Sesión 4: Conversando sobre estilos de vida
PROPÓSITO El estudiante sepa distinguir aspectos negativos y positivos de diferentes formas de vivir
Introducción
Describir el estilo de vida “ideal”. Los alumnos entusiasmados exponen sobre los diferentes estilos de vida señalando pros y contras. Sonia explica que el estilo de vida dependerá de los valores que rijan sus vidas.
Lectura
Los alumnos llegaron a la siguiente clase animados de muchas opiniones. En los “grupos de trabajo” informales… en realidad durante recreos y almuerzo habían discutido, a veces ruidosamente, los pro y los contra de los 3 estilos de vida planteados. La bulla era generalizada hasta que llegó Sonia. –Primero un delegado de cada grupo va a exponer sus conclusiones –dijo poniendo un poco de orden–. Luego haremos un debate. Empieza el grupo A. Se levantó Celina y pasó al frente. –A nosotros nos tocó el comerciante exitoso que vive en la ciudad y trabaja todo el día junto con su esposa –dijo–. Primero quisimos hacer una descripción de cómo vivirían. Pensamos que tendrían que ser dueños de un negocio grande. Por ser «dueños» pueden entrar y salir a la hora que quieran. Las ventajas son muchas –sonrió mirando a su grupo–: viven en una zona exclusiva, tienen varios autos, sus hijos estudian en los colegios más caros, su casa es muy elegante y pueden presumirla a todos sus amigos. Ah, y viajan cuando quieren. Tienen una vida cómoda. Pueden hacer con su tiempo lo que deseen. Desventajas... Celina levantó la cara y con aire triunfal dijo: –Bueno, realmente no hemos encontrado ninguna desventaja –dijo con tono absolutamente antipático–. Es el estilo de vida perfecto. Su grupo aplaudió. Pero incluso en él no todos estaban de acuerdo. Ya se iniciaba la discusión si no hubiera sido por la profesora que los atajó. –Bueno, bueno –dijo Sonia con cara de condescendencia–. Escuchemos al siguiente grupo.
Se paró Joaquín y pasó al frente. –A mi grupo le tocó hablar de una pareja en la cual él es profesor y ella costurera –dijo–. Ante todo partimos de la suposición de que han hecho una opción apuntando más a una vida de hogar que a un ingreso alto. En cuanto al trabajo de la mujer, lo más destacable es que sin moverse de la casa aporta un ingreso extra, que dependiendo de la época del año puede ser igual al del esposo. Mientras tanto, puede estar con sus hijos, preparar las comidas, etc. Un riesgo puede ser que el hombre piense que el trabajo del hogar le toca «solamente» a ella. Pero es evitable... si no me creen, mi padrastro les puede contar más de una anécdota al respecto. Varios soltaron una carcajada ya que se imaginaron a la mamá de Joaquín «recordándole sus obligaciones» a su marido. –En cuanto al trabajo del esposo –continuó Joaquín–, nos metimos en Facebook e hicimos dos cosas: creamos una causa con un foro para que profesores espontáneamente opinaran y rastreamos algunos perfiles afines donde pudimos chatear e intercambiar mails con profesores incluso de diferentes países. –Muy bien –dijo Sonia–. Bien usada la internet 2.0. –Gracias –dijo Joaquín, indicando excelencia con el pulgar alzado–. Llegamos a la conclusión de que no es mal trabajo, pero en muchos casos está injustamente desvalorizado. Tener un horario fijo resulta ser una ventaja porque se puede pasar más tiempo en casa. Pueden planificar mejor las actividades con la familia y tienen vacaciones largas. Lo malo es que en general no son buenos sus salarios. No pueden darse todos los gustos y con frecuencia tienen que hacer renuncias, incluso hacer doble turno. Pero varios de ellos insistieron en que sabiendo administrar se tiene lo necesario. La profesora asintió con la cabeza. –Una cosa más –continuó Joaquín–: los profesores que se ven más felices son aquellos para quienes lo más importante es enseñar y por tanto disfrutan la compañía de los jóvenes. En cambio los que buscan sólo un sueldo... no sé, es una opinión personal, pero se les ve bastante frustrado. Con todo hemos llegado a la conclusión de que no es mala forma de vida, pero es necesario que se les pague mejor. Hubo murmullos mientras Joaquín se sentaba. –Bien –dijo Sonia–. El grupo que sigue. Se paró Cristian y habló de la persona que vive en provincia. –Analizamos a una pareja que se muda al campo –dijo–. Su vida allí es más tranquila: no hay tanto ruido y no tienes ni que gastar tanto en ropa, ni estar yendo y viniendo como en las ciudades grandes. Tienes tiempo para comer con tu familia y hacer muchas otras actividades con ellos. Además en la mayoría de estos pueblos es más barato hacer el mercado, lo cual hace que se necesite menos dinero para vivir. Como todo está cerca llegas caminando a todas partes. Ni hablar del contacto con la naturaleza: te puedes ir a pescar cuando