Diferencia entre revisiones de «Sesión 1: Álvaro toma el liderazgo»

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== Lectura ==
== Lectura ==


'''WONDERSHARE FILMORA:''' Es un programa de edición de vídeo para que cualquier usuario aprende a utilizarlo de manera rápida y sencilla 
–¿Por qué siempre yo? –se quejó Álvaro.
 
–Querrás decir ¿por qué siempre yo? –respondió Carlos.
 
Álvaro contestó tristemente:
–Cada vez que hay algo sucio, asqueroso, desagradable, podrido que
se tenga que hacer, siempre me toca a mí.
–Estás equivocado. ¿Recuerdas esa vez en séptimo grado cuando
todos decidieron que era yo el que tenía que decirle a ese chico que olía
mal y que comenzara a usar desodorante? Fue “lo máximo” –señaló Carlos
irónicamente. Y luego añadió:
– Se enfadó muchísimo.
–¿Qué hay de la vez que me encargaron decirle al director que
queríamos una hora de ejercicio?
–Cierto, trataste de pasárselo a Alicia ¡y ella te obligó a acompañarla!
–De todos modos, creo que debemos hacerlo. Aunque nunca antes he
manejado una situación como esta, ¿y tú? Una chica embarazada y tener
que enfrentar a su novio…
–Él está siendo muy cobarde –se quejó Carlos–. Él es responsable,
después de todo. Ella está asumiendo la responsabilidad porque tiene
que hacerlo. ¿Por qué él debería evadirla sólo porque no es quién tiene el
vientre hinchándose cada día más?
–Sí, es bastante brusco viniendo de él. Pero probablemente sólo esté
asustado.
–¿Y ella no lo está? ¡Está embarazada!
Carlos se tambaleó y exclamó:
–Estoy tan feliz de no ser una chica.
–Sí. Esa película que nos mostraron sobre el nacimiento fue muy
gráfica. Pero ustedes saben, mi papá es médico, y le dijo un amigo suyo del
hospital, un tipo que atiende partos, que a pesar de que él atiende cientos
de partos, que cada vez que lo hace es muy emotivo. Dijo que hay algo en
ese momento, tan especial, que incluso él, un hombre adulto, llora todo el
tiempo.
Carlos parecía impresionado:
–Es genial. Entonces ¿qué le vamos a decir a este idiota?
–Creo que le diremos que se porte como un hombre y que enfrente las
consecuencias de sus actos.
20 CAPÍTULO
Andrés se había acercado a Carlos y Álvaro para pedirles que intervi
-
nieran hablando con Gustavo. Andrés les dijo que él tenía reputación del
payaso de la clase como para que Gustavo lo tomara en serio. Y ya que
Gustavo estaba en el equipo de baloncesto, Carlos, como capitán, tenía
cierta influencia. Álvaro sería el apoyo.
–Andrés está cada vez más serio –señaló Álvaro–. ¿Te has fijado?
–Es por Elena –dijo Carlos–. Está loco por ella.
–Oh, Elena –Álvaro se contuvo de decir lo que normalmente diría:
“Esta muy buena”. Estaba tratando de no pensar en otras chicas ya que se
consideraba tácitamente pertenencia de Alicia. –Bueno, supongo que será
mejor buscar a Gustavo.
Ellos sabían dónde estaba Gustavo. Probablemente estaba encestando
por el parque, donde usualmente se encontraba después de la escuela.
Ambos suspiraron y decidieron apartarlo.
–Podemos encestar– dijo Carlos a Álvaro y este asintió.
Los dos altos y atléticos chicos pasearon por el parque. Gustavo estaba
ahí, solo y encestando. Carlos, bromeando, le quito el balón y logró una
canasta.
–Hey –murmuró Gustavo.
Carlos lo observó atentamente a la luz del sol. Gustavo estaba más
preocupado de lo que parecía. Estaba malhumorado y Carlos pudo notar
signos de estrés en su rostro.
Los tres comenzaron a encestar y entonces, Álvaro asintió a Carlos,
quién sugirió descansar un momento en la banca. Carlos se sentó al
costado de Gustavo y Álvaro se paró frente a ellos, colocando el pie en un
lugar vacío de la banca. De pronto, Gustavo se sintió atrapado entre toda
la pierna de Álvaro y el torso ancho de Carlos.
–¿Qué es esto? –preguntó mirando rápidamente a uno y a otro.
–Necesitamos hablar contigo –anunció Álvaro que estaba realmente
resentido con Gustavo. El corazón de Gustavo tembló un poco. Entonces
Gustavo con una mueca desafiante los confrontó:
–¿Sobre qué?
Carlos dijo pacíficamente:
