Diferencia entre revisiones de «Sesión 1: El ahorro aquella disciplina que brinda oportunidades»

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== Lectura ==
== Lectura ==


'''WONDERSHARE FILMORA:''' Es un programa de edición de vídeo para que cualquier usuario aprende a utilizarlo de manera rápida y sencilla 
Luego de la pelea que tuvieron Betty y Julieta, y gracias
a la conversación con Don Alejo, pareció que las chicas se hicieron definitivamente amigas. Fue curioso, pero el pedirse perdón las acercó mucho.
Betty comprendió que Julieta no era mala chica, sólo que tenía algunas
ideas con las que ella no estaba de acuerdo, sobre todo en lo tocante al
matrimonio. Por su lado Julieta entendió que a pesar de tener ideas un
poco «atrasadas» según ella, Betty podía ser buena amiga. Además por un
momento le pasó por la cabeza la idea de que algunas de las cosas que
ella sostenía con tanta fuerza tal vez tuviesen su parte de verdad. “No es
cuestión de dar el brazo a torcer –pensa-ba–, pero en algunas cosas creo
que no pierdo nada escuchando.”
Pero hablemos de Julieta. Julieta era una chica mimada que quería y
admiraba mucho a su papá. El señor era un comerciante de cierto éxito que
siempre la había consentido muchísimo. En parte por eso ella en algunos
temas se ponía de lo más caprichosa y podía llegar a ser insoportable. Eran
esos momentos en los que la mayoría de las chicas (y también los varones)
se alejaban de ella y la dejaban sola.
Claro, la cosa cambiaba si ella traía de la tienda de su papá algo que a
los demás les interesara. Entonces todos eran «amigos» y ella aprovechaba
para «vengarse», lo cual no le ayudaba, porque se veía cada vez más
déspota. Hasta ese entonces Julia, por ejemplo, como muchos otros,
pensaba que Julieta era despótica. Lo que no sabían era que en el fondo
ella también sufría en el asunto porque se hallaba sola.
Por eso la amistad de Betty fue como un respiro para Julieta. Antes
nunca se había acercado a pedirle nada ni se juntaba cuando traía alguna
cosa novedosa. Es decir, no era una amiga interesada. Además últimamente
era la que tenía las ideas más distintas a las suyas. Las discusiones se daban
porque Betty no aparentaba frente a Julieta. Con el tiempo Julieta se
terminó de dar cuenta: tal vez las otras tampoco pensaran igual que ella,
pero por interés no decían nada.
Por otro lado a Julia no le daba mucha confianza que Betty fuese
amiga de Julieta. En realidad podríamos decir que sentía ciertos celos en
el asunto, pero pronto los superaría.
Para que viera que ninguno de los recelos que tenía eran ciertos, un
día Betty invitó a Julia a casa de su nueva amiga.
Esa casa era de las más bonitas del barrio. Amplia y con mucha
comodidad. Julia nunca había entrado, así que estaba fascinada. Pero
también sentía un poco de temor. Por un lado no quería «meter la pata»
en la mesa con sus amigas. Por otro desconfiaba de la anfitriona y pensaba
que en cualquier momento se podía burlar de ella. Ninguna de las dos
cosas sucedió.
–Pasen –las recibió Julieta–. Es por acá. Creo que mejor usamos la
terraza, es lindo el panorama del jardín.
Para Julia ya era lindo el panorama dentro de la casa. Su propia casa
no era fea, pero esa tenía detalles de mucha elegancia que a la chica le
fascinaron. Llegaron al jardín y encontraron una fuente servida como para
disfrutar de una suculenta merienda. En realidad nada del otro mundo,
pero todo muy bien combinado.
Al principio la charla fue animada únicamente entre Betty y Julieta,
pero Julia poco a poco fue venciendo sus miedos y prejuicios y empezó a
descubrir a una Julieta totalmente distinta de la que ella imaginaba que