quieras, o a la montaña, o tirarte bajo un árbol a descansar. Claro que también hay que contar con la principal desventaja: no hay tantas comodidades como en las grandes ciudades. No hay muchos cines ni discotecas o lugares para salir. Además suele estar un poco aislado de la moda. Muchos pueden pensar que no hay posibilidad de progreso y que se puede caer fácilmente en el aburrimiento. Sin agregar nada más Cristian se sentó. –Bueno –dijo la profesora–. ¿Cómo consiguieron la información? –Igual que los del otro grupo –dijo Marcelo–. Pero no fue por la vía de Facebook, sino de algunas páginas web que ponen en contacto agricultores y ONGs que ayudan en el campo. Fue un poco más complicado pero todo parece indicar que internet está llegando también al campo, lo cual está aligerando el aislamiento. –Perfecto –completó Sonia complacida–. Ahora creo que sería importante sacar algunas conclusiones. Con respecto al primer ejemplo parece que sólo hay ventajas. ¿Ustedes qué opinan? En el fondo del salón Rubén, el más indiferente de todos, estaba con la mano levantada. Ya de por sí era una especie de milagro que tomara interés en el curso. Era tan insólito que él participara que todo el mundo volteó a mirar. –A ver Rubén –preguntó Sonia–, ¿qué tienes que decir? –Los del primer grupo no saben lo que dicen –dijo sin perder su aire de arrogancia (aunque Alicia siempre sostendría que había tristeza en sus ojos)–. Mi viejo se la pasa trabajando todo el día. Viaja, cena fuera, se compra los trajes que quiere, tiene un auto importado y todo lo demás. Pero me da lástima. Ustedes creen que él es dueño de su tiempo. ¡Mentira! Siempre se queda trabajando hasta las dos o tres de la mañana y después es el primero en levantarse. Porque él es su propio jefe pero al mismo tiempo es una especie de prisionero de su trabajo. No me pregunten más, sólo les puedo decir que mi viejo no es feliz... Todos se quedaron en silencio impactados. –Espero que algún día le puedas decir esto a tu padre, Rubén –dijo Sonia cerrando el tema–. Ahora veamos qué me pueden decir del segundo caso. Inmediatamente Celina levantó la mano. –A mí me parece que conformarse con ser un simple maestro es un exceso de mediocridad –dijo sin aparentemente darse cuenta de dónde y con quién estaba. Pero ella estaba furiosa con Rubén y su rabia la llevaba a ser extremadamente imprudente. –¿Por qué piensas que es mediocre? –preguntó la profesora dándole una oportunidad de reacción. –Porque toda persona que se conforma con un sueldo bajo y un trabajo monótono y aburrido debe ser un mediocre –dijo Celina, completando su metida de pata–. No puedes disfrutar de lo que te ofrece la vida. Te la pasas enseñando a chicos que después ni se acuerdan de tu nombre. Es un trabajo sin horizonte. Sonia suspiró como buscando paciencia. –Mira, muchacha –dijo apretando los dientes ligeramente–. Para empezar soy profesora y no me considero una mediocre –recién entonces Celina «captó» todo... y palideció–. Reconozco que muchos de mis colegas dan clases porque creen que no les queda otra opción. Me dan pena porque esta profesión no es para hacerse rico. Quienes seguimos esta carrera por vocación lo hacemos buscando cumplir sueños y anhelos que van más allá del sueldo. No todo lo importante se puede comprar y no todo lo que se compra es importante. La clave no es a qué te dediques, sino que seas feliz haciendo eso porque te parece que vale la pena. Yo soy feliz siendo docente y por respeto a ustedes no puedo ser mediocre. La pobre Celina estaba coloradísima y no despegaba la cabeza de su banca. La profesora la tranquilizó indirectamente. –Pero ustedes no se preocupen –dijo sonriendo orgullosa–. He logrado ser feliz a pesar de las limitaciones de este tipo de vida. Ustedes también pueden serlo, con tal de elegir bien. –Ahí está la cosa, saber elegir –dijo Joaquín, afectando un tono de desespero. –Primero deben conocerse y tener en claro qué quieren de su vida futura –retomó Sonia–. Para lograrlo pongan en la balanza todos los factores que puedan: qué tipo de familia quieren tener, luego qué trabajo les gustaría hacer, y, sobre todo, cuál va a ser su prioridad en la vida. Conociendo la prioridad, todo lo demás se ordena fácil. –Pero todo el mundo dice que el dinero no alcanza – intervino Betty. –Es cierto –admitió la profesora–. Pero hay que evitar que esa necesidad se convierta en una trampa. Hay que tener cuidado de manejar bien los tiempos de nuestra vida. El trabajo es importante, pero no es lo único (incluso cuando se trata de sobrevivir). Cuando elijan una profesión, háganlo desde sus capacidades e intereses de tal modo que estas se desplieguen; no lo hagan únicamente porque crean que les va a dar dinero. Cuando trabajen busquen ser los mejores, pero