Diferencia entre revisiones de «Sesión 3: Conservando mi libertad»
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Revisión del 15:01 18 ago 2021
PROPÓSITO El estudiante aprende cuales son las requerimientos mínimas para la instalación de programa a utilizar en clase para la edición de los vídeos.
Introducción
Juan la confiesa a su madre lo que sucedió en la fiesta del domingo. Su madre le explica en qué consiste la verdadera valentía. Después Juan se va trabajar en la tarea que el profesor las había asignado sobre el consumo y las drogas. Mientras está trabajando llega su tío quien como policía le explica la problemática de la drogadicción. En el colegio escuchan el testimonio de un chico que consumió drogas y ahora es portador del SIDA. Ante el peligro de las drogas hay que estar atentos y bien informados.
Lectura
Juan, además de sentirse mal físicamente, se sintió mal por lo que diría su madre. Dejó pasar algunos días sin decir nada. A la casa llegaron rumores de lo que había sucedido, pero la señora parecía pensar que su hijo no había tenido nada que ver. Juan lo pensó mejor y en honor a su padre, que «seguía a su lado», contó todo. Realmente fue mejor. –¿Qué piensas de todo esto? –le preguntó la señora cuando terminó su confesión. –No lo sé, mamá. Es que todos empezaron a tomar y no me quise sentir distinto. Me parecía que quedaba como un tonto o un marica. –Pero entonces no actuaste por lo que pensabas, sino por lo que pensaban los otros. –Sí –reconoció con pena Juan. Había querido no parecer cobarde, pero al final terminó siendo un muñeco de los demás. Era extraño pero solía pasar así. –A veces, hijo, la peor cobardía es pasar por valiente. Lo importante es que tú sepas lo que es mejor y lo hagas. De pronto la señora pareció cambiar el tema... pero no era así. –¿Tienes que hacer un trabajo sobre drogas? Por lo poco que sé, tu forma de parecer «valiente» es la mejor manera de terminar siendo un drogadicto. No es muy valiente un tipo que por probar un cigarro o un poco de droga termina dependiendo de esa droga. La valentía es cuestión de criterio mucho más que de músculos o de arriesgarse a cosas dañinas. Si dices «no», no eres cobarde, eres inteligente y no hay peor cobardía que ser un tonto. “La peor cobardía es ser tonto”. Le pareció una muy buena frase de su madre. La tuvo presente todo el tiempo en que hizo el trabajo, aprovechando un libro de medicina de los que había dejado su padre en la biblioteca.
El gran engaño: la droga. “Las drogas son sustancias que al ingresar al cuerpo alteran el cerebro, provocando en él daños físicos irreversibles. Estas sustancias son en muchos casos la base de elaboración de las medicinas. Pero una sustancia que en manos adecuadas puede ser un medicamento, en manos inadecuadas se convierte en veneno. Es por ello que cuando uno toma una medicina tiene que tener estricto control de parte de un médico que sepa para qué se da esa medicina. El empleo de las drogas apartan transitoriamente al individuo de la realidad, lo hacen soñar despierto o vivir irrealidades extrañas y fabulosas, le dan la sensación de «viajar» por otros mundos. El despertar de esos «viajes» es lento, triste, doloroso. El encuentro con la realidad es insoportable y sólo se buscará volver cuanto antes al «viaje» o a esas alucinantes sensaciones. El uso de las drogas es como el alcoholismo pero mucho más potente. El problema del alcohol es abusar de él. El problema de la droga es que en el más mínimo uso se está dando el abuso. Es decir, el daño empieza en la primera dosis. Por eso el camino a la drogadicción puede iniciar como una curiosidad o como una forma de alejarse de una realidad que no gusta. A veces se cree que por tomar una sustancia que por un rato hace sentir «menos mal» a quien la toma, por eso mismo se van a resolver todos sus problemas. No es así. El uso de las drogas, así como el alcoholismo y el fumar, más que alejar los problemas o resolverlos los acrecienta y los hace más grandes. Pero no sólo eso. Las drogas van dañando el cuerpo en forma cada vez más rápida de modo que quien consume drogas se siente débil y con pocas ganas de hacer cosas. En un primer momento puede ser de otro modo: se siente fuerte, eufórico, sin problemas. Pero en cuanto pasa el efecto de lo que tomó, aspiró o fumó se siente peor que antes, sabiendo que sus problemas están lejos de resolverse. Entonces le dan ganas de volver a entrar en el «viaje», es decir, empieza a desesperarse por tener más y más veces eso, aunque su cuerpo esté cada vez más dañado. No importa la droga de la que se trate. Sea cocaína, pasta básica, marihuana o incluso pegamento aspirado, en todas ellas se da un efecto muy fuerte al principio y muy destructor después.”