–Mira Gustavo. Yo entiendo tu situación. No me gustaría estar en ella
y querría escapar. El asunto es que Lucy no puede. No tiene esa opción, y
tú realmente tampoco. No importa lo que ella haga, tú sabrás que fuiste el
padre del niño y no ayudaste.
–Así que de eso se trata –murmuró Gustavo mirando al suelo.
–Tienes que ser hombre, hermano –dijo Álvaro agresivamente–. La
estás abandonando justo cuando más te necesita. ¿Qué crees que sus
padres dirán cuando se enteren? ¿Crees que te dejarán no hacer nada?
¿Crees que no irán a hablar con tus padres?
–Lucy no les dirá. Se va a deshacer del problema.
Álvaro sacudió la cabeza:
–Estás equivocado hermano. Lo va a tener.
–¿Ella lo va a tener?
Carlos intervino:
– Si, ha decidido tenerlo. Tal vez lo dé en adopción después, si lo
decide, pero lo va a tener.
–Basta de hablar como si se tratara de una cosa –agregó Álvaro.
Cuando Carlos y Gustavo lo miraron, protestó:
– ¡Bueno, es un bebé, no una cosa!
–¡No puedo seguir diciendo “Sam o Samantha” todo el tiempo! –
protestó Carlos.
–¿Sam o Samantha? –preguntó Gustavo
–Así es como Lucy y Elena llaman al bebé. Sam o Samantha –respondió
Carlos.
–Ah –dijo Gustavo– Bonito.
–Ella va a tener a tu bebé, hermano –le recordó Álvaro–. Tu bebé. ¿No
crees que deberías ayudarla un poco?
Gustavo lucía impotente.
–Tal vez pueda darle algo de dinero. Puedo buscar un trabajo a medio
tiempo…
–Eso sería el principio –dijo Carlos–. Pero, ¿qué tal un poco de apoyo
emocional? Acabas de terminar con ella, dejándola para que enfrente todo
ella sola.
–Tómatelo en serio –resopló Álvaro–. Pronto le va a contar a sus padres
y no creo que se aguante decirles quién es el responsable. No creas que vas
a salirte con la tuya.
Gustavo frunció los labios, mientras encogía el seño astutamente.
–Bien, ¿de quién es el bebé? –pregunto Gustavo.
Carlos y Álvaro lo miraron:
–Vamos
Gustavo los persuadía:
–Me dejó. Probablemente a otro también. Tal vez haya dejado a otros
tipos.
–¡Estuviste con ella por un año! –Dijo Álvaro–. Nunca te engañó. ¿Qué
quieres que haga? ¿Hacerse una prueba de ADN?
–Podría –Carlos dijo con aires de sabio–. Honestamente, ella podría.
Creo que puede hacerlo antes que el bebé nazca. Pueden hacerle un
examen cromosómico al bebé en el vientre.
–Pueden probar que es tuyo –advirtió Álvaro a Gustavo. –¿Por qué no
eres hombre y lo admites antes de que te obliguen?
Gustavo se sintió un poco forzado a admitirlo en ese momento,
rodeado por los brazos musculosos de Carlos quien lo bloqueaba por
un lado con su considerable pecho, y Álvaro, con su poderosa pierna de
futbolista plantada en el otro lado.
–¿Qué creen que debería hacer? –sonsacó Gustavo.
–Apóyala, asúmelo. Toma alguna responsabilidad: responsabilidad
financiera, como dijiste. Y algo de apoyo emocional para la pobre chica.
Enfrenta a sus padres con ella, enfrenta a los tuyos –le instruyó Álvaro.
Carlos dijo con calma:
–Yo sé que tienes sólo 17 pero creo deberías casarte con ella.
–¡Oh, vamos! –Exclamó Gustavo– No necesito una sentencia de por
vida sólo porque me acosté con una chica.
Carlos dijo:
–Debes haber pensado que la amabas. Se lo dijiste muchas veces.
–¿Cómo lo sabes?– Gustavo se molestó.
–Lucy le contó a Elena, que le contó a Paula, que le contó a Mariana,
que le contó a Alicia, que es mi prima y que me cuenta todo –recitó Carlos.
Álvaro resopló:
–Alicia también me cuenta cosas.
–Todos saben que eres el padre –dijo Carlos–. Se valiente y asume
todo y cuida un poquitín a tu mujer.
–¿Va a someterse a una de esas pruebas cromosómicas? ¿Para probar
el ADN? –insistía Gustavo.
–¿Acaso la necesita, Gustavo? –preguntó Carlos–. Ella ha estado
contigo y sólo contigo por un buen tiempo. Todos saben que el bebé es
tuyo. Sin embargo, ella podría realizar al bebé la prueba del ADN y hacerte
un juicio de alimentos para la manutención del bebé.
–Sólo se hombre –Álvaro gritó. Se estaba impacientando:
–Lucy le dirá a sus padres mañana en la noche. Debes estar ahí.
–Ah, diablos –gimió Gustavo– ¿Por qué no usé protección?
