Sesión 2: Sólo coqueteando

De Wiki Coprodeli
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PROPÓSITO Que desplieguen el encanto de sus personalidades, sin caer en el coqueteo sexual.

Introducción

Pregunte a los estudiantes si están de acuerdo con la opinión de Álvaro de que el coqueteo es un cumplido inofensivo hacia alguien del sexo opuesto. Pregunte cuántos están de acuerdo con Alicia de que es una invitación a una relación sexual.

Alicia sorprende a Álvaro coqueteando con Pinky, una chica con mala reputación entre los chicos. Ella le hace ver que el coqueteo vano no lleva a nada bueno y en esta conversación muy honesta su amistad se fortalece.

Lectura

Durante la semana Álvaro, Ramón y Carlos, como todos, seguían pensando en ese mundo desconocido, pero muy real: el mundo de las guerras, de los soldados como Marcano. Reflexionaban sobre las consecuencias imponderables de decisiones y acciones, la enormidad de secuelas que podían provocar la falta de integridad y responsabilidad, y trataban de visualizarse en esas situaciones. No tuvieron mucho tiempo para conversar, pero cuando se veían en el pasillo, se saludaban “a lo militar”.

Sin embargo, la vida seguía. Alicia tuvo la oportunidad de organizar algo que la tenía muy ilusionada. Uno de sus primos, que trabajaba en un estadio, la llamó para decirle que tenía entradas grupales para un famoso espectáculo sobre hielo. Ella venía corriendo a invitar a Álvaro para que fuera uno de los primeros en asistir con ella. Cruzó rápidamente por un pasillo de la escuela y se dirigió al casillero de Álvaro.

Se detuvo en seco. Álvaro estaba sacando libros de su casillero, riendo y quitándose de la cara su largo cabello. Sus ojos oscuros brillaban con interés mientras sonreía mirando directamente a los ojos de... Pinky –¡Cualquiera menos Pinky! –pensó Alicia, mientras daba media vuelta para ocultarse. Pinky era la niña coqueta de la clase, vestía siempre apretado y llamativo. La llamaban así porque era tan pálida que parecía albina, aunque tenía ojos profundamente azules. Su cabello era de un rubio casi blanco. Su cuero cabelludo era rosa por donde se viera. Además, le gustaba usar lápiz labial rosa y accesorios rosados.

Alicia nunca pensó que Pinky fuera atractiva. Al parecer por su aspecto ella era una especie de chiste continuo entre los chicos, pero Carlos le había dicho que ellos opinaban que “estaba muy buena”, aunque la encontraban un poco cabeza hueca. Carlos expresó firmemente que tenía buen cuerpo, y Alicia se contuvo de preguntarle qué hacía fijándose en el cuerpo de Pinky, cuando supuestamente estaba tan enamorado de Mariana.

Álvaro ciertamente estaba chequeando precisamente esto a pesar de que hacía lo que podía por controlar su mirada. Cuando sus ojos empezaron a vagar por su cuenta, Alicia tuvo la impresión de que era uno de esos

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casos en que “no se puede evitar mirar”. Álvaro lucía todos sus dientes en una amplia sonrisa y se veía contento, algo raro en él que normalmente era taciturno. –Más feliz de lo que se ve conmigo– pensó Alicia. Respiró profundo un par de veces y apareció con un andar sereno tratando de poner cara amistosa. Al verla, Álvaro la saludó: –“¿Esas manchas rojas brillantes en sus mejillas significaban vergüenza, placer por verla o que había estado apoyado sobre su casillero?”– se preguntaba Alicia.

–Hola Pinky –saludó Alicia a la coqueta chica usando sólo la cantidad necesaria de sus reservas de amabilidad. – Hola Alicia –le respondió Pinky desdeñosamente mientras se despedía larga y sugerentemente de Álvaro. Este sonrió con satisfacción y, secándose las manos en sus pantalones se dirigió a Alicia al tiempo que su sonrisa se apagaba un poco. – Hola –dijo vacilando. – Hola –respondió ella con un tono ligeramente estudiado. – Ehh, ¿quieres que te acompañe a casa? –propuso Álvaro. – Claro –aceptó Alicia.