Estaba tan enfrascado en la lectura que no se dio cuenta de que alguien lo observaba mientras leía. –Con que muy concentrado ¿eh? –¡Tío Alberto! Hola, no sabía que vendrías. –No estoy de guardia y decidí pasar a saludarlos. En la puerta tu madre me comentó que justo estás haciendo un trabajo sobre drogadicción y tal vez pueda... El tío Alberto, hermano de su papá, trabajaba para la policía y estaba familiarizado con este tipo de temas. –Claro que me viene bien que estés aquí. Ya casi termino y realmente estoy impresionado de los efectos de la droga en quienes la consumen. Lo que me parece increíble es que halla gente que se haga daño así y hasta pegue para hacerlo. –No sólo eso. No estás tomando en cuenta a las personas que venden las drogas. Para que haya drogadicción tiene que haber drogadictos. Y para que haya drogadictos debe haber narcotraficantes. Los drogadictos quieren, exigen, «necesitan», la droga y ésta es suministrada por los narcos. En este comercio de la drogadicción es básico para los vendedores despertar y aumentar el número de adictos en el mundo. Luego se encargan de suministrar la droga de un modo y otro, siempre a alto precio, en forma ilícita, injusta e ilegal, corrompiendo a las personas y a la sociedad. –Siempre me he preguntado si no les importa el daño que hacen. –Para muchos de ellos ser traficantes no es tan grave como matar a alguien porque no ven los efectos directos de la droga sobre sus clientes y el dolor que ocasionan a las familias. Los traficantes de drogas son gente inescrupulosa que reclutan sus candidatos entre personas de cualquier edad, pero con marcada preferencia por la juventud (por ser más vulnerables). Consiguen sus clientes en fiestas, confiterías y discotecas en las que hay un ambiente propicio: ruido, penumbra, luces psicodélicas, humo y alcohol. Todo ello produce un ambiente sensual y alienante. –Pero no está mal irse a bailar... –No, claro, pero sí es bueno seleccionar a qué lugar vas y siempre estar atentos, porque no sabes en qué momento te van a querer sorprender. Yo mismo he ido a bailar y salgo con tu tía de vez en cuando, pero buscamos lugares seguros. Lamentablemente muchas de estas ratas copan los lugares de diversión y después, cuando les advertimos a los jóvenes de los peligros reales, ellos nos tildan de aburridos, represores y demás. A mi me pasa más o menos lo mismo, pero no me la echo contra la policía, sino contra esta basura que ensucia los lugares de diversión. –Pero no solamente corre droga en las discos... –Claro. Los traficantes también actúan a la salida de colegios, en paseos y excursiones. Se presentan con cara aparentemente sana y dan regalos (bebidas, alimentos, cigarrillos, etc.) que contienen la droga. Luego que la persona se ha enviciado y necesita desesperadamente ese estupefaciente, se lo venden a precio elevado. Cuando ya la víctima no tiene suficiente dinero para pagarles, le exigen que consiga otros candidatos, repitiendo con otros clientes el mismo procedimiento u otros similares. Si el adicto hace algún esfuerzo por negarse, lo amenazan con denunciarlo a sus familiares o a las autoridades... o le amenazan con una paliza o incluso la muerte (y de vez en cuando cumplen con alguna de las amenazas, así su palabra no pier-de «convicción»). Las amenazas y el deseo de tomar la droga, vencen las resistencias. –Entonces, ¿no tienes que estar en un lugar peligroso para enviciarte? –Así es. Debes estar alerta e informarte: si en alguna oportunidad, al consumir un trago, bebida o dulce, sientes sensaciones agradables, voluptuosas o sensuales, que te dejan gran ansiedad y deseos de que se repitan, es porque tal vez te han hecho ingerir alguna droga, tal vez mezclada con gaseosa o jugo. –¿Qué otras cosas le dices a un tipo que tú sabes que se droga o que está en riesgo? –Que trate de entender que los problemas, hasta los más grandes, se pueden resolver. Esconderse en las sustancias (como también se les dice a las drogas en general), nunca ha sido solución a ninguno de los problemas. Es mejor vivir libre que perder la libertad por un momento de escape. –Con eso completo mi tarea. Gracias tío, lo recordaré. De algún modo el tener al hermano de su papá ahí, era otra forma de sentir al viejo cerca.