era. Tenía sus defectos, pero no era el monstruo superficial y materialista
que ella imaginaba.
Conclusión: pasó una tarde muy agradable que le ayudó incluso a
salir de sus propios problemas un rato. Pero la mejor parte fue cuando el
papá de Julieta bajó a saludarlas y estar un momento con ellas. Traía su
periódico en la mano, pero nunca lo tocó.
–Papi, quiero presentarte a dos amigas. Ella es Julia y ella Betty.
Las dos respondieron gentilmente al saludo del señor Medina. Al
principio les pareció un poco formal, pero en realidad era timidez. Se sentó
en uno de los sillones cerca de ellas.
–Linda su casa –se animó a decir Julia, que era la más fascinada.
–Gracias –respondió un poco sorprendido el dueño de casa–. Está a
tus órdenes cuando quieras.
–Gracias –respondió sonriendo la chica. A pesar de la vergüenza que
sentía se animó a preguntar un poco más–. ¿La mandó a construir usted
mismo?
El papá de Julieta también sonrió: le gustaba que le preguntaran esas
cosas. No era una persona ostentosa, pero como a todo luchador, de vez
en cuando le gustaba hablar de sus batallas.
–En realidad de algún modo la hice yo. Verás, mi familia siempre
ha sido muy pobre. Pero nos inculcaron algunos principios básicos y elementales: amar al trabajo, vivir siempre con dignidad y ahorrar. Nunca
nos sobró nada (y hasta a veces nos faltó, sobre todo de niños), pero mis
padres nunca perdieron la dignidad. Mis padres me enseñaron ese deseo
de siempre vivir un poco mejor en base al trabajo y al ahorro. Bueno pero
no quiero aburrirlas con mis histo-rias. Que la pasen bien chicas.
Y sin más el señor Medina dio un beso en la frente a su hija y se fue.
Julieta permaneció callada con una cierta mirada de orgullo. Si la hubiese
visto así dos horas antes Julia no lo hubiese soportado, pero ahora que la
conocía un poco más fue distinto.
–No sabía que tu papá había sido pobre –dijo Betty mientras se servía
su segunda tasa de té.
–Mi padre muchas veces nos habla de lo mismo. A veces me cansa
y otras me muestro cansada por llevarle la contra. Pero tiene una razón:
no quiere que olvidemos esos principios que a él tanto le
ayudaron.
–¿Qué tan pobre ha sido? –Betty estaba interesada
en saber más mientras Julia escuchaba.
–No sé exactamente pero parece que bastante.
Nos ha contado que su primer trabajo fue de aprendiz
de zapatero. Ganaba centavos por día mientras iba
también al colegio. Pero, por ejemplo, en lugar de tomar
autobús para ir a trabajar caminaba media hora. Con eso
se ahorraba los pasajes y su «salario» le rindió más para
ayudar en su casa.
–Pero no siempre trabajó en eso. ¿Cómo llegó a lo
que es ahora? –esta vez Julia fue la que mostró más interés.
–Por lo que cuenta no fue fácil, pero él tenía mucha confianza y el
principio del ahorro siempre lo acompañó. Incluso su madre no le permitía
gastar todo lo que ganaba en su casa y ella misma se lo guardaba. Un día
parece que surgió la oportunidad de dar una prueba para entrar en un
trabajo como auxiliar de un supermercado. La única condición era que
comprara una camisa y un pantalón del color de la empresa. Según él ahí
vio el primer fruto de su ahorro, porque ni su papá se lo podía comprar
en ese momento. Pero mi abuela rompió el «chanchito», sacó los ahorros
de mi papi y juntos fueron a comprar pantalón, camisa y hasta zapatos
nuevos. Así consiguió el puesto.
–Y me imagino que vio cómo el ahorro le ayudó –completó Betty.
–Sí, como dije hace un rato y él mismo se encarga de repetírnoslo.
Pero bueno, el hecho era que ya podía vivir un poco mejor... pero continuó
ahorrando. Hacía muchos sacrificios, buscaba los mejores precios para