Caminaron en silencio. Álvaro sabía que Alicia estaba molesta, pero le parecía un poco injusto. Alicia no quería salir con nadie y ciertamente con nadie de manera exclusiva, aunque ella había dejado muy claro que si lo hiciera, sería con él. Él no se sentía obligado a dejar de salir con otras chicas tampoco, aunque realmente no quería. Su corazón estaba bastante unido a Alicia. La actuación valiente y generosa de Alicia en tantas ocasiones de los últimos dos años lo habían llenado poco a poco de sentimientos de respeto y cariño hacia ella. A pesar de eso, él pensaba que ella esperaba demasiado. Él no era de piedra. Le gustaban las chicas. ¿No tenía acaso derecho a sentirlo y demostrarlo?

Cuando ya estaban bastante adentrados en el vecindario y lejos de la escuela, le dijo: –Bueno. –Bueno, ¿qué? –lo encaró Alicia dejando de caminar. –Dime lo que estás pensando. Estás enojada porque estaba coqueteando con Pinky –adivinó Álvaro. –Sí –respondió Alicia honestamente–, lo estoy. –Como si fueras mi dueña. –No, pero… Entonces Álvaro se apresuró a decir: –En primer lugar, Alicia, ella se acercó a mí y empezó a coquetear conmigo.

Fue... En realidad, Alicia, ese tipo de atención es halagadora. Así que le respondí. ¿Y qué tiene de malo coquetear un poco? Es inofensivo. –No creo que sea inofensivo –opinó Alicia–. Es como hacer una promesa con los ojos. –¿Una promesa de qué? –se defendió Álvaro–. No le prometí nada. Pinky es una cabeza hueca. –Entonces quizás no sea lo suficientemente inteligente para darse cuenta que sólo estabas jugando con ella –insistió Alicia. Álvaro se quedó momentáneamente en silencio ante la fuerza del argumento. Pero volvió al ataque.

–Mira, Alicia –le dirigió una sonrisa encantadora que la ablandó bastante y viendo su ventaja, siguió adelante–, coquetear es simplemente la forma en que dos personas del sexo opuesto expresan que existe atracción entre ellos. ¿Ok? Es como reconocer que otra persona es sexy, es todo. Es un cumplido.

Alicia negó con la cabeza y aseveró: –Cuando alguien coquetea, la otra persona debe, o bien señalar que no está interesada, o responder y demostrar que está dispuesto a comenzar una relación –continuó Alicia–. Cualquier otra cosa es sólo engañar a la otra persona. –Eres tan extremista –dijo Álvaro mirando al cielo–. Contigo es todo o nada. –¿Por qué estaba coqueteando contigo? ¿Qué quiere de ti? – No lo sé. Probablemente quiere atención –contestó él con seguridad–. Todos saben que a Pinky le gusta tener la atención de los hombres. Bueno, yo se la di. No es para tanto. Mira, Alicia, mañana la ignoraré totalmente, ¿bien? Ni la miraré, ¿de acuerdo? Actuaré como un grosero. –No tienes que ser grosero –lo reprendió Alicia–. Pero creo que la escena que montaste fue excesiva.

Álvaro pensó en algo que lo hizo sonreír: – Así que... ¿estás celosa? –¡No! –dijo Alicia acaloradamente, pero el rubor de su cara desmentía sus palabras. –Tú quieres toda mi atención, ¿cierto? –Álvaro comenzó a descubrir los pensamientos de Alicia–. No quieres que seamos novios pero quieres que tenga ojos sólo para ti, ¿cierto? ¿No es eso lo que esperas, Alicia? No estamos de novios, y según tú sólo puedes ser la novia de alguien si piensas en casarte con esa persona; pero tampoco estamos preparados para pensar en eso. Por lo tanto, no puedo salir contigo, pero tampoco puedo salir con nadie más. ¿Cierto? ¿No esperas demasiado de mí? Alicia hizo un gesto de impotencia y dijo: –Mira, si ella realmente te gusta, o cualquiera otra, no quiero obstaculizar tu camino… –Tú bien sabes quién me gusta realmente –observó Álvaro–. Pero esperas demasiado de un hombre.