A la hora de presentar el trabajo, como ya se estaba haciendo costumbre, la clase de Juan fue llevada al salón especial. Allí los esperaba Don Alejo y un muchacho que parecía mayor. –Jóvenes, acomódense –dijo el director, que desde la fiesta no los había visto–. No voy a hacer ningún comentario acerca del espectáculo que dieron el domingo pasado. Por otro lado me ha parecido bien que el profesor Javier les dejara este trabajo. Nunca viene mal enterarse a dónde nos puede conducir la falta de control. Pero no seré yo quien les hable. Hoy me acompaña Adolfo. Él les puede contar mejor su experiencia.
–¿Que tal? –saludó el muchacho–. Como dijo Don Alejo soy Adolfo y por desgracia algo sé de drogas. Tengo 20 años y ahora me siento bastante bien. Pero no siempre fue así. A los 13 sentía y pensaba que era el tipo más desgraciado del mundo. Mis padres se habían divorciado y se peleaban por nosotros. Éramos pobres y esto nos hizo ser más pobres. Empecé a bajar mis calificaciones y me alejé de mis amigos. Me sentía solo, un trapo de piso. Entonces apareció alguien a la salida del colegio. Un compañero me lo presentó. El tipo decía entender cómo me sentía... y me ofreció su «solución». Me dio un cigarrillo y se fue. Yo había fumado antes y ya sabía lo que era tomar, así que sospechaba de lo que se trataba. Bueno, en realidad no tenía una razón para no hacerlo y muchas para hacerlo. Esa noche tuve mi primer viaje. Fuerte. Me odiaba a mí mismo y a la mañana siguiente me sentía tétrico. Ni se me ocurrió volverlo a hacer, pero ya había cruzado la barrera. Mis problemas en casa seguían y la verdad no los había resuelto. Por eso tiempo después fui por más. Si la primera fue con una gran cuota de curiosidad, en esta ocasión «sabía lo que hacía». El traficante me atendió muy bien y me regaló varios. Con cada fumada sentía que me odiaba más pero al mismo tiempo la evasión era inmensa... y necesitaba fumar más y más. Me aislé definitivamente de mis amigos. A mis hermanos no los podía ni ver y cada vez que pensaba en mis padres me daban más ganas de «viajar». El problema fue que el traficante, cuando vio que me tenía atrapado, empezó a cobrarme lo que antes me regalaba. Me desesperé y empecé a robar las pocas monedas que tenía mi mamá. Pero pronto esto no alcanzó, entonces me hice distribuidor. Me expulsaron de 3 escuelas por pleitero y todavía no entiendo cómo no fui a la cárcel. Cada día bajaba más. Hasta que una noche me cansé de todo. Era como querer alejarme de mí mismo, huir. Me tomé todas las pastillas que tenía para vender y me fumé todo lo que encontré. Tuve una sobredosis que me dejó en el hospital. Mi mamá lloraba junto a mi cama y mi papá se veía verdaderamente preocupado. Sentí que me moría y tampoco me gustó. No de esa forma. En el fondo sabía que todavía tenía algo para hacer en el mundo. Entonces conocí a gente buena que me ayudó. Gente que me valoró por lo que soy y me enseñó a valorarme por eso.
Gente que me mostró que pedir ayuda no es signo de debilidad. Gente que no me preguntó nada, simplemente me amó y me propuso salir adelante. No empecé a amar la vida cuando salí de la droga. En realidad salí de la droga cuando volví a amar la vida y a apostar por la vida. Me di cuenta de que mis problemas no eran los más grandes del mundo y que todo tiene solución. Seguía vivo para algo. Entonces empecé a luchar por mí, algo que había olvidado hacer. Fue duro llegar al fondo y más duro salir de él, pero hoy, luego de 4 años de ir «trepando», me siento mejor que nunca. Incluso el poder hablarles hoy me hace sentir que no hay «viaje» que se pueda comparar a la felicidad de ayudar a alguien. Podría hablarles de los tipos de drogas que hay y sus efectos. Pero prefiero hablar de mi vida. Ahora soy libre, y eso es lo más grande que me ha pasado en toda mi vida. Soy libre porque soy útil para mí y para mis hermanos. No he podido hacer que mis papás se reconcilien. Pero he podido ayudarme a salir adelante y he ayudado a otros a no caer en la trampa. Porque es una trampa y vale más la pena no caer en ella, no empezar nunca.Yo he tenido suerte de salir... otros nunca lo logran. Ahora trabajo en una comunidad de ayuda para otros chicos que están como yo estuve. Les digo que no me haré rico en dinero, pero siempre podré decir que algo tengo en abundancia: razones para vivir y vivir bien, y eso me alcanza y sobra para decirles y asegurarles que el camino de la felicidad es posible incluso a pesar de los problemas... y que ese camino está muy lejos de la droga...
