Sesión 1: ¿santo yo?

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Propósito

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El propósito de la clase es expresar qué se entienden por santidad.




Introducción

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¿Santo yo? ¿Qué es eso de ser santos? Casi nunca nos proponemos tocar ese tema o ser santos, creemos que eso es, para los sacerdotes o las monjitas, un tema que ya pasó de moda y que es parte del pasado. No lo intentamos ni nos planteanos o incluimos en nuestro proyecto de vida.

Terminado el colegio estudiamos sólo para ser profesionales, tener éxito en la vida, tener casa, carro, dinero y entre otras cosas queremos ser felices con las cosas materiales… Veamos realmente ¿Qué es la santidad y quienes están llamados a serlo?

Lectura

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¿Santo yo?...

Llegar a la cima, o rendirse.

Sabemos lo que el Concilio Vaticano II dijo de la santidad, por los seglares: que la santidad es para todos; que todos estamos llamados a la santidad; que tenemos obligación de ser santos.

Porque Cristo nos ha hecho a los bautizados uno con Él, que es el Santo, y la santidad de Jesucristo se comunica a todos los cristianos, como la vida que desciende de la cabeza a los miembros.

Porque así es la santidad de Jesucristo: se distribuye sobre todos y cada uno de los cristianos, y nosotros respondemos a esta gracia de Dios siendo santos de verdad. ¿Cómo? Conduciendo el tractor, guisando la comida, luciendo el saco y la corbata, o saliendo bien preciosas del salón de belleza... La santidad es para nosotros, para los seglares.

Digo esto, porque ha caído en mis manos el recordatorio de un muchacho norteamericano --la verdad es que nunca lo había oído nombrar--, que me ha llamado la atención. Estudiante de dos Universidades, arquitecto de gusto muy refinado, y, por encima de todo, un cristiano en verdad escogido.

Para convencerse, basta mirar el recordatorio que se hizo para sí mismo, al ver que ese cáncer diagnosticado en el cerebro le conducía irremisiblemente al fin. Trazado el recordatorio con pulso firme y con exquisitez de arquitecto, nos hace esta confidencia.

- Se me preguntó una vez: Pablo, ¿por qué sirves a Dios aquí, en esta Institución? Hay que saber que Pablo pertenecía a una Institución Secular de Perfección y Apostolado, y había emitido en él los votos privados de su consagración. Ante esa pregunta, él mismo se cuestiona:

¿Por qué sirvo a Dios aquí?

¿Para ayudar a los pobres? No.

¿Para entregarme al servicio del pueblo? No.

¿Para ser sacerdote? No.

¿Para ser maestro, o misionero, o ingeniero? No.

Para nada de esto estoy aquí. Estoy aquí sirviendo a Dios, ¡porque lo amo!

Porque amo a JESUS.

Porque amo a MARIA.

JESUS me revela su amor infinito y su bondad. Me perdona mis pecados y me ofrece la eternidad. MARIA es la la amada de mi alma, mi intercesora delante de su Hijo divino, y mi Madre y una Madre sin par. Un joven de esta categoría espiritual tenía que sobresalir por fuerza entre los compañeros de las Universidades y entre los profesionales con que trabajaba. Su lema era claro: - DIOS, para bien del mundo.

Cuanto más amara a Dios y mejor le sirviera, mejor servía al mundo y se daría a los demás. Sus compañeros se preguntaron más de una vez:

- ¿Qué tiene de especial Pablo Miguel, que atrae tanto? El secreto estaba en la pureza de su vida, en medio de un mundo seductor que le tentaba con fuerza. Pero su carácter suave era también de hierro cuando llegaba la prueba. Un día le dice resuelto al Director General de la Institución:

- ¿Si se marcharan todos? Me daría igual. Aquí quedaríamos usted y yo. No estoy por ningún hombre, sino por Dios.

Su vida estaba centrada en el amor. Dios volcaba sobre él su gracia. Y Paul Michael era un santo. Ante un testimonio como éste --y hemos de decir que como él hay muchos en la Iglesia--, pocas razones necesitamos para convencernos de esta exigencia que nos impone el Bautismo.

Está bien que se nos recuerde siempre a los seglares nuestra condición de escogidos, ya que ser santos no es una cosa cualquiera... No viene de nosotros una vocación tan alta, sino del Dios que nos llama. Dios se nos revela como el Amor absoluto, y sólo para Dios vale la pena vivir. Los que así aman a Dios son los santos de verdad, y son también los que salvan al mundo.

El ejemplo de Paul Michael que nos ha inspirado el mensaje de hoy nos hace ver el doble aspecto de la santidad que el mundo espera de nosotros. Es indudable que el amor de Dios es lo primero. Hablemos mejor: sin el amor de Dios que se nos da y sin el amor nuestro con que nos damos a Dios, es imposible la santidad. De ahí que el crecer en el amor a Dios es lo primero que anhelamos y lo primero en que nos empeñamos. El fin de nuestra oración y de cualquier trabajo que hacemos mira ante todo y sobre todo a hacernos crecer en el amor divino.

