Sesión 2: Alcohol y cigarrillo, quién maneja a quién
PROPÓSITO Que tome conciencia de las consecuencias del tabaquismo y el alcoholismo y de cómo se puede caer en esos vicios.
Introducción
El Alcohol y el tabaquismo: cómo afectan a la persona
El colegio organiza una fiesta para la clase. En la fiesta, los chicos toman en exceso y al día siguiente llegan a clase con mal semblante. El profesor les llama la atención y reflexiona con ellos sobre las consecuencias de tomar y fumar en exceso. Al final les deja un trabajo sobre el tema.
Lectura
Juan llegó al colegio con dolor de cabeza y de muy mal humor. Había pasado una noche terrible. Ni siquiera saludó a Betty... pero ella tampoco lo saludó a él. Estaba molesta por lo que había pasado el domingo en la fiesta del curso. Bueno, en realidad no era la única que estaba molesta. El colegio entero parecía una caldera, especialmente en lo que se refería a ellos, los alumnos de su curso. En la primera hora no hubo clases y en lugar de la profesora de matemática entró Javier, profesor de biología y responsable académico del salón. Nadie dijo nada porque todos sabían de qué se trataba. –Señores y señoritas, tomen asiento –el aire era tenso y a más de uno le dolía la cabeza–. Como se imaginarán vengo a preguntarles que fue lo que sucedió anoche en la fiesta del curso. El silencio continuó. A los que les dolía la cabeza les pareció que el dolor se hizo dos veces más fuerte. –No voy a esperar por mucho tiempo. Prefiero escucharlo de boca de ustedes. Entonces Ramón tomó la iniciativa. Realmente parecía el más afectado de jaqueca y su cara de sueño era como para tenerle compasión. –Fue una fiestita, profe –dijo con aire un poco infantil–. Sólo que a algunos «se les fue un poco la mano». –¿«Se les fue», Ramón? –Bueno... «se nos fue la mano». Pero no tiene tanta importancia. O me va decir que usted nunca en su juventud... Algunos se rieron por lo bajo... pero se callaron inmediatamente cuando vieron que al profesor no le hacía ninguna gracia. No estaba fuera de sí pero sus ojos eran una clara invitación a tomarse las cosas en serio.
–¿Te sientes bien, Ramón? El aludido no entendió el cambio de conversación. –Creo que sí ¿por qué? –Porque te ves tétrico, muchacho. Es la peor cara que te he visto en todo el año. Y no sólo a ti. Creo que hay varios y varias que están en parecida situación... ¿O me equivoco? Nadie le negó nada: no se equivocaba. Es que había sido una fiesta «un poco loca» según el concepto de Ramón. De entrada lograron meter en el salón «unas pocas cervezas», como para ponerle ambiente al asunto. Nada del otro mundo, solamente algo para estar alegres. Pero bueno, no faltó a quien se le hizo poco y en un alarde de verdadera proeza, uno de ellos (mejor dejarlo en el anonimato) sacó de entre su ropa una botella de whisky. No eran muchos los involucrados en la acción de «animar» la fiesta, pero se terminaron la botella en poco rato. No solamente se terminaron la botella... también terminaron con la fiesta. Resulta que de tan alegres que estaban ya todo les pareció aburrido y empezaron a meterse con los demás chicos, los que no habían tomado nada e intentaban bailar un poco. Empezaron los empujones, las palabras fuertes y finalmente varios se trenzaron en una pelea. Entonces llegaron dos papás advertidos de lo que estaba pasando y con gran esfuerzo pudieron sacar a los más revoltosos. Fin de la «celebración» y pena para todos.
Lo más asombroso fue ver a chicos tranquilos totalmente transformados por efecto del alcohol. Pero no era solo producto del alcohol, pues los baños tenían restos de cigarros y un fuerte olor a tabaco. Los muchachos (y algunas chicas) habían hecho una «fiesta» completa. Entre ellos estaba Juan, que si bien aseguró no había perdido el control, estaba lo suficientemente «alegre» como para que Betty notara que algo no andaba bien. Ese era el origen de tantas caras de «muerto», dolores de cabeza y pesadez de los involucrados. –Bueno –intentó defenderse de nuevo Ramón–, «es el precio de crecer», ¿no? Varios se rieron abiertamente por la broma y por la cara que puso el pobre Ramón. El cuadro y su actitud eran verdaderamente patéticos. –¿Crecer? –contestó el profesor Javier alzando poco a poco la voz–. A emborracharse y arruinar una fiesta le llamas crecer. Por favor, amigo, no me hagas pensar que me equivoco al creerte inteligente. Si quieres poner excusas busca una mejor. Pero no, no quiero excusas. Crecer no es tener licencia para emborracharse o ponerse a fumar como escuerzos. Eso es involucionar, ir para atrás. Y me refiero tanto a hombres como a mujeres, que también tuvieron su parte.