todo lo que compraba y gastaba lo estrictamente indispensable. Un
día hasta sacó la cuenta de lo que le costaban por mes los refrescos y al cambiarlos por agua resultó como un pequeño aumento de su sueldo. Y
no crean que no salía o era un aburrido que se la pasaba trabajando. Tenía
su grupo de amigos. Los fines de semana buscaba espectáculos gratuitos o
lugares baratos pero decentes o se juntaban en casa de alguno y con muy
poco armaban la fiesta. Así seguía ahorrando. Un día un amigo le propuso
formar un negocio propio. Algo pequeño, para comenzar. El banco le dio
un préstamo pero él tenía que presentar un porcentaje de capital propio
y un proyecto realista. Ahí sus ahorros volvieron a ser fundamentales. De
esa manera empezó a funcionar el negocio. Por sus ahorros pudo trabajar
y con el trabajo pudo ahorrar más. Poco a poco les fue yendo mejor.
Se notaba que Julieta había escuchado muchas veces a su papá. Por
un momento Julia pensó que más que escucharla debía aprender más de
él. Pero al punto se dio cuenta que todo era un prejuicio y mejor cambió
de pensamiento.
–¡Qué suerte! –suspiró mirando la casa–. Desde entonces tiene este
lindo lugar y viven bien.
–No Julia, no todo fue tan rápido. Cuando yo era pequeña el negocio
de mi papá se quemó. El seguro cubrió una parte pero en sí lo perdimos
casi todo. El socio de mi papá no pudo volver a empezar, no tenía fondos
para hacerlo y estaba cansado. Por eso el viejo, con la ayuda de mi madre,
tuvo que empezar de nuevo.
–Ya sé –interrumpió Betty–. Tercera vez que sus ahorros le permitieron
iniciar un nuevo proyecto.
–Eso... ¿estás segura que nunca has escuchado el relato?
–No, Julieta, pero mejor sigue.
–Bueno, recuerdo a mi papá y todo el esfuerzo que puso en el trabajo.
Ahí les puedo contar de mi experiencia porque él, en lugar de ocultarnos
todo, nos hacía participar. Fueron épocas de renunciar a muchas cosas
y evitar gastos innecesarios. Nos costó, no lo voy a negar, pero al menos
entendíamos por qué se hacía.
–Para rescatar el negocio y construir la casa –completó Julia.
–Sí –respondió Julieta–. Ahora, luego de varios años, la familia tiene
un negocio estable y esta casa que siempre está abierta a los amigos...
además de seguir ahorrando.
–Los ahorros fueron de gran ayuda cuando más lo necesitaba –
concluyó impresionada Betty.
–Una última cosa que no entiendo es... y por favor no lo tomes a mal
Julieta, es... –se notaba que a Julia le costaba encontrar las palabras–.
¿Cómo hace tu papá para no caer en el otro extremo...?
–¿Cómo es que no es un avaro, quieres decir? –le facilitó Julieta la
tarea–. Bueno, de eso también nos ha hablado. Es sencillo: así como él
recibió de otros ayuda a otros. Ahorrar no es simple-mente no gastar, sino saber hacerlo poniendo lo importante delante. Cuando ahorras quien
se sacrifica tienes que ser tú, no la gente que recibe una ayuda tuya. La
generosidad no es enemiga del ahorro. Por ejemplo, mi padre nunca (ni
en los peores momentos) dejó de ayudar en el comedor popular de la calle
35. Pero ése es solamente un ejemplo, hay más... pero prefiero dejarlo en
eso.
Julieta estaba colorada y sus amigas no quisieron importunarla más.
Julia estaba sorprendida e impresionada.
–Por todo esto es que en mi casa valoramos mucho el ahorro. Si bien
significa hacer algunos sacrificios creo que casi todo pasa por saber ahorrar.
Ahora, ¿qué les parece si escuchamos música en mi cuarto? Me muero de
ganas que me cuentes cómo te va con Juan...
Julia aprendió algo nuevo sobre la amistad, sobre las personas y el
ahorro. Fue un verdadero respiro dentro de lo que le había tocado vivir en
su casa.