–No siempre funciona –señaló Carlos.
Álvaro miró desdeñosamente:
–En lugar de preguntarte por qué no usaste protección ¿Por qué no te
preguntas por qué usaste a Lucy?
Carlos, que era de temperamento más suave que Álvaro, sacudió su
cabeza ligeramente hacia su amigo. Álvaro sacó su pierna de la banca del
parque y cruzó sus brazos. “Aún se veía amenazante” –pensó Gustavo.
–Voy a asumirlo –suspiró Gustavo
–Bien –gruñó Álvaro.
–Eso es realmente bueno, Gustavo –lo elogió Carlos–. Todos estarán
dispuestos a darle apoyo. Andrés estará afuera. Si las cosas van mal, Lucy
saldrá y él la llevará a su casa a quedarse con su tío y su abuela por unos
días y la novia de Alberto estará ahí también para cuidarla en el trayecto.
Elena y Alicia van a estar dentro de la casa con ella cuando le diga a sus
padres. Álvaro y yo estaremos afuera también, si es que vas. Te apoyaremos
si es que el padre se pone violento o algo así.
Gustavo pareció asustado.
–¿Creen que se ponga así?
–Bueno, pensamos que probablemente él se contendrá si Elena y
Alicia están ahí. Y si tus padres están contigo, será aún más seguro.
–Ustedes tienen todo planeado –respiró Gustavo.
–Lo que yo sugiero –dijo Carlos– es que le digas a tus padres esta
noche y los lleves contigo mañana en la noche como un sistema de apoyo.
–Ah, diablos –gimió Gustavo–. Ustedes me lo están poniendo difícil.
Carlos hizo una mueca y lo enfrentó:
–No puedes escapar de esto, Gustavo. No te lo estamos poniendo
difícil. Tú ya estás de por sí entre la espada y la pared. No puedes pretender
que esto no esté pasando y que no tiene que ver contigo.
–Si el papa de Lucy se pone… violento… ¿ustedes entrarán?
Álvaro ordenó:
–Dame tu celular,– Él programó su propio número en él.
–Ahí está. Soy el número uno. Presiona uno y Carlos y
yo entraremos para sacarte de ahí.
–De acuerdo– asintió Gustavo. –Le diré a mis padres
esta noche.
–¿Necesitas refuerzos?
–No –dijo Gustavo. Su voz se volvió desdeñosa–.
Puedo manejar a mi papá. Además, él no puede decir
nada. Él tuvo una amante hace dos años y nuestra familia
no ha sido la misma desde entonces. No tiene derecho a
juzgarme después de lo que hizo pasar a mi madre. Sólo me siento mal por
ella, primero eso, ahora esto. Menos mal que ella sabe perdonar. Eso ha
sido lo que nos ha salvado.
–Eso te salvará ahora –Álvaro le aseguró–. Confía en mí.
–Confío en ustedes –dijo Gustavo, asintiendo a Carlos y Álvaro–. Y si
ustedes me apoyan, voy a seguir adelante con todo: los padres, ayudar a
Lucy, todo.
Carlos y Álvaro asintieron.
–Todos necesitamos un sistema de apoyo –Carlos asintió–. Nosotros
seremos el tuyo.
Gustavo respiró profundamente.
–Está bien, entonces– suspiró.
****
–¿Por qué están aquí, chicos? –preguntó la madre de Gustavo cuando
Carlos y Álvaro aparecieron la siguiente tarde.
–Refuerzos –dijo Gustavo brevemente–. En caso de que el padre de
Lucy se vuelva loco.
La madre de Gustavo les sonrió a pesar de todo.
–¡Esperemos que no llegue a eso! –exclamó–. Después de todo, somos
adultos. Tenemos que manejar esto como adultos.
El padre de Gustavo comentó:
–Desearía que la chica hubiera actuado más como un adulto. Lo obvio
y razonable es que ella se deshaga de eso.
–Colin, por favor –dijo la madre de Gustavo–. La chica quiere tener al
niño.
Gustavo y sus padres se dirigieron al pasillo de la casa y tocaron el
timbre. La madre de Lucy, con la boca abierta de asombro, los dejó pasar.
Álvaro y Carlos esperaron por unos minutos, observando cómo el grupo
entraba a la casa. Luego, ellos se dirigieron hacia donde estaban Alberto y
Andrés para saludar.
–¿Qué hacemos ahora?– preguntó Andrés–. ¿Ahora que están todos
dentro?
Alberto bromeó:
–Esperar a que el techo exploté. En serio, Lucy y Gustavo tienen
suerte de tener tantos amigos que los apoyan. Si todos tuvieran este gran
respaldo, esta clase de situaciones probablemente no acabarían tan trágicamente, como ocurre frecuentemente.
Carlos y Álvaro caminaron de regreso a la calle y se sentaron en un
muro. No estaban seguros de cuánto iba a tomar todo esto. No había señal