Betty no tenía nada que ver pero por una extraña razón le subieron los colores a la cara y sintió vergüenza por sus compañeras, a las que había visto en actitud provocadora. –Crecer significa tener control de la propia vida, no es dejárselo al alcohol para que él nos proporcione lo que nos falta. Me parece más bien infantil... por más que lo hagan los adultos en fiestas o en películas. Siempre me ha parecido una estupidez eso de que para poder decir que eres grande tienes que haber tenido una borrachera y que no hay mayor problema. Porque sí hay problemas mayores. Hizo una pausa mientras hojeaba su libro. A Juan le parecía que le estaban por estallar las sienes. Pero no era sólo por la acción del alcohol, sino también por la vergüenza de haber perdido el control. En un momento pensó que no pasaría nada y que más bien lo ayudaría a sentirse más alegre. De todos modos dudaba hasta que Ramón lo desafió diciéndole que si no tomaba no era macho (bueno, Ramón utilizó otras palabras). Así que se sintió obligado y al mismo tiempo tuvo curiosidad. Por suerte no alcanzó más que para que sintiera que el piso se movía y que él podía saltar por horas sin cansarse. El problema era que ni el piso se movía ni él podía siquiera caminar bien, además de que se había portado groseramente con Betty y ésta lo había mandado a volar. Mientras pensaba en todo esto el profesor había empezado a leer una parte del libro de biología. –“En los niños y jóvenes el uso ya es peligroso porque son más sensibles. El alcohol se absorbe directamente del estómago. Cuando está vacío, la absorción es más rápida. Comienza a actuar a los 10 minutos y tiene su pico a la hora. En los adolescentes la alcoholemia de 1 cerveza, por ejemplo, produce ya sintomatología: falsa euforia y falta de inhibición. Con 3 cervezas de 700 ml. hay signos de intoxicación con mareos, pérdida del equilibrio y de la capacidad de razonar adecuadamente. Pasadas las 4 cervezas empieza la ebriedad con depresión del sistema nervioso: sueño, vómitos e inconsciencia (Esto es un promedio. Varía de acuerdo a la edad, al peso y otros factores)”. Muchos habían visto estos síntomas... y otros los habían padecido. –Esto sin contar que en cada borrachera muere una gran cantidad de neuronas, que como ustedes saben, no vuelven a nacer. Pero permítanme ir un poco más allá y relacionar el descontrol con la vida sexual. Todos anhelamos de una u otra forma que nuestra «primera vez» sea de verdad algo especial. Pero lamentablemente eso no sucede así muchas veces por culpa del alcohol. Perdemos el control, se estimulan nuestros sentidos y nuestra sensualidad y no es raro que terminemos cambiando el valor del amor por un brutal encuentro de dos descontrolados... cosa de lo cual luego nos arre-pentimos. Es que si perdemos el control siempre haremos cosas de las que luego nos arrepentimos. Eso sin mencionar lo que sucede cuando luego de tomar te subes a conducir un auto. De eso tienen ejemplos de sobra en las noticias. –Pero no está malo tomar –defendió Adrián, a pesar de que él no había siquiera estado en la fiesta. –Cierto, pero una cosa es tomar una copa para acompañar una comida o en una reunión y con medida y otra emborracharte. El problema es que entre los jóvenes es más fácil perder el control: porque su cuerpo todavía no está del todo maduro y porque su psicología también es cambiante, en pleno proceso de crecimiento, y es difícil establecer los verdaderos límites. Hagan nada más la prueba para ver qué pasa: aten dos piedras de igual tamaño (digamos pequeñas), una a un árbol crecido y otra a uno que recién va naciendo. La del árbol grande colgará sin mayor problema de una rama, pero la del pequeño doblará el árbol y, si no se la quita y pone una guía, ese árbol crecerá torcido. Para mí es arriesgarse demasiado, porque he visto a muchos perder. Otra vez se puso a hojear el libro de biología. Nadie hablaba en el salón. De pronto, Manuel rompió el silencio, desafiante: –¿Y qué tiene que ver el tabaco? Muchas personas fuman y están como si nada, no tienen cara de enfermas además... –¿Cómo lo puedes saber? –interrumpió con energía Pedro, el más popular de la clase y mejor deportista del colegio–. Tal vez ahora aparenten estar bien pero más adelante te aseguro que presentarán algunas complicaciones. Las chicas estaban emocionadas... «Pedro era Pedro». –No exageres. Tú no eres médico– respondieron por ahí. –No lo soy... pero llevo entrenando muchos años. En una época me dio por fumar –eso era toda una revelación–. Mi rendimiento bajó, me cansaba más rápido y no ganaba ni contra mi sombra. Algunas rieron por el ejemplo extremo. –No me mató –continuó mirando a Ramón– pero tampoco me trajo ningún beneficio. Mi entrenador, que adivinó lo que pasaba, me dio un recorte y desde entonces lo llevo conmigo para recordar por qué no fumo: “Tabaquismo: se considera tabaquismo tanto al uso como al abuso en el fumar, debido al límite poco neto que hay entre