por ustedes mismos, por la satisfacción personal de saber que se están superando y que su trabajo es bueno. –Pero también están las exigencias de que una familia cuesta, ¿no? –cuestionó Joaquín. –Así es –volvió a admitir la profesora–. Por eso la persona con la que se casen debe compartir sus ideales. Deben estar de acuerdo en donde en la lista de prioridades está para ustedes la familia, los hijos. Por esas prioridades que comparten regirán en que gastan el dinero que tienen. Tendrán que estar de acuerdo en si quieren lujos o quieren ahorrar y tener hijos. Es mantener un equilibrio… y no sólo para ver las necesidades materiales. Los hijos necesitan la presencia de sus padres. Y los padres necesitan de la cercanía real de sus familias, ya que de ellas se nutren para seguir trabajando. A veces las condiciones de trabajo son muy duras, pero es en la familia donde nos «humanizamos» constantemente. En la familia somos queridos por nosotros mismos, no por nuestros logros o por cuánto dinero ganemos. O al menos así debe ser. –Pero hay gente que no hace lo que le gusta, sino lo que puede... y a veces ni eso… –el realismo de Esteban era muy fuerte. –Sucede –dijo Sonia–. Por eso es necesario que ustedes sepan perfectamente a qué apuntan y luchen por lograrlo. La mayor parte de las veces las oportunidades nos las podemos crear nosotros mismos. Y recuerden: si saben buscar lo importante es más difícil que se frustren... aunque sean profesores y no ganen todo el oro del mundo. El último comentario fue justo cuando entró Eusebio, el encargado de mantenimiento del colegio para indicarles que se les había acabado el tiempo y que tenía que hacer algunos arreglos en aquél salón precisamente. Había sido una clase interesante para todos y había dejado presente un tema que daría más qué hablar. (Cap. 31 Libro Aprendiendo a Querer 11).
Escucha ahora la explicación del profesor
Elementos a tener en cuenta para la vida futura: profesión y familia
Otro elemento importante cuando se piensa en elegir una profesión es la vocación, el llamado particular y natural que cada uno tiene hacia cierto tipo de actividades, en las cuales descubre que puede desplegar particulares habilidades de modo que despliegue naturalmente todo el potencial que tiene. Cuando se toma en cuenta la vocación particular, se puede asegurar la satisfacción personal, que va más allá de ganar un buen sueldo.
El tema de la familia también entra en juego, es la otra cara de la moneda que hay saber considerara. Con el matrimonio las decisiones personales se orientan hacia el bien de la familia tanto para los hombres como las mujeres. Y no sólo desde lo material. Los hijos necesitan más la presencia de sus padres que lo que ellos les puedan dar. Y los padres necesitan de la cercanía real con sus familias ya que de ellas se nutren como personas para seguir trabajando. Sobre todo cuando las condiciones de trabajo son muy duras es cuando la familia nos recuerda quiénes somos y nuestro valor real, en ella nos «humanizamos» constantemente. En la familia somos queridos por nosotros mismos, no por nuestros logros o por cuánto dinero recibamos. O al menos así debe ser. Uno de los secretos de una buena vida familiar es plantearse metas en común muy claras y exigentes. Así que hay que elegir
La familia es una realidad que, si ahora no la ven, deben considerarlo para que puedan vivirlo en la familia que les toque armar.
Las oportunidades nos las podemos crear nosotros
Las oportunidades, la mayor parte de las veces, las crea uno mismo. Para esto es bueno saber qué se quiere lograr y hacia dónde ir. Si se revisa la vida de las personas que hoy tienen éxito en lo que hacen descubriremos que desde un inicio se trazaron objetivos definidos y lucharon hasta alcanzarlos, orientando todos sus esfuerzos hacia esos fines.
Se trata de perseverar y de creer en lo que se quiere. No reduzcamos el éxito a la bonanza económica o a la fama, muchas personas se han realizado plenamente y han vivido felices porque han sabido elegir el estilo de vida que les brindaba satisfacción en todos los aspectos de su vida: profesional, personal, familiar y hasta social.
Actividades de refuerzo
Resumen
Análisis de diferentes estilos de vida
En esta etapa de la educación del adolescente un tema recurrente es el de la elección profesional. Tema que es motivo de angustia para muchos debido a la poca información que manejan en relación a las carreras como a las propias habilidades. Además es una opción bastante decisiva para el resto de la propia vida.
La elección de una actividad debe partir de los valores que la persona desea seguir a lo largo de su vida. Esta lección busca evaluar los estilos de vida que cada decisión implica y como puede afectar el futuro.