alguna de lo que estaba sucediendo en la casa, excepto por muchas idas
y venidas frente a la ventana que daba a la sala. Luego de un tiempo, la
madre de Lucy, con una mirada agobiada y asustada, corrió las cortinas
de la sala, como si estuviera avergonzada de lo que estaba pasando en su
casa.
Los observadores de afuera se vieron silenciosamente,
rogando por el buen resultado de esta situación llena de
tensión y potencialmente explosiva. Los minutos pasaban.
–¿Qué estarán hablando ahí dentro?– especuló Andrés.
–Vamos –dijo su tío–. Hay mucho de qué hablar. Ellos
tienen una tonelada de cosas por resolver.
La primera persona en aparecer fue Alicia. Salió a la
puerta de enfrente y corrió a la calle hacia donde estaban
Álvaro y Carlos.
–¿Y bien? –preguntó Carlos– ¿Qué pasó?
–Bueno, la mamá de Lucy ya sospechaba algo así que
sólo abrazó a Lucy y dijo que estaba feliz de saber al fin qué
era lo que estaba sucediendo. Lucy lloró y lloró. Su papá sólo estuvo callado
pero al final dijo: “Está bien, simplemente hagamos de esto un nuevo
comienzo”. Gustavo estaba llorando también. Dijo que él haría lo que sea
para ayudar a Lucy. Espero que mantenga esa determinación. Ah, ahí está
saliendo Elena. Les dirá a los demás que está pasando. Todos parecen muy
tranquilos. Hubo muchas lágrimas. El padre de Lucy estuvo muy molesto al
principio, pero ahora está tranquilo. Gustavo dijo que se quería casar con
Lucy. Y lo decía en serio. Pero tanto su padre como el de ella le dijeron que
mejor esperaran un poco. Que trabajaran juntos por el bebé y que, llegado
el momento y sin presiones extra, se podría tomar una mejor decisión.
–¡Y seguro Gustavo para entonces habrá desaparecido! –reventó
Álvaro.
–No parece probable –dijo Carlos–. Los dos papás ofrecieron apoyo a
cambio de responsabilidad. Y se ve que él la quiere y parece dispuesto a
pelear por su amor. Simplemente se cegaron un poco, ya sabes. El tiempo
lo podrá decir mejor que nadie.
–Cierto –reflexionó Álvaro–. Ya lo sé –sus ojos y los de Alicia se
encontraron por un largo momento.
–Bueno, eso es genial –agregó Carlos–. No tuvimos que detener al
papá de Lucy por querer matar a Gustavo, Lucy no tuvo que escapar a la
casa de Andrés y el bebé tendrá padres y abuelos que trabajarán juntos
por esto.
–Sam –corrigió Alicia–. O Samantha. No “esto”. En realidad, todos
los padres están siendo comprensivos. Ellos dijeron que ayudarán; los
padres de Gustavo dijeron que él, Lucy y el bebé pueden vivir con ellos
siempre y cuando lo necesiten y luego los padres de Lucy, ¡era como una
competencia!, dijeron que la pareja también podría vivir con ellos cuando
lo necesiten. Las madres y abuelas dijeron que podrían cuidar al bebé
mientras Lucy y Gustavo terminan la escuela secundaria y si querían seguir
alguna educación superior o hacer algún curso o lo que sea. Los papás
dijeron que les darán apoyo financiero. Pudo haber resultado tan diferente.
Creo que fue debido al apoyo de todos.
Alicia lloró un poco y dijo:
–Es tan hermoso que tengan tantas personas en las que pueden
apoyarse.
–Gustavo actuó como un hombre –comentó Álvaro–. Eso hizo una
gran diferencia, ¿no crees?
–Sí –dijo Carlos distraídamente, golpeando su puño contra su mano
abierta como un chasquido. –Él también tuvo algo de… eh… apoyo.
–¿De ustedes, chicos? –preguntó Alicia vivamente–. ¿Le dijeron a
Gustavo que podía apoyarse en ustedes?
–Bueno, eh, en realidad, como que nos apoyamos sobre él –dijo Álvaro.
–Cierto –dijo en una carcajada Carlos–. ¡De cierta forma, nos apoyamos
en él! ¡Pero aun así fue apoyo!
–Chicos –suspiró Alicia, al mismo tiempo que llegaban a la puerta de
su casa.
Lo que sea que ellos hicieran, funcionó. Sintió un gran alivio. Miró
sus fuertes y confiables rostros y sintió surgir un sentimiento… gratitud,
admiración y una inexplicable sensación de que todos estaban en el buen
camino… y se apresuró a entrar antes de explotar en lágrimas.
[[Archivo:niña2.JPG|thumb|200px]]
[[Archivo:niña2.JPG|thumb|200px]]