¿Descuidamos al mundo por eso? Todo lo contrario. La salvación del mundo nos arrastra impetuosamente como la corriente del río en crecida. Tanto más amamos al mundo, y tanto más nos damos a él, cuanto más amamos a Dios. Nadie como un santo hace tanto por el mundo...

Ser santos y santas de categoría: ¡ésta es nuestra llamada! Sobresalir entre la vulgaridad: ¡ésta es nuestra decisión! ¿Qué es éste un gran ideal?... ¡Naturalmente! Como propuesto por el mismo Jesucristo, que, señalando las alturas, nos dice:

-¡A ver quién llega hasta la cima, donde está Dios, el Perfecto, el Santo! ¡A ver quién es tan valiente que no se rinde en el camino!.

https://es.catholic.net/op/articulos/24834/cat/305/santo-yo.html#modal

Escucha ahora la explicación del profesor

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¿Eres perezoso, orgulloso, soberbio? ¿Te das cuenta que te cuesta mucho querer a las personas, ser paciente…? ¿Ves a los santos y piensas: “¡Wow, yo nunca podría ser tan bueno!”? ¡Felicidades, ese es el primer paso para ser santo!

1. El primer paso para ser santo es reconocer nuestra debilidad ¿Por qué digo esto? Pues porque para ser santo, lo primero que tenemos que reconocer es que somos débiles y quebradizos. Reconocer nuestra debilidad es el primer paso para que vayamos corriendo a los brazos de Dios y le gritemos: “Ayúdame, no puedo hacer esto solo/a, necesito de Ti.” Y Él entonces, encantadísimo de la vida, nos tomará en sus brazos y hará por nosotros esas cosas que reconocemos que no podemos hacer.

2. Que tus caídas sean un muelle para llegar más arriba Muchas veces Dios permite que pequemos para que seamos humildes y nos demos cuenta de lo débil que somos. “¿Cómo es posible que YO haya hecho esto?”, nos preguntamos muchas veces. La respuesta es: porque somos débiles y humanos.

3. Solo no puedes, pero con Dios… es otro cantar Reconocer esto, va a ser el primer paso para empezar una vida de santidad. Porque es ahí cuando nos demos cuenta de que necesitamos de Él. Necesitamos que Él viva en nosotros para que Él pueda amar y vivir a través de nosotros.

4. Más que en hacer, la santidad consiste en dejarle hacer “Pero entonces, ¿qué es lo que puedo? ¿dónde está el poder del hombre? El poder del hombre se encuentra, fundamentalmente en el deseo. El secreto del hombre está en reconocer que lo propio de Dios es hacer y que lo propio del hombre es ser hecho, y lo que le permite ser hecho y recibir es desear; desear lo que no tiene y Dios le puede dar.

5. Necesitamos ponernos a tiro de Dios y dejarle entrar al Espíritu Santo en nuestro corazón Cuando nos demos cuenta de que el único santo aquí es Dios, entonces, empezaremos a acercarnos a Él. Ir a Misa y rezar dejará de ser una lista de cosas por cumplir y empezará a ser un medio para acercarnos a Él y que sea Él quien viva en nosotros.

Actividades de refuerzo

Observa el video y responde a las preguntas:

https://www.youtube.com/watch?v=qr-zO53-tjo (Llamado a la Santidad)

1. ¿Quiénes están llamados a la santidad?

2. ¿Cuál es la cita bíblica que nos invita a la santidad?

3. ¿Qué significa ser retrógrados en estos tiempos?

4. ¿Quién fue Mons. Romero?

5. ¿Cómo interpretas “arriesgar hasta no más poder”?

Resumen

¿Qué es ser santo? Es estar unidos, en Cristo, a Dios, perfecto y santo.

En Mateo 5,48 nos dice “Sean por tanto perfectos como es perfecto su Padre celestial” y nos ordena Jesucristo, Hijo de Dios. En 1 Ts 4, 3 dice. “Sí, lo que Dios quiere es su santificación.” Y te preguntaras:

1. ¿Por qué Dios quiere mi Santificación? Bueno Dios nos ha creado Gn. 1, 26 “a su imagen y semejanza”, y de ahí que Él mismo nos diga:

Lv. 11, 44 “Sed santos, porque yo soy santo”.

2. ¿Quién está llamado a ser Santo?

Todos los hombres, mujeres y niños de cualquier edad, en cualquier estado de vida, condición, talento y profesión.

Tu estas llamado a la santidad “Más bien, así como el que os ha llamado es Santo, así también vosotros sed santos en toda vuestra conducta” (1 Pedro 1,15)

3. ¿Por qué?

¡Porque Dios te ama!, Tu eres valioso para El.

Tú le perteneces. Él te ama desde antes que el tiempo existiese. Él es tu Padre. Necesitas de Él.

Actividad para la casa

Escribe en tu agenda ¿Qué harás desde ahora en tu vida personal para ser mejor persona, buen cristiano y amar más a Dios? Escribe 3 propósitos concretos de esta cita (1 Pedro 1,15) para ser santo. Luego coméntalo con el sacerdote de tu confianza.