Comenzaron a caminar uno al lado del otro hacia la casa de Alicia. –Creo que soy como cualquier chica. Quiero a un Sir Galahad, un caballero valiente en armadura que haga proezas por su dama –respondió ella con una sonrisa. –Seguiré tratando de serlo para ti. Pero si tengo un traspié de vez en cuando, perdóname, ¿ok? Alicia asintió: – Siempre te voy a perdonar. Álvaro arqueó las cejas. – Siempre es mucho tiempo. ¿Qué tal si me perdonas esta vez? –le propuso Álvaro. –Trato hecho –respondió Alicia riendo. Habían llegado a casa de Alicia y se separaron contentos. “Álvaro tenía razón” –pensó Alicia mientras movía su mochila para poder pasar con facilidad por la puerta principal de su casa. “Siempre es un tiempo muy largo”. Por esa razón ellos no salían juntos. Ella realmente no quería involucrarse románticamente con nadie, a menos que existiera la posibilidad de “siempre”. En su corazón, esa posibilidad definitivamente existía con Álvaro, pero sentía que ambos tenían que recorrer un largo camino antes de estar preparados para eso. Ella sabía que sus expectativas eran altas. Le consolaba saber que Álvaro reconocía que sus expectativas para consigo misma también eran altas y que hacía todo lo posible por cumplirlas. Lo cómico era que mientras más se negaban a embarcarse en una relación romántica, más atraída se sentía hacia Álvaro. Él era simpático, entretenido, cálido, protector, masculino. Le encantaba que formara parte de su vida y esperaba que a él le gustara también. Quizás todo esto era como decía Carlos: “las chicas son atraídas como imanes a los chicos que no coquetean con ellas”. Tal vez Carlos le había enseñado ese secreto a Álvaro. Sea como fuera, con ella estaba dando buen resultado.

Escucha ahora la explicación del profesor

1. Tener paciencia y prepararse para el verdadero amor

Llegar a encontrar el amor verdadero es un proceso que toma su tiempo y se da de manera natural. El adolescente debe entender que antes de pensar en tener novio o novia debe seguir con calma su crecimiento natural que lo ayudara a prepararse mejor para cuando la persona correcta se presente.

El amor verdadero no es algo fortuito. Se llega a él por medio de madurez y conocimiento personal, aceptación generosa del otro y dominio de los propios engreimientos. Para esto hay que prepararse. Este tiempo debe ser aprovechado para crecer y preparase para los retos que se vienen: nuevos estudios, carrera profesional, búsqueda de trabajo, luchar por algo propio, definir metas, etc.

2. «Flirtear» es jugar al amor

Flirtear es como jugar al amor. La persona busca, mediante un comportamiento vanidoso, llamar la atención del otro sexo, para sentirse «guapo o guapa» y hacerse admirar. Es lo que se puede entender como coquetería. La coquetería se puede dar ver en las niñas de una manera inocente, pero cuando esto se da en las personas mayores deja de serlo ya que se está jugando con el interés de otra persona, quien puede llegar incluso a ilusionarse cuando en realidad, la persona que coquetea no busca nada serio. Es una manera egoísta pero agradable de pasar bien el rato pero a costa de la otra persona. Pero...”ese tipo de atención es halagadora. Así que le respondí. ¿Y qué tiene de malo coquetear un poco? Es inofensivo.” El flirteo atrae poderosamente las tendencias afectivas de los adolescentes, sus deseos de compañía, de comprensión y también de sus impulsos sexuales. Es como un «practicar» cuando en realidad no se busca entablar una relación personal. Suele suceder que sólo uno de los dos se ilusiona en serio, mientras que el otro sólo está jugando. Se juega con las expectativas del otro y con sus sentimientos. Todo en provecho del bienestar egoísta de quien se siente atractivo y valorado. El problema está en que se utiliza a la otra persona, quien no está jugando y cuando acaba el jugo se siente poca cosa, afectando su valía personal y hasta la confianza en los demás a futuro.

3. Pensar en frío Es importante tener las cosas claras, pensar en frío para no dejarse llevar por la intensidad de los estados emotivos que al final confunden y desgastan. La adolescencia es una etapa para pensar y prepararse en cosas más importante que ayuden a definir su futuro próximo. El dejarse llevar por situaciones intensas no permite desarrollar una capacidad de análisis objetivo ante los hechos, sobre todo cuando son situaciones sentimentales. No vale la pena desperdiciar las fuerzas juveniles en situaciones pasajeras que pongan en riesgo las bases del futuro.