== Escucha ahora la explicación del profesor ==
== Escucha ahora la explicación del profesor ==

Revisión del 16:26 11 ago 2021

Computadora 1.JPG


PROPÓSITO El estudiante aprende cuales son las requerimientos mínimas para la instalación de programa a utilizar en clase para la edición de los vídeos.

Introducción



¿Cuales son las características mínimas para que el programa funcione? Lo primero que se debe de ver son los requerimientos mínimos que el programa requiere y de esta manera el programa se ejecute de manera optima en el ordenador.


Lectura

–¿Por qué siempre yo? –se quejó Álvaro. –Querrás decir ¿por qué siempre yo? –respondió Carlos. Álvaro contestó tristemente:

–Cada vez que hay algo sucio, asqueroso, desagradable, podrido que

se tenga que hacer, siempre me toca a mí. –Estás equivocado. ¿Recuerdas esa vez en séptimo grado cuando todos decidieron que era yo el que tenía que decirle a ese chico que olía mal y que comenzara a usar desodorante? Fue “lo máximo” –señaló Carlos irónicamente. Y luego añadió: – Se enfadó muchísimo. –¿Qué hay de la vez que me encargaron decirle al director que queríamos una hora de ejercicio? –Cierto, trataste de pasárselo a Alicia ¡y ella te obligó a acompañarla! –De todos modos, creo que debemos hacerlo. Aunque nunca antes he manejado una situación como esta, ¿y tú? Una chica embarazada y tener que enfrentar a su novio… –Él está siendo muy cobarde –se quejó Carlos–. Él es responsable, después de todo. Ella está asumiendo la responsabilidad porque tiene que hacerlo. ¿Por qué él debería evadirla sólo porque no es quién tiene el vientre hinchándose cada día más? –Sí, es bastante brusco viniendo de él. Pero probablemente sólo esté asustado. –¿Y ella no lo está? ¡Está embarazada! Carlos se tambaleó y exclamó: –Estoy tan feliz de no ser una chica. –Sí. Esa película que nos mostraron sobre el nacimiento fue muy gráfica. Pero ustedes saben, mi papá es médico, y le dijo un amigo suyo del hospital, un tipo que atiende partos, que a pesar de que él atiende cientos de partos, que cada vez que lo hace es muy emotivo. Dijo que hay algo en ese momento, tan especial, que incluso él, un hombre adulto, llora todo el tiempo. Carlos parecía impresionado: –Es genial. Entonces ¿qué le vamos a decir a este idiota? –Creo que le diremos que se porte como un hombre y que enfrente las consecuencias de sus actos. 20 CAPÍTULO Andrés se había acercado a Carlos y Álvaro para pedirles que intervi - nieran hablando con Gustavo. Andrés les dijo que él tenía reputación del payaso de la clase como para que Gustavo lo tomara en serio. Y ya que Gustavo estaba en el equipo de baloncesto, Carlos, como capitán, tenía cierta influencia. Álvaro sería el apoyo. –Andrés está cada vez más serio –señaló Álvaro–. ¿Te has fijado? –Es por Elena –dijo Carlos–. Está loco por ella. –Oh, Elena –Álvaro se contuvo de decir lo que normalmente diría: “Esta muy buena”. Estaba tratando de no pensar en otras chicas ya que se consideraba tácitamente pertenencia de Alicia. –Bueno, supongo que será mejor buscar a Gustavo. Ellos sabían dónde estaba Gustavo. Probablemente estaba encestando por el parque, donde usualmente se encontraba después de la escuela. Ambos suspiraron y decidieron apartarlo. –Podemos encestar– dijo Carlos a Álvaro y este asintió. Los dos altos y atléticos chicos pasearon por el parque. Gustavo estaba ahí, solo y encestando. Carlos, bromeando, le quito el balón y logró una canasta. –Hey –murmuró Gustavo. Carlos lo observó atentamente a la luz del sol. Gustavo estaba más preocupado de lo que parecía. Estaba malhumorado y Carlos pudo notar signos de estrés en su rostro. Los