[[Archivo:niña2.JPG|thumb|200px]]
[[Archivo:niña2.JPG|thumb|200px]]


== Escucha ahora la explicación del profesor ==
== Escucha ahora la explicación del profesor ==

Revisión del 10:43 11 ago 2021

Computadora 1.JPG


PROPÓSITO El estudiante aprende cuales son las requerimientos mínimas para la instalación de programa a utilizar en clase para la edición de los vídeos.

Introducción



¿Cuales son las características mínimas para que el programa funcione? Lo primero que se debe de ver son los requerimientos mínimos que el programa requiere y de esta manera el programa se ejecute de manera optima en el ordenador.


Lectura

Luego de la pelea que tuvieron Betty y Julieta, y gracias a la conversación con Don Alejo, pareció que las chicas se hicieron definitivamente amigas. Fue curioso, pero el pedirse perdón las acercó mucho. Betty comprendió que Julieta no era mala chica, sólo que tenía algunas ideas con las que ella no estaba de acuerdo, sobre todo en lo tocante al matrimonio. Por su lado Julieta entendió que a pesar de tener ideas un poco «atrasadas» según ella, Betty podía ser buena amiga. Además por un momento le pasó por la cabeza la idea de que algunas de las cosas que ella sostenía con tanta fuerza tal vez tuviesen su parte de verdad. “No es cuestión de dar el brazo a torcer –pensa-ba–, pero en algunas cosas creo que no pierdo nada escuchando.” Pero hablemos de Julieta. Julieta era una chica mimada que quería y admiraba mucho a su papá. El señor era un comerciante de cierto éxito que siempre la había consentido muchísimo. En parte por eso ella en algunos temas se ponía de lo más caprichosa y podía llegar a ser insoportable. Eran esos momentos en los que la mayoría de las chicas (y también los varones) se alejaban de ella y la dejaban sola. Claro, la cosa cambiaba si ella traía de la tienda de su papá algo que a los demás les interesara. Entonces todos eran «amigos» y ella aprovechaba para «vengarse», lo cual no le ayudaba, porque se veía cada vez más déspota. Hasta ese entonces Julia, por ejemplo, como muchos otros, pensaba que Julieta era despótica. Lo que no sabían era que en el fondo ella también sufría en el asunto porque se hallaba sola. Por eso la amistad de Betty fue como un respiro para Julieta. Antes nunca se había acercado a pedirle nada ni se juntaba cuando traía alguna cosa novedosa. Es decir, no era una amiga interesada. Además últimamente era la que tenía las ideas más distintas a las suyas. Las discusiones se daban porque Betty no aparentaba frente a Julieta. Con el tiempo Julieta se terminó de dar cuenta: tal vez las otras tampoco pensaran igual que ella, pero por interés no decían nada. Por otro lado a Julia no le daba mucha confianza que Betty fuese amiga de Julieta. En realidad podríamos decir que sentía ciertos celos en el asunto, pero pronto los superaría. Para que viera que ninguno de los recelos que tenía eran ciertos, un día Betty invitó a Julia a casa de su nueva amiga. Esa casa era de las más bonitas del barrio. Amplia y con mucha comodidad. Julia nunca había entrado, así que estaba fascinada. Pero también sentía un poco de temor. Por un lado no quería «meter la pata» en la mesa con sus amigas. Por otro desconfiaba de la anfitriona y pensaba que en cualquier momento se podía burlar de ella. Ninguna de las dos cosas sucedió. –Pasen –las recibió Julieta–. Es por acá. Creo que mejor usamos la terraza, es lindo el panorama del jardín. Para Julia ya era lindo el panorama dentro de la casa. Su propia casa no era fea, pero esa tenía detalles de mucha elegancia que a la chica le fascinaron. Llegaron al jardín y encontraron una fuente servida como para disfrutar de una suculenta merienda. En realidad nada del otro mundo, pero todo muy bien combinado. Al principio la charla fue animada únicamente entre Betty y Julieta, pero Julia poco a poco fue venciendo sus miedos y prejuicios y empezó a descubrir a una Julieta totalmente distinta de la que ella imaginaba que era. Tenía sus defectos, pero