Actividades de refuerzo

Resumen

Pseudo-noviazgo Pero qué pasa si ambas partes desean continuar con el «juego», pues se da una especie de «pseudo-noviazgo». Se llama así porque es una relación que parece seria pero que en realidad no tiene muchas posibilidades de prosperar. Sin embargo, esta apariencia de noviazgo la suelen defender los interesados, que en su inexperiencia e impaciencia «sienten» que ya les llegó la hora del amor. El adolescente permite este tipo de relación por su necesidad de estabilidad y seguridad. Se dejan llevar por la ilusión porque el compromiso (con sus responsabilidades y exigencias) no existe, es una manera de pasar el tiempo, pero más agradable de lo que antes se halla experimentado. Además puede darse la idea de que “no hago daño a nadie”. El problema es que sí trae consigo consecuencias que no ayudan a la persona:

a.- Cae en la sensualidad egoísta

El amor maduro, que exige el noviazgo, implica posesión y entrega. En el flirteo, predomina el aspecto posesivo, la sensualidad egoísta. Porque al buscar la propia satisfacción, el deseo de entregarse desaparece, no se busca el bien del otro sino el propio interés. Por lo tanto se es fiel a uno mismo. Flirtear es dividir el amor humano y acostumbrarse a encontrar natural esta división entre atracción sexual y amor total. El amor es serio, no por eso menos gratificante, porque exige de las personas el compromiso necesario para entregarse. Si se juega con el amor no podremos aprender a amar de verdad. Se pierde entonces el sentido de la convivencia y de la vida misma, porque en el juego se pierde el valor y sentido de los actos, tanto los más cotidianos como los más sublimes. Así se puede llegar hasta a tener relaciones sexuales desmembrándolas del contexto del amor, ya que están en el contexto del coqueteo.

b.- Juega con el corazón

Jugar con el corazón de otra persona es siempre una acción despreciable. Con frecuencia uno de los dos se encariña demasiado y cuando el otro decide terminar su jueguito se produce una profunda herida, queda psicológicamente destrozado y defraudado. Nadie tiene derecho a causar tales decepciones a ninguna persona.

c.- Distrae de lo verdaderamente importante

La organización de nuestra sociedad actual hace que el futuro de las personas se decida entre los 16 y 25 años: fin de los estudios básicos, elección de carrera, ingreso a la universidad, primeros trabajos... Por lo tanto, deben ser años de intensa dedicación al estudio y de seria preparación profesional o de aprendizaje de un oficio. El adolescente debe aprender a valorar la etapa por la cual está pasando. Se trata de una época única de preparación para las decisiones futuras y no la puede desperdiciar dejándose llevar por el desorden emocional que provocan los juegos de seducción que no van a nada seguro. Lograr la madurez y estabilidad emocional que todos deseamos es un camino arduo que cuesta y por lo tanto demanda su tiempo. Cuando se asume con responsabilidad y paciencia brinda frutos tan buenos que benefician a la persona para toda la vida. Es importante que no se dejen llevar por el impulso, porque por lo general el impulso conduce a una pérdida del tiempo.

d.- Aísla Una relación sentimental demasiado exclusiva quita la posibilidad de tratar y de conocer suficientemente personas del sexo opuesto. De ese modo no se pueden apreciar comparativamente los valores reales de cada uno y se tendrán menos armas para saber hacer a su tiempo una buena elección. En este sentido, la precoz exclusividad impide, entre otras cosas, un adecuado desarrollo en la libertad y acelera situaciones para las que no está preparado y que muchas veces lo superarán. Busca placer pero puede llegar a sentirse muy infeliz. De este modo comienzan las presiones, que pueden ser a uno mismo o al otro. Como no hay objetivamente mucho de qué agarrarse para que la relación funcione, se llega a lo absurdo. En esto se pierde la libertad. Sólo se está pendiente de no «perder» al otro. Se puede convertir en una especie de obsesión.

e.- Esta condenado a ser demasiado largo

Un «noviazgo» que comienza en la adolescencia, está «condenado», en principio, a ser excesivamente largo. En estas condiciones suele perderse poco a poco la ilusión y el entusiasmo inicial. La pérdida de esta ilusión inicial explica por qué estos amores tempranos acaban tan pocas veces en el matrimonio. Es que el placer dura poco.

Actividad para la casa

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