tres comenzaron a encestar y entonces, Álvaro asintió a Carlos, quién sugirió descansar un momento en la banca. Carlos se sentó al costado de Gustavo y Álvaro se paró frente a ellos, colocando el pie en un lugar vacío de la banca. De pronto, Gustavo se sintió atrapado entre toda la pierna de Álvaro y el torso ancho de Carlos. –¿Qué es esto? –preguntó mirando rápidamente a uno y a otro. –Necesitamos hablar contigo –anunció Álvaro que estaba realmente resentido con Gustavo. El corazón de Gustavo tembló un poco. Entonces Gustavo con una mueca desafiante los confrontó: –¿Sobre qué? Carlos dijo pacíficamente: –Mira Gustavo. Yo entiendo tu situación. No me gustaría estar en ella y querría escapar. El asunto es que Lucy no puede. No tiene esa opción, y tú realmente tampoco. No importa lo que ella haga, tú sabrás que fuiste el padre del niño y no ayudaste. –Así que de eso se trata –murmuró Gustavo mirando al suelo. –Tienes que ser hombre, hermano –dijo Álvaro agresivamente–. La estás abandonando justo cuando más te necesita. ¿Qué crees que sus padres dirán cuando se enteren? ¿Crees que te dejarán no hacer nada? ¿Crees que no irán a hablar con tus padres? –Lucy no les dirá. Se va a deshacer del problema. Álvaro sacudió la cabeza: –Estás equivocado hermano. Lo va a tener. –¿Ella lo va a tener? Carlos intervino: – Si, ha decidido tenerlo. Tal vez lo dé en adopción después, si lo decide, pero lo va a tener. –Basta de hablar como si se tratara de una cosa –agregó Álvaro. Cuando Carlos y Gustavo lo miraron, protestó: – ¡Bueno, es un bebé, no una cosa! –¡No puedo seguir diciendo “Sam o Samantha” todo el tiempo! – protestó Carlos. –¿Sam o Samantha? –preguntó Gustavo –Así es como Lucy y Elena llaman al bebé. Sam o Samantha –respondió Carlos. –Ah –dijo Gustavo– Bonito. –Ella va a tener a tu bebé, hermano –le recordó Álvaro–. Tu bebé. ¿No crees que deberías ayudarla un poco? Gustavo lucía impotente. –Tal vez pueda darle algo de dinero. Puedo buscar un trabajo a medio tiempo… –Eso sería el principio –dijo Carlos–. Pero, ¿qué tal un poco de apoyo emocional? Acabas de terminar con ella, dejándola para que enfrente todo ella sola. –Tómatelo en serio –resopló Álvaro–. Pronto le va a contar a sus padres y no creo que se aguante decirles quién es el responsable. No creas que vas a salirte con la tuya. Gustavo frunció los labios, mientras encogía el seño astutamente. –Bien, ¿de quién es el bebé? –pregunto Gustavo. Carlos y Álvaro lo miraron: –Vamos Gustavo los persuadía: –Me dejó. Probablemente a otro también. Tal vez haya dejado a otros tipos. –¡Estuviste con ella por un año! –Dijo Álvaro–. Nunca te engañó. ¿Qué quieres que haga? ¿Hacerse una prueba de ADN? –Podría –Carlos dijo con aires de sabio–. Honestamente, ella podría. Creo que puede hacerlo antes que el bebé nazca. Pueden hacerle un examen cromosómico al bebé en el vientre. –Pueden probar que es tuyo –advirtió Álvaro a Gustavo. –¿Por qué no eres hombre y lo admites antes de que te obliguen? Gustavo se sintió un poco forzado a admitirlo en ese momento, rodeado por los brazos musculosos de Carlos quien lo bloqueaba por un lado con su considerable pecho, y Álvaro, con su poderosa pierna de futbolista plantada en el otro lado. –¿Qué creen que debería hacer? –sonsacó Gustavo. –Apóyala, asúmelo. Toma alguna responsabilidad: responsabilidad financiera, como dijiste. Y algo de apoyo emocional para la pobre chica. Enfrenta a sus padres con ella, enfrenta a los tuyos –le instruyó Álvaro. Carlos dijo con calma: –Yo sé que tienes sólo 17 pero creo deberías casarte con ella. –¡Oh, vamos! –Exclamó Gustavo– No necesito una sentencia de por vida sólo porque me acosté con una chica. Carlos dijo: –Debes haber pensado que la amabas. Se lo dijiste muchas veces. –¿Cómo lo sabes?