no era el monstruo superficial y materialista que ella imaginaba. Conclusión: pasó una tarde muy agradable que le ayudó incluso a salir de sus propios problemas un rato. Pero la mejor parte fue cuando el papá de Julieta bajó a saludarlas y estar un momento con ellas. Traía su periódico en la mano, pero nunca lo tocó. –Papi, quiero presentarte a dos amigas. Ella es Julia y ella Betty. Las dos respondieron gentilmente al saludo del señor Medina. Al principio les pareció un poco formal, pero en realidad era timidez. Se sentó en uno de los sillones cerca de ellas. –Linda su casa –se animó a decir Julia, que era la más fascinada. –Gracias –respondió un poco sorprendido el dueño de casa–. Está a tus órdenes cuando quieras. –Gracias –respondió sonriendo la chica. A pesar de la vergüenza que sentía se animó a preguntar un poco más–. ¿La mandó a construir usted mismo? El papá de Julieta también sonrió: le gustaba que le preguntaran esas cosas. No era una persona ostentosa, pero como a todo luchador, de vez en cuando le gustaba hablar de sus batallas. –En realidad de algún modo la hice yo. Verás, mi familia siempre ha sido muy pobre. Pero nos inculcaron algunos principios básicos y elementales: amar al trabajo, vivir siempre con dignidad y ahorrar. Nunca nos sobró nada (y hasta a veces nos faltó, sobre todo de niños), pero mis padres nunca perdieron la dignidad. Mis padres me enseñaron ese deseo de siempre vivir un poco mejor en base al trabajo y al ahorro. Bueno pero no quiero aburrirlas con mis histo-rias. Que la pasen bien chicas. Y sin más el señor Medina dio un beso en la frente a su hija y se fue. Julieta permaneció callada con una cierta mirada de orgullo. Si la hubiese visto así dos horas antes Julia no lo hubiese soportado, pero ahora que la conocía un poco más fue distinto. –No sabía que tu papá había sido pobre –dijo Betty mientras se servía su segunda tasa de té. –Mi padre muchas veces nos habla de lo mismo. A veces me cansa y otras me muestro cansada por llevarle la contra. Pero tiene una razón: no quiere que olvidemos esos principios que a él tanto le ayudaron. –¿Qué tan pobre ha sido? –Betty estaba interesada en saber más mientras Julia escuchaba. –No sé exactamente pero parece que bastante. Nos ha contado que su primer trabajo fue de aprendiz de zapatero. Ganaba centavos por día mientras iba también al colegio. Pero, por ejemplo, en lugar de tomar autobús para ir a trabajar caminaba media hora. Con eso se ahorraba los pasajes y su «salario» le rindió más para ayudar en su casa. –Pero no siempre trabajó en eso. ¿Cómo llegó a lo que es ahora? –esta vez Julia fue la que mostró más interés. –Por lo que cuenta no fue fácil, pero él tenía mucha confianza y el principio del ahorro siempre lo acompañó. Incluso su madre no le permitía gastar todo lo que ganaba en su casa y ella misma se lo guardaba. Un día parece que surgió la oportunidad de dar una prueba para entrar en un trabajo como auxiliar de un supermercado. La única condición era que comprara una camisa y un pantalón del color de la empresa. Según él ahí vio el primer fruto de su ahorro, porque ni su papá se lo podía comprar en ese momento. Pero mi abuela rompió el «chanchito», sacó los ahorros de mi papi y juntos fueron a comprar pantalón, camisa y hasta zapatos nuevos. Así consiguió el puesto. –Y me imagino que vio cómo el ahorro le ayudó –completó Betty. –Sí, como dije hace un rato y él mismo se encarga de repetírnoslo. Pero bueno, el hecho era que ya podía vivir un poco mejor... pero continuó ahorrando. Hacía muchos sacrificios, buscaba los mejores precios para todo lo que compraba y gastaba lo estrictamente indispensable. Un día hasta sacó la cuenta de lo que le costaban por mes los refrescos y al cambiarlos por agua resultó como un pequeño aumento de su sueldo. Y no crean que no salía o era un aburrido que se la pasaba trabajando. Tenía su grupo de amigos. Los fines de semana buscaba espectáculos gratuitos o lugares baratos pero decentes o se juntaban