos cosas concretas por la patria. Mira, aquí tengo justo unos apuntes para el discurso que voy a leer mañana en la fiesta del colegio. Tal vez te vengan bien para entender un poco más qué es esto de la patria. Recuerda que tu familia, la que formarás alguna vez, estará en esta nuestra patria y será parte de ella... Lo cual es muy bueno. La virtud del patriotismo (de “La educación de las virtudes” David Isaacs) 1 “Los valores que se pueden vivir a nivel patria pueden englobarse en lo que se podría titular «el bien común». Y ese «bien común» requiere el trabajo bien hecho con responsabilidad de todos los miembros, la lucha para conseguir una sociedad justa, la paz y el respeto por la misma tierra, las instituciones, costumbres, historia y logros que existen. La atención a los detalles de orden y de limpieza, como puede ser no tirar papeles en el suelo o no pintar las paredes, suele llamarse civismo. Pero si se comprende que el deber de cada persona es preocuparse por el bien común de todos sus compatriotas, estos actos pueden considerarse muy relacionados con el patriotismo. Puede considerarse patriotismo si la persona se siente responsable de cuidar lo que es de todos los miembros de un país. Y luego podrán sentirse orgullosos de esos logros o reconocer las deficiencias y hacer algo para corregirlas. El patriota no es la persona que se queja de su país. El patriota criticará a su país, pero pondrá algún medio para corregir lo que ha criticado.

Solamente se puede lograr una situación económica estable en un país si cada persona trabaja responsablemente, pensando no sólo en sus derechos legítimos, sino también su sus deberes y en el bien común. La justicia requiere que cada uno cumpla con las leyes comunes –con tal de que sean justas en sí– y, por tanto, el patriotismo significa cumplir estas leyes, pagando los impuestos, cumpliendo con el servicio militar, utilizando el derecho al voto, etc. La justicia necesita, también, que cada uno aproveche los cauces previstos para lograr mayor justicia a todos los niveles. Por tanto, para que pueda haber una patria unida y fuerte, cada persona debe participar activamente en asociaciones de padres, asociaciones de vecinos, gobierno local, etc., de acuerdo con sus capacidades personales. La paz es resultado de la caridad vivida por los miembros de una sociedad. Por tanto, habrá que buscar el modo de vivir la caridad con el vecino y con todos los demás, respetando la diversidad de opiniones, poniéndose de acuerdo para lograr mejoras, y defendiéndose de cualquier tipo de acto violento que perjudique la paz.”

Escucha ahora la explicación del profesor

REQUERIMIENTOS

  • Sistema Operativo: A partir de Windows 7 en adelantarte. Mac OSX 10.11 o Superior
  • Procesador: Core i3 o superior, 2 GHz o superior
  • RAM: Al menos 4GB de RAM



Actividades de refuerzo

OTRAS FUNCIONES

  • Ajustes de los colores.
  • Detección de escenas.
  • Corregir.
  • Reparar.
  • Efecto en la velocidad.
  • Pantalla Croma.
  • Pantalla partida.
  • Efectos de color.
  • Captura de pantalla de la PC.
  • Estabilizador del video.


Resumen

Hemos aprendido a reconocer los requerimientos mínimos para la instalación y las características de nuestro ordenador

Actividad para la casa

Sé creativa/o y busca los insumos necesarios para la creación del vídeo según el tema tratado en clase.