– Gustavo se molestó. –Lucy le contó a Elena, que le contó a Paula, que le contó a Mariana, que le contó a Alicia, que es mi prima y que me cuenta todo –recitó Carlos. Álvaro resopló: –Alicia también me cuenta cosas. –Todos saben que eres el padre –dijo Carlos–. Se valiente y asume todo y cuida un poquitín a tu mujer. –¿Va a someterse a una de esas pruebas cromosómicas? ¿Para probar el ADN? –insistía Gustavo. –¿Acaso la necesita, Gustavo? –preguntó Carlos–. Ella ha estado contigo y sólo contigo por un buen tiempo. Todos saben que el bebé es tuyo. Sin embargo, ella podría realizar al bebé la prueba del ADN y hacerte un juicio de alimentos para la manutención del bebé. –Sólo se hombre –Álvaro gritó. Se estaba impacientando: –Lucy le dirá a sus padres mañana en la noche. Debes estar ahí. –Ah, diablos –gimió Gustavo– ¿Por qué no usé protección? –No siempre funciona –señaló Carlos. Álvaro miró desdeñosamente: –En lugar de preguntarte por qué no usaste protección ¿Por qué no te preguntas por qué usaste a Lucy? Carlos, que era de temperamento más suave que Álvaro, sacudió su cabeza ligeramente hacia su amigo. Álvaro sacó su pierna de la banca del parque y cruzó sus brazos. “Aún se veía amenazante” –pensó Gustavo. –Voy a asumirlo –suspiró Gustavo –Bien –gruñó Álvaro. –Eso es realmente bueno, Gustavo –lo elogió Carlos–. Todos estarán dispuestos a darle apoyo. Andrés estará afuera. Si las cosas van mal, Lucy saldrá y él la llevará a su casa a quedarse con su tío y su abuela por unos días y la novia de Alberto estará ahí también para cuidarla en el trayecto. Elena y Alicia van a estar dentro de la casa con ella cuando le diga a sus padres. Álvaro y yo estaremos afuera también, si es que vas. Te apoyaremos si es que el padre se pone violento o algo así. Gustavo pareció asustado. –¿Creen que se ponga así? –Bueno, pensamos que probablemente él se contendrá si Elena y Alicia están ahí. Y si tus padres están contigo, será aún más seguro. –Ustedes tienen todo planeado –respiró Gustavo. –Lo que yo sugiero –dijo Carlos– es que le digas a tus padres esta noche y los lleves contigo mañana en la noche como un sistema de apoyo. –Ah, diablos –gimió Gustavo–. Ustedes me lo están poniendo difícil. Carlos hizo una mueca y lo enfrentó: –No puedes escapar de esto, Gustavo. No te lo estamos poniendo difícil. Tú ya estás de por sí entre la espada y la pared. No puedes pretender que esto no esté pasando y que no tiene que ver contigo. –Si el papa de Lucy se pone… violento… ¿ustedes entrarán? Álvaro ordenó: –Dame tu celular,– Él programó su propio número en él. –Ahí está. Soy el número uno. Presiona uno y Carlos y yo entraremos para sacarte de ahí. –De acuerdo– asintió Gustavo. –Le diré a mis padres esta noche. –¿Necesitas refuerzos? –No –dijo Gustavo. Su voz se volvió desdeñosa–. Puedo manejar a mi papá. Además, él no puede decir nada. Él tuvo una amante hace dos años y nuestra familia no ha sido la misma desde entonces. No tiene derecho a juzgarme después de lo que hizo pasar a mi madre. Sólo me siento mal por ella, primero eso, ahora esto. Menos mal que ella sabe perdonar. Eso ha sido lo que nos ha salvado. –Eso te salvará ahora –Álvaro le aseguró–. Confía en mí. –Confío en ustedes –dijo Gustavo, asintiendo a Carlos y Álvaro–. Y si ustedes me apoyan, voy a seguir adelante con todo: los padres, ayudar a Lucy, todo. Carlos y Álvaro asintieron. –Todos necesitamos un sistema de apoyo –Carlos asintió–. Nosotros seremos el tuyo. Gustavo respiró profundamente. –Está bien, entonces– suspiró.