en casa de alguno y con muy poco armaban la fiesta. Así seguía ahorrando. Un día un amigo le propuso formar un negocio propio. Algo pequeño, para comenzar. El banco le dio un préstamo pero él tenía que presentar un porcentaje de capital propio y un proyecto realista. Ahí sus ahorros volvieron a ser fundamentales. De esa manera empezó a funcionar el negocio. Por sus ahorros pudo trabajar y con el trabajo pudo ahorrar más. Poco a poco les fue yendo mejor. Se notaba que Julieta había escuchado muchas veces a su papá. Por un momento Julia pensó que más que escucharla debía aprender más de él. Pero al punto se dio cuenta que todo era un prejuicio y mejor cambió de pensamiento. –¡Qué suerte! –suspiró mirando la casa–. Desde entonces tiene este lindo lugar y viven bien. –No Julia, no todo fue tan rápido. Cuando yo era pequeña el negocio de mi papá se quemó. El seguro cubrió una parte pero en sí lo perdimos casi todo. El socio de mi papá no pudo volver a empezar, no tenía fondos para hacerlo y estaba cansado. Por eso el viejo, con la ayuda de mi madre, tuvo que empezar de nuevo. –Ya sé –interrumpió Betty–. Tercera vez que sus ahorros le permitieron iniciar un nuevo proyecto. –Eso... ¿estás segura que nunca has escuchado el relato? –No, Julieta, pero mejor sigue. –Bueno, recuerdo a mi papá y todo el esfuerzo que puso en el trabajo. Ahí les puedo contar de mi experiencia porque él, en lugar de ocultarnos todo, nos hacía participar. Fueron épocas de renunciar a muchas cosas y evitar gastos innecesarios. Nos costó, no lo voy a negar, pero al menos entendíamos por qué se hacía. –Para rescatar el negocio y construir la casa –completó Julia. –Sí –respondió Julieta–. Ahora, luego de varios años, la familia tiene un negocio estable y esta casa que siempre está abierta a los amigos... además de seguir ahorrando. –Los ahorros fueron de gran ayuda cuando más lo necesitaba – concluyó impresionada Betty. –Una última cosa que no entiendo es... y por favor no lo tomes a mal Julieta, es... –se notaba que a Julia le costaba encontrar las palabras–. ¿Cómo hace tu papá para no caer en el otro extremo...? –¿Cómo es que no es un avaro, quieres decir? –le facilitó Julieta la tarea–. Bueno, de eso también nos ha hablado. Es sencillo: así como él recibió de otros ayuda a otros. Ahorrar no es simple-mente no gastar, sino saber hacerlo poniendo lo importante delante. Cuando ahorras quien se sacrifica tienes que ser tú, no la gente que recibe una ayuda tuya. La generosidad no es enemiga del ahorro. Por ejemplo, mi padre nunca (ni en los peores momentos) dejó de ayudar en el comedor popular de la calle 35. Pero ése es solamente un ejemplo, hay más... pero prefiero dejarlo en eso. Julieta estaba colorada y sus amigas no quisieron importunarla más. Julia estaba sorprendida e impresionada. –Por todo esto es que en mi casa valoramos mucho el ahorro. Si bien significa hacer algunos sacrificios creo que casi todo pasa por saber ahorrar. Ahora, ¿qué les parece si escuchamos música en mi cuarto? Me muero de ganas que me cuentes cómo te va con Juan... Julia aprendió algo nuevo sobre la amistad, sobre las personas y el ahorro. Fue un verdadero respiro dentro de lo que le había tocado vivir en su casa.


Escucha ahora la explicación del profesor

REQUERIMIENTOS

  • Sistema Operativo: A partir de Windows 7 en adelantarte. Mac OSX 10.11 o Superior
  • Procesador: Core i3 o superior, 2 GHz o superior
  • RAM: Al menos 4GB de RAM



Actividades de refuerzo

OTRAS FUNCIONES

  • Ajustes de los colores.
  • Detección de escenas.
  • Corregir.
  • Reparar.
  • Efecto en la velocidad.
  • Pantalla Croma.
  • Pantalla partida.
  • Efectos de color.
  • Captura de pantalla de la PC.
  • Estabilizador del video.


Resumen

Hemos aprendido a reconocer los requerimientos mínimos para la instalación y las características de nuestro ordenador

Actividad para la casa

Sé creativa/o y busca los insumos necesarios para la creación del vídeo según el tema tratado en clase.