En ese momento se le quebró la voz. Todo mundo estaba emocionado y flotaba un silencio extraño en el salón. Algo importante estaba sucediendo. –Les aseguro que no hay problema grave que no se pueda superar... Como muchos de mis «hermanos» en la comunidad de recuperación tengo SIDA. Tanto ellos como yo hemos aprendido el valor de ser personas, de amar y ser amados. Por eso cuando les digo que la felicidad es posible a pesar de los problemas no estoy exagerando o diciendo un discurso. Puedo decirlo con toda seguridad. Muchachos y chicas: cuídense, tienen un gran futuro por delante, aunque ahora se vea un poco gris. Ustedes serán capaces de todo, pero nunca por medio de la droga... Adolfo no pudo seguir ni fue necesario. El salón estalló en una ovación. Poco a poco se fueron poniendo de pie. Juan no sabía qué hacer, no estaba acostumbrado. Solo supo que había recibido una lección más en ese camino de aprender. Aplaudió como los demás pero por sus propias razones.
Escucha ahora la explicación del profesor
1. Valentía vs. presión de grupo
Para el adolescente la fuerza del grupo (de los pares) sobre él es muy poderosa por estar buscando actitudes propias que lo ayuden a definirse y cree encontrar en el grupo ése espacio donde nadie más puede comprenderlo como el necesita. Es así que la conducta de los amigos se convierte en modélica y cercana y el contradecir dicha conducta (sobre todo si es grupal) es como traicionar al grupo y por lo tanto a uno mismo.
2. El gran engaño: la droga “Las drogas son sustancias que al ingresar al cuerpo alteran el cerebro, provocando en él daños físicos irreversibles. Estas sustancias son en muchos casos la base de elaboración de las medicinas. Pero una sustancia que en manos adecuadas puede ser un medicamento, en manos inadecuadas se convierte en veneno. Es por ello que cuando uno toma una medicina tiene que tener estricto control de parte de un médico que sepa para qué se da esa medicina. El empleo de las drogas apartan transitoriamente al individuo de la realidad, lo hacen soñar despierto o vivir irrealidades extrañas y fabulosas, le dan la sensación de «viajar» por otros mundos. El despertar de esos «viajes» es lento, triste, doloroso. El encuentro con la realidad es insoportable y sólo se buscará volver cuanto antes al «viaje» o a esas alucinantes sensaciones.
3. Los que trafican
Detrás de todo esto están las personas que trafican con los estupefacientes, personas inescrupulosas que descubrieron en la debilidad de los demás una fuente de ingresos económicos segura sin pensar si con ello destruirían las vidas de estas personas o no. La mayoría de estos traficantes piensan que lo que hacen no es tan grave porque no ven las consecuencias inmediatas del vicio. Lo cierto es que ellos no piensan si quiera en las posibles víctimas ofreciendo su producto tanto a adultos como niños o adolescentes. Cuanto más joven o vulnerable el cliente, mejor, mayor será la dependencia y la desesperación por consumir, lo cual incrementará la demanda.
4. Depende de uno mismo
La opción final es de uno mismo. Ayuda tener las cosa claras, como el estar alerta y bien informado (sobre los métodos que emplean para introducir la droga por diferentes medios) para no caer fácilmente ante la manipulación de estas personas inescrupulosas. Entender que la solución de los problemas no está en la evasión sino en el enfrentarlos, por más solo que uno se sienta, ya sea pidiendo ayuda a la familia o a un amigo cercano.
Actividades de refuerzo
Resumen
Actividad para la casa
Sé creativa/o y busca los insumos necesarios para la creación del vídeo según el tema tratado en clase.