–¿Por qué están aquí, chicos? –preguntó la madre de Gustavo cuando Carlos y Álvaro aparecieron la siguiente tarde. –Refuerzos –dijo Gustavo brevemente–. En caso de que el padre de Lucy se vuelva loco. La madre de Gustavo les sonrió a pesar de todo. –¡Esperemos que no llegue a eso! –exclamó–. Después de todo, somos adultos. Tenemos que manejar esto como adultos. El padre de Gustavo comentó: –Desearía que la chica hubiera actuado más como un adulto. Lo obvio y razonable es que ella se deshaga de eso. –Colin, por favor –dijo la madre de Gustavo–. La chica quiere tener al niño. Gustavo y sus padres se dirigieron al pasillo de la casa y tocaron el timbre. La madre de Lucy, con la boca abierta de asombro, los dejó pasar. Álvaro y Carlos esperaron por unos minutos, observando cómo el grupo entraba a la casa. Luego, ellos se dirigieron hacia donde estaban Alberto y Andrés para saludar. –¿Qué hacemos ahora?– preguntó Andrés–. ¿Ahora que están todos dentro? Alberto bromeó: –Esperar a que el techo exploté. En serio, Lucy y Gustavo tienen suerte de tener tantos amigos que los apoyan. Si todos tuvieran este gran respaldo, esta clase de situaciones probablemente no acabarían tan trágicamente, como ocurre frecuentemente. Carlos y Álvaro caminaron de regreso a la calle y se sentaron en un muro. No estaban seguros de cuánto iba a tomar todo esto. No había señal alguna de lo que estaba sucediendo en la casa, excepto por muchas idas y venidas frente a la ventana que daba a la sala. Luego de un tiempo, la madre de Lucy, con una mirada agobiada y asustada, corrió las cortinas de la sala, como si estuviera avergonzada de lo que estaba pasando en su casa. Los observadores de afuera se vieron silenciosamente, rogando por el buen resultado de esta situación llena de tensión y potencialmente explosiva. Los minutos pasaban. –¿Qué estarán hablando ahí dentro?– especuló Andrés. –Vamos –dijo su tío–. Hay mucho de qué hablar. Ellos tienen una tonelada de cosas por resolver. La primera persona en aparecer fue Alicia. Salió a la puerta de enfrente y corrió a la calle hacia donde estaban Álvaro y Carlos. –¿Y bien? –preguntó Carlos– ¿Qué pasó? –Bueno, la mamá de Lucy ya sospechaba algo así que sólo abrazó a Lucy y dijo que estaba feliz de saber al fin qué era lo que estaba sucediendo. Lucy lloró y lloró. Su papá sólo estuvo callado pero al final dijo: “Está bien, simplemente hagamos de esto un nuevo comienzo”. Gustavo estaba llorando también. Dijo que él haría lo que sea para ayudar a Lucy. Espero que mantenga esa determinación. Ah, ahí está saliendo Elena. Les dirá a los demás que está pasando. Todos parecen muy tranquilos. Hubo muchas lágrimas. El padre de Lucy estuvo muy molesto al principio, pero ahora está tranquilo. Gustavo dijo que se quería casar con Lucy. Y lo decía en serio. Pero tanto su padre como el de ella le dijeron que mejor esperaran un poco. Que trabajaran juntos por el bebé y que, llegado el momento y sin presiones extra, se podría tomar una mejor decisión. –¡Y seguro Gustavo para entonces habrá desaparecido! –reventó Álvaro. –No parece probable –dijo Carlos–. Los dos papás ofrecieron apoyo a cambio de responsabilidad. Y se ve que él la quiere y parece dispuesto a pelear por su amor. Simplemente se cegaron un poco, ya sabes. El tiempo lo podrá decir mejor que nadie. –Cierto –reflexionó Álvaro–. Ya lo sé –sus ojos y los de Alicia se encontraron por un largo momento. –Bueno, eso es genial –agregó Carlos–. No tuvimos que detener al papá de Lucy por querer matar a Gustavo, Lucy no tuvo que escapar a la casa de Andrés y el bebé tendrá padres y abuelos que trabajarán juntos por esto. –Sam –corrigió Alicia–. O Samantha. No “esto”. En realidad, todos los padres están siendo comprensivos. Ellos dijeron que ayudarán; los padres de Gustavo dijeron que él, Lucy y el bebé pueden vivir con ellos siempre y cuando lo necesiten y luego los padres de Lucy, ¡era como una competencia!, dijeron que la pareja también podría vivir con ellos cuando lo necesiten. Las madres y abuelas dijeron que podrían cuidar al bebé mientras Lucy y Gustavo terminan la escuela secundaria y si querían seguir alguna educación superior o hacer algún curso o lo que sea. Los papás dijeron que les darán apoyo financiero. Pudo haber resultado tan diferente. Creo que fue debido al apoyo de todos. Alicia lloró un poco y dijo: –Es tan hermoso que tengan tantas personas en las que pueden apoyarse. –Gustavo actuó como un hombre –comentó Álvaro–. Eso hizo una gran diferencia, ¿no crees? –Sí –dijo Carlos distraídamente, golpeando su puño contra su mano abierta como un chasquido. –Él también tuvo algo de… eh… apoyo. –¿De ustedes, chicos? –preguntó Alicia vivamente–. ¿Le dijeron a Gustavo que podía apoyarse en ustedes? –Bueno, eh, en realidad, como que nos apoyamos sobre él –dijo Álvaro. –Cierto –dijo en una carcajada Carlos–. ¡De cierta forma, nos apoyamos en él! ¡Pero aun así fue apoyo! –Chicos –suspiró Alicia, al mismo tiempo que llegaban a la puerta de su casa. Lo que sea que ellos hicieran, funcionó. Sintió un gran alivio. Miró sus fuertes y confiables rostros y sintió surgir un sentimiento… gratitud, admiración y una inexplicable sensación de que todos estaban en el buen camino… y se apresuró a entrar antes de explotar en lágrimas.

Escucha ahora la explicación del profesor

REQUERIMIENTOS

  • Sistema Operativo: A partir de Windows 7 en adelantarte. Mac OSX 10.11 o Superior
  • Procesador: Core i3 o superior, 2 GHz o superior
  • RAM: Al menos 4GB de RAM



Actividades de refuerzo

OTRAS FUNCIONES

  • Ajustes de los colores.
  • Detección de escenas.
  • Corregir.
  • Reparar.
  • Efecto en la velocidad.
  • Pantalla Croma.
  • Pantalla partida.
  • Efectos de color.
  • Captura de pantalla de la PC.
  • Estabilizador del video.


Resumen

Hemos aprendido a reconocer los requerimientos mínimos para la instalación y las características de nuestro ordenador

Actividad para la casa

Sé creativa/o y busca los insumos necesarios para la creación del vídeo según el tema tratado en clase.