ellos. Los adultos fumadores tienen alta frecuencia de graves enfermedades: cáncer de pulmón, laringe y lengua, enfisema pulmonar, infarto de miocardio, arteriosclerosis y alto colesterol. Cuando estas afecciones se presentan, el fumador por lo general deja de fumar, con el sacrificio que ello representa, pero queda con serio daño, a veces mortal. ¿Por qué no abandonar el vicio con igual sacrificio cuando aun se está sano? Las fumadoras tienen además abortos espontáneos y partos antes de término. Sus recién nacidos son más pequeños por el déficit crónico de oxígeno.” Varias chicas pusieron cara de espanto. –No es para que se espanten –intervino el profesor–, sino para que tengan en claro todas las cosas que suceden y que por lo general las publicidades tienden a esconder con tal de vender su producto. Los dos son vicios tontos: fumar y tomar. Con ambos dañan su cuerpo y arriesgan su futuro y en realidad no ganan nada. Piénsenlo la próxima vez que quieran hacer la «travesura» de meter alcohol en una fiesta o de ponerse a fumar a escondidas. No es de débiles decir no. Más bien creo que es de débiles no saber decir no en el momento oportuno. –¿Nos van a castigar, profesor? –Creo que la mayoría ya recibió su castigo... Ahora que pensándolo bien, voy a pedirles que hagan una pequeña investigación para la semana entrante. Es más fuerte que lo que hablamos hoy, pero no veo por qué no relacionarlo. La drogadicción. Dos páginas como mínimo, para entregar el jueves. Ahora permanezcan en silencio hasta la clase de Literatura.
Escucha ahora la explicación del profesor
1. Perdiendo el control
Muchos adolescentes creen que son dueños de sus vidas cuando hacen de ella «lo que mejor les parece» y dentro de esta creencia está el deseo de divertirse o «pasarla bien», es así que pueden caer es excesos al participar en una fiesta, reunión o actividad social al consumir más de la cuenta alcohol o tabaco y en algunos casos droga. El consumo de licor y de tabaco se ha convertido en estos últimos años en una especie de símbolo de madurez. Se asocian equivocadamente las ideas de «libertad», «independencia» con las de madurez y control sobre la propia vida, cuando en realidad sucede todo lo contrario: pierden el control por sentirse más adultos. Se cree que porque el alcohol desinhibe entonces «libera» y no es extraño encontrar chicos descontrolados, fuera de sí, haciendo cosas que en momentos de lucidez o cordura no harían.
2. Efectos del alcohol
“En los niños y jóvenes el uso ya es peligroso porque son más sensibles. El alcohol se absorbe directamente del estómago. Cuando está vacío, la absorción es más rápida. Comienza a actuar a los 10 minutos y tiene su pico a la hora. En los adolescentes la alcoholemia de 1 cerveza, por ejemplo, produce ya sintomatología: falsa euforia y falta de inhibición. Con 3 cervezas de 700 ml. hay signos de intoxicación con mareos, pérdida del equilibrio y de la capacidad de razonar adecuadamente. Pasados las 4 cervezas empieza la ebriedad con depresión del sistema nervioso: sueño, vómitos e inconsciencia (Esto es un promedio. Varía de acuerdo a la edad, al peso y otros factores).”
La sensación de omnipotencia del adolescente no lo hace reflexionar sobre las consecuencias a futuro de dicho consumo. No se dan cuenta que el exceso puede afectar el normal y sano crecimiento tanto físico como emocional ya que lo somete a sensaciones extremas de desequilibrio e inestabilidad que interfieren en la etapa de formación en la que se encuentra. No se trata de condenar todo lo que los pueda dañar, se trata de desarrollar una conciencia madura frente a los medios que nos ponen en frente para que sean utilizados a nuestro favor y no viceversa.
3. Efectos del tabaco
“Tabaquismo: se considera tabaquismo tanto al uso como al abuso en el fumar, debido al límite poco neto que hay entre ellos. Los adultos fumadores tienen alta frecuencia de graves enfermedades: cáncer de pulmón, laringe y lengua, efisema pulmonar, infarto de miocardio, arterioesclerosis y alto colesterol. Cuando estas afecciones se presentan, el fumador por lo general deja de fumar, con el sacrificio que ello representa, pero queda con serio daño, a veces mortal. ¿Por qué no abandonar el vicio con igual sacrificio cuando aun se está sano? Las fumadoras tienen además abortos espontáneos y partos antes de término. Sus recién nacidos son más pequeños por el déficit crónico de oxígeno.”
El mensaje final es que consumiendo, alcohol o tabaco, no se gana nada y por el contrario son más los efectos negativos sobre el propio cuerpo y sobre el futuro.
Actividades de refuerzo
Resumen
Estadísticas:
Actividad para la casa
Analizar su posición frente al alcohol y al cigarrillo (es probable que más de uno fume por «novedad» o se le vaya la mano en el trago) de modo de hacer conciencia del daño que se pueden hacer. Plantearles que interna y personalmente se cuestionen si vale la pena o